Sociedad
La imagen del hambre en Venezuela
Published
5 años agoon
By
Redacción
Un joven de tez blanca de 28 años yace con las piernas encogidas sobre una cama en una casa humilde del barrio Altos del Milagro, en la parroquia Coquivacoa de Maracaibo. Su cuerpo está famélico, carece de masa muscular y su piel se encuentra casi pegada a los huesos. El rostro revela una desnutrición severa y una hidrocefalia congénita. Su nombre es Miguel Blanco. Su madre, sin ayuda, le dedica incasablemente sus días. «Le doy lo poco que puedo, yuca y arroz, y le hago pañales de tela», afirma la mujer.
«Llevo diez años esperando un trasplante de riñón, pero ante lo que está ocurriendo prefiero esperar. A un compañero de diálisis lo llamaron para avisar de que ya estaba listo su donante, y en medio de los apagones el riñón que esperaba se dañó», cuenta María Esis.
El centro cuenta con una planta eléctrica, pero solo puede funcionar una o dos horas, frente a las interrupciones, que pueden durar 24 horas. Ante ello, los cirujanos han tenido que finalizar las intervenciones quirúrgicas con la luz de sus teléfonos móviles.
Las salas de hospitalización apenas tienen pacientes, ya que no existe material para realizar las operaciones, y las habitaciones han pasado hacer de depósitos de equipos y camas en desuso.
Además, el centro de salud se encuentra en riesgo de una contaminación generalizada, porque falla la recogida de residuos y la limpieza de las zonas donde se almacenan. «Con el calor las bacterias proliferan, y hay que recordar que en Maracaibo las temperaturas pueden alcanzar 40 grados centígrados, lo que fácilmente convierte los pabellones en hornos», denuncia la cirujana Dora Colmenares.
El hospital no cuenta con radiólogos ni enfermeras, debido a que la situación del país ha forzado a más de 2.800 miembros del personal médico a cruzar las fronteras. «En estos momentos nos encontramos en una emergencia humanitaria compleja. Los médicos tenemos conocimiento de que el 60% de la población está en condición de desnutrición, pero qué pasa con los que no vemos porque prefieren morir en sus casas. En materia de salud hemos retrocedido siete décadas, en estos momentos nos encontramos prácticamente en el siglo XIX», asegura Colmenares. Y añade: «No entendemos por qué razón la ayuda enviada al país no llegó primero al estado con una mayor urgencia sanitaria». Los médicos también denuncian que, desde hace cinco años, carecen de un boletín epidemiológico, por lo que disponen siquiera con un control de las enfermedades del país.
Una imagen vale más que MIL palabras.
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