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Opinión

El Guernica de Picasso y el bombardeo de Cabra

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He tenido ocasión de ver recientemente un esquemático video sobre el Guernica de Picasso, de doña Rosario Peiró Carrasco, jefa –nada menos- de colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, que es un museo español de arte del siglo XX y contemporáneo, con sede en Madrid, e instalado en el que fue antiguo Hospital General de Madrid, gran edificio neoclásico del siglo XVIII, en la zona de Atocha, junto al Prado y el Thyssen, obra de Hermosilla y Sabatini, que no es poco.

La cosa transcurre como se lo cuento: Van apareciendo letreritos que les transcribo subrayados en la siguiente cuaderna vía, la utilización torticera del cuadro -al uso- que llena la pantalla y que se despieza, según y cómo:

¡º ¿Qué significa el Guernica?

¿?

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2º Es uno de los cuadros más famosos del mundo.

Sin comentarios. Para mí, que le falta el colorido propio de Picasso y que vive y es glorificado sustentado en el nirvana de la utilización parcial y sectaria, porque se presta al manipuleo, dada su ambigüedad.

3º Retrata el horror y el dolor de la guerra.

Así dictamina la buena señora, de entrada. Punto redondo. Eso de que dictamine así, sin alzada ni apelación, fascistomarxistamente, me empieza a disgustar y me da alipori y comezón inguinal.

Bueno, mire usted, hay quién piensa que es el homenaje a un torero muerto, maestro importante, e incluso aventuran el nombre de Ignacio Sánchez Mejías, el temerario “torero del 27”, también poeta y escritor, muerto en agosto del 34 en Manzanares y cuñado de Joselito, el Gallo -testigo de la muerte de éste en Talavera, en 1920- y cuya muerte, la de Ignacio, motivó una de las elegías más bellas e importantes de la lengua castellana desde las Coplas de Jorge Manrique, de mano de Federico García Lorca. Retirado a mediados de los veinte, regresó a los ruedos el 34, para morir al poco de hacerlo, en las astas de Granadino. La bombillica que cuelga, podría ser la de una enfermería de plaza, mire usted, que no dice nada de ella en su disertación libre para la radio. ¿O no hay consenso al respective?

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4º Lo pintó Pablo Picasso en 1937.

Nada que objetar. Podría añadir por qué motivo y quién pagó los 200.000 francos en concepto de gastos y achiperres, para que el público lo supiera, que es “jefa de colecciones”.

5º ¿Qué lo inspiró?

Ahí comienza Cristo a padecer y a tomar una deriva previsible, visto lo visto.

6º En plena guerra civil española, el 26 de abril de 1937 un feroz bombardeo
arrasó con Guernica en las Vascongadas.

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Guernica: 26 de abril de 1937. Población de 5.000 habitantes. El ataque partía de Garray y Barahona, en Soria, la Legión Cóndor (alemanes) y la aviación legionaria italiana lo ejecutaron. Resultado 126 muertos, cifra actual muy depurada y verificada, después de haber partido de más de 1600 muertos, según el gobierno vasco de aquel entonces y habiendo metido la cuchara todo hijo de vecino para subir y bajar, muy poco seriamente y muy políticamente hablando, lo que no es broma desde que había muertos de por medio. Interés militar sí lo tenía e importante, pues había un puente, allí en Guernica y un gran número de tropas republicanas que acudían a la defensa de Bilbao, cuando los nacionales iban a tomarlo y era su objetivo y se moría para ello combatiendo, que lo sepan, además de haber allí importantes fábricas de armas, una de ellas de bombas de aviación. ¿Por qué razón omite esto la buena señora si no obedece consignas republicanas, ni marxistas, o del Willy Toledo y es precisamente el museo “Reina Sofía” a cargo de “todos” los contribuyentes ajenos a sus gustos el que paga sus emolumentos? No es fácil de entender.

7º El ataque de italianos y alemanes, aliados del general Franco.

Si, muy malos ellos, pero los más de 60.000 comunistas venidos de todo el mundo –de 54 países- con las benéficas Brigadas Internacionales, desde el primer momento de la guerra de los 986 días, de lo que se ocupaba el buen Stalin, no dejaban a Franco otra elección que aceptar a gente “so cruel”. Franco sabía lo que hacía y nunca se lo perdonarán los comunistas, jamás. Pero esta buena mujer… ay, ay, ay, qué cosas.

8º Fue el primero a gran escala contra una población civil.

Si, puede ser la verdad absoluta, pero la Legión Cóndor no pasó de 16.000 hombres en suelo español, y la CTV italiana supuso unos 44.000 hombres -sin crédito de oro adelantado en Moscú para armamento- y lamentablemente su eficacia se pudo ver en Guadalajara que, si no es por la división Soria de Moscardó y los “tigres numantinos” para qué te cuento. Franco era un gran estratega y logístico excepcional, les gustase a los comunistas de entonces o no les gustase, y les siga gustando o no les siga gustando a los comunistas de ahora y el resultado final, inamovible para la historia, por más que se horade en plan termita, fue que el 40% del total-total de los combatientes con quince reemplazos puso en fuga por la Junquera al 60% con veintisiete reemplazos, del total-total de los combatientes, “cautivos y desarmados”.

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Lo que omite esta buena señora y eso es más grave, porque no permite juzgar al neófito en estas lides y adquiere tintes de adoctrinamiento (miente que algo queda) es que el segundo bombardeo a gran escala y sobre población civil, lo perpetró la II República, el Ejército Rojo, diecinueve meses después de esto que tan mal le cae a esta buena mujer, y fue en Cabra (Córdoba) el 7 de noviembre 1938, sobre una población de 20.000 habitantes (cuatro veces Guernica), contra su población civil insisto, porque no había ningún combatiente nacional a tiro, en absoluto y fue con pilotos españoles –peor todavía, porque no eran extranjeros malos, sino españoles buenos, eso sí republicanos y comunistas por más señas y aparatos rusos -made in URSS- 3 Tupolev SB-2. Era militarmente inútil, seguramente por incompetencia de quienes les ordenaron esta barbaridad, esta matanza de españoles civiles, niños, mujeres y ancianos, sin utilidad o ventaja ninguna para ganar la guerra y cuyo resultado fueron 109 muertos y 200 heridos. ¿Qué me cuenta, señoruca?

¿Cómo interpreta esto la buena señora Peiró Carrasco? ¿La ignorancia de la historia, como la de la ley, no obliga a su cumplimiento, o qué, amiga? ¿Por qué no explica usted con esa minuciosidad el cuadro que se veía en Cabra aquel día y que no lo pintaron los aliados de Franco, sino los de Negrín y Azaña, que lucían apellidos rusos? ¿Cómo lo interpreta usted, jefa de colecciones? ¿En qué me equivoco?

9º Interpretaciones del Guernica,

Anuncia arrasadora y con la verdad por delante, como cosa sagrada para su causa, e intangible, claro.

  1. Mujer con niño muerto. Es una de las imágenes más impactantes del cuadro. Las mujeres representan la vida y el dolor, sobre todo el dolor de la maternidad.

También en Cabra, resulta una imagen very impactante, señora Peiró, no me lo niegue. ¿O me equivoco con las mujeres egabrenses, su dolor o su maternidad?

  1. Mujer con los brazos en alto.

Vete a saber. Si el brazo alzado es el derecho, fascista, si es el izquierdo y con el puñico cerradico, comunista. También podría ser que la habían detenido y la estaban apuntando, mientras la cacheaban dulcemente cómo solían.

  1. Mujer que huye.

Muy bien, ¿y qué? También huían en Cabra, digo. En Paracuellos del Jarama ni lo intentarían.

  1. Mujer con candil.

Ya me contará. Sería de noche o habría restricciones, muy a menudo entonces, como el racionamiento y el hambre, tan común en la zona republicana que lo tenía todo.

  1. Las mujeres son las grandes protagonistas.

En un cuadro dedicado a un torero, a lo mejor no lo son tanto. Vete a saber.

  1. Mujeres que huyen de las llamas, que sufren y que a la vez iluminan.

Tal que en Cabra, según usted. Todos huimos de las llamas, por instinto. Primum vivere. Para iluminar con eficacia primero hay que leer y saber de un tema, lo otro es adoctrinar, malmeter, tergiversar y difundir el odio gratuitamente.

  1. Pollo-El bombardeo ocurrió en día de mercado y los animales se dispersaron aterrorizados. Representa el sufrimiento de los animales.

No me diga que tiene claro que sea un pollo. Puede ser una cogujada, un correlimos, el pájaro loco o el Chohuí, o mil otros especímenes de aves. Hay muchas. No sea tan lista. ¿De donde saca que esté sufriendo el pollo por culpa de los aliados de Franco?

Lo mismo que en Cabra, insisto, era día de mercado, mira tú que mala suerte para los pollos y para los que no eran pollos.

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Si estamos a lo del torero muerto, le diré que en las plazas se han echado pollos toda la vida, sobre todo en aquellos tiempos de gazuza (ver Carpanta) como homenaje a la faena del diestro y entonces su precisión biológica sería acertada y lo del sufrimiento, aunque se ha hecho con pichones, capones….

  1. Soldado en el suelo. Representa al pueblo español, quizás a la República que luchaba por una nueva España y ese sueño yace en el suelo destrozado.

Mire, ahí el soldado caído puede ser de 54 países y comunista, si era de las brigadas internacionales, o español, italiano o portugués e incluso alemán. Depende del gorrillo cuartelero, de los galones, las insignias, la disciplina… etc. Tanta precisión en el destrozo me huele a parcialidad poco científica. La República no era, seguro. La nueva España que buscaba la II República con Stalin a la cabeza, con el oro español en el saco y plenos poderes, ni se la imagina usted. La describe muy bien Ángel Pestaña, el anarcosindicalista en su libro “Setenta días en Rusia. Lo que yo vi” dedicado a Koprotkine (1924). Esa cursilería déjesela a Pablo Iglesias, al Willy o al Monedero bolivariano.

  1. El caballo. La versión más consensuada es que simboliza al pueblo español siendo atacado. También hay quién dice que representa al fascismo.

Tiene toda la pinta de ser el caballo de un picador –no parece el de Atila- y se le olvida que tiene un precedente de escándalo –una precuela dirá usted, cursimente me malicio- en Darío de Regoyos, “las víctimas de la fiesta” de 1894. Me sorprende que lo ignore o lo calle siendo tan jefa de colecciones de un museo nacional. ¿Quién consensua esas cosas? ¿Cómo se puede consensuar eso? ¿A quién pretende engañar con esa erudición de los chinos? ¿Quién dice que representa al fascismo? ¿Qué trauma se le sigue, señora? ¿Por qué no lo termina de vomitar donde no la vean?

  1. El toro. Para Juan Larrea, intelectual amigo de Picasso, el toro representa al pueblo español. También se ha dicho que encarna al propio Picasso, al fascismo, a la barbarie, a la violencia.

Todo, menos la nobleza, la fuerza, el españolismo taurino de los pasodobles, la valentía, las mantillas y las majas en calesa pidiendo guerra. Se han dicho tantas memeces e insulseces y durante tanto tiempo por tanta gente, que no hay quién se sorprenda de nada. El toro es imprescindible en un cuadro dedicado a un torero y encarna a la fiesta y a España, la España de Gonzalez Byass, si quiere, pero no pontifique so much… Ursicino Menéndez, de Xátiva él tan majo, muy intelectual por su cuenta y que nadie le paga por opinar, dice que representa a los cornudos vergonzantes. ¿Y qué? ¿Qué tiene que ver Picasso con la barbarie, el fascismo y la violencia, si era un comunista –o simpatizante- pacífico y por tanto rara avis y le traían al pairo los trotskistas o los del POUM y no les despellejaba vivos como hicieron con el pobre Andreu Nin los estalinistas?

¿No sabía?

El Guernica rompe con la idea de heroísmo

Y con la paciencia de cualquiera ante tanto sectarismo, cuando el que paga es el contribuyente que no es republicano ni bolivariano, ni comunista en su mayor porcentaje, según aumenta el empleo. ¿A quién le debe este homenaje, señora Peiró?

No celebra la victoria

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Qué va a celebrar la victoria, si el comunismo recibió en España la primera y mayor derrota de su existencia hasta 1989, que llegó alguien que sabía leer –el primero- un balance y tuvo que echar las persianas y liquidar existencias para abrir la almoneda. Nunca le perdonará a Franco, jamás, porque es odio lo que siente ante esa realidad, que poco a poco fue asimilando el occidente vencedor de la II guerra mundial, en el que gracias a Dios nos hemos criado.

Muestra el drama y el sufrimiento de un pueblo.

¡Qué nos va a contar! No sé si lo mostrará del todo porque me parece más veraz la cosa torera, pero hubo cientos de miles de muertos, asesinados en las chekas, en la Casa de Campo cada mañana, monjas violadas y curas y religiosos asesinados y torturados por miles, conventos e iglesias quemados por miles, para la nueva España que dice usted que buscaban, coño. ¿De qué va?

Lo heroico es el dolor humano.

Sin duda y si es por los demás, mejor aún, como es el caso de la madre Teresa (¿qué hubieran hecho con ella en Barbastro?) no como los podemitas o el Ché Guevara.

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Todo en el Guernica muestra piedad y respeto hacia el dolor

Si es como dice, me parece muy bien, señora, a nadie se nos ocurre decir lo contrario. Lea la elegía de García Lorca a la muerte de Sánchez Mejías ¿o no quiere verla a las cinco de la tarde?

¿Y tú qué ves?

Si le soy franco (sorry) veo mucha ignorancia, estulticia y cursilería en su disertación, y poco propósito de la enmienda, ánimo de ponerle remedio o enmendarse. ¿Para qué voy a decirle otra cosa? Le mentiría.

“Una obra de arte debe hacer a un hombre reaccionar (…) debe convulsionarles y agitarles” Pablo Picasso.

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¡Coño, haberlo dicho antes!

Lo del Guernica según la señorita Pepis, me ha hecho reaccionar y me ha convulsionado con agitaciones pelvianas, dolor de endometrio y babeo, mira tú y sin ser nada artístico, sino doctrinal y patológico.

Libertad, verdáhija ¿para qué?, como le respondía literalmente Lenin a Pestaña, el anarcosindicalista, cuando este le preguntaba por ella, allá por los primeros veinte.

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Opinión

No vivimos en la Arcadia Feliz, sino en tiempos de excepción. Por Ernesto Milá.

Ernesto Milá

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Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

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Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

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Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.

 

Ernesto Milá. 

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