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(AUDIO EN EL INTERIOR) El coronel Enrique de Vivero denuncia en ‘Buenos días España’ que «el Gobierno ha impuesto el estado de excepción para aterrorizar a los españoles»

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El coronel retirado de La Legión y colaborador de AD, Enrique de Vivero Fernández, ha pasado por los micrófonos de «Buenos días España», el programa de Radio Cadena Española dirigido por Santiago Fontenla.

Opinó el exalto mando sobre el general Santiago, jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil, en el punto de mira estos días por sus controvertidas declaraciones acerca del control en redes sociales de las opiniones críticas con el Gobierno. «Al general Santiago se le está tratando injustamente a título personal, se está matando al mensajero. Tendríamos que darle las gracias ya que él nos ha hecho conocer estas actividades ordenadas por el Gobierno». Añadió que «la directora general de la Guardia Civil, la socialista María Gámez, «es la que debe responder de las órdenes que le ha dado a su jefe de Estado Mayor». «Esta directora está desaparecida desde el día que tomó posesión, pero seguro que sigue cobrando», dijo.

Sobre la situación actual de España, esto manifestó el coronel Vivero: «No soy optimista en cuanto a la evolución de la situación en España. El Gobierno que tenemos ha conseguido atemorizarnos, nos tiene atemorizados con el estado de excepción, que no estado de alarma. En el estado de alarma que se ha proclamado se vulneran derechos fundamentales como la libertad de expresión, la libertad religiosa y de culto, la libertad de circulación. Estos son derechos que no se pueden limitar en el estado de alarma , corresponde su suspensión o limitación a los estados de excepción y sitio». [SIGUE MÁS ABAJO]

 

«Ningún partido político, a excepción de Vox, se ha posicionado en contra de esto. No puedo entender que en la encuesta del CIS, más del 60% de las personas vean bien que se les prive de la libre información, estamos en un estado totalitario en este aspecto», recalcó.

Preguntado acerca de la participación del Ejército en el desarrollo del estado de alarma a través de la UME y de distintas unidades de las Fuerzas Armadas, denunció que «hay regiones donde se están poniendo dificultades a la realización de tareas de apoyo solicitadas por los ayuntamientos». «En las provincias vascongadas y en Cataluña se han impedido o dificultado, por parte de los gobiernos autonómicos, la realización de tareas que ponían la relevancia del apoyo del ejército en el estado de alarma. El plan ZENDAl que ha preparado el MINISDEF para llevar a cabo la realización de los test a unas sesenta mil personas, ha quedado en suspenso, para evitar protagonismo del Ejército», recalcó.

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Enrique de Vivero Fernández

Armando Robles puso sobre la mesa si en España se podría llegar a producir una situación política y social similar a la de Venezuela. La respuesta de Enrique Vivero fue terminante: «Las decisiones que está tomando el Gobierno nos llevan a pensar en algunos aspectos que estamos en un estado totalitario. Al ministro de Sanidad se le ha dado un poder omnímodo sobre la circulación de las personas. La Constitución es clara en este asunto, la suspensión de derechos fundamentales se debe explicitar en el Real Decreto, que es lo que queda en suspenso. Esto se corrobora en la ley 4/81 sobre la declaración de los estados de alarma, excepción y sitio; se ha hecho un refrito en el Real Decreto y se remite a un anexo en qué condiciones se limitan los derechos. El temor instalado en la población está llevando a todo el mundo a aceptar la pérdida de sus derechos fundamentales».

El coronel se preguntó a continuación: «¿Qué habría pasado si hubiésemos tenido un Gobierno de derechas en vez de uno de izquierdas? Pues que España habría sido un polvorín con manifestaciones en las calles. El rasero con el que se mide a la derecha y a la izquierda en España es completamente distinto».

Santiago Fontenla planteó una hipotética situación de conflicto con Marruecos. Al respecto, el coronel de Vivero manifestó: «La situación con Marruecos es un conflicto permanente, controlado pero en tensión. No nos olvidemos que desde 1956, con la entrega del protectorado, la guerra de Ifni y Sahara, posteriormente con la Marcha Verde y terminando con la recuperación de la Isla de Perejil, hemos estado en permanente conflicto. Marruecos tiene ansia expansionista. En sus mapas aparecen las islas Canarias y los peñones de Vélez , Alhucemas También las islas Chafarinas figuran como territorio marroquí, no digamos ya Ceuta y Melilla, que para Marruecos son territorios ocupados por España. En dimensión, el Ejército marroquí es mayor; no obstante, el Ejército español está mejor preparado y mejor dotado de material. Pero no debemos desdeñar al Ejército de Marruecos, que ha realizado en los últimos años compras de armamento a EE.UU, país con el que mantiene una excelente relación de apoyo y ayuda. Tampoco olvidemos que la Marcha Verde en el Sáhara español, en 1975, estuvo apoyada y financiada por los americanos. El problema está en saber si contaríamos con el apoyo de nuestros aliados de la OTAN. Particularmente lo dudo. No está nada clara que vaya a colaborar en la defensa de Ceuta y Melilla».

No podía faltar una pregunta relacionada con Melilla, ciudad que Enrique de Vivero conoce bien al haber sido coronel jefe del legendario Tercio Gran Capitán I de La Legión. Interrogado sobre el por qué esa ciudad autónoma tiene hoy una población mayoritariamente de origen marroquí y por qué la cultura musulmana es la preponderante, el coronel apuntó varios factores: «La baja natalidad de la población española y el alto avance demográfico de los marroquíes. Hay que tener en cuenta que hay marroquíes que tienen esposas en España y Marruecos. El índice de natalidad marroquí es muy superior al nuestro. El otro factor es de tipo político. La permisividad en la entrada, durante años, de personal marroquí a Melilla, sin ningún control, y su posterior acceso a la nacionalidad española, prometido por el PSOE, para sacar rédito electoral en las elecciones del 86 y posteriores, propiciaron un aumento muy considerable de marroquíes. Lo anecdótico del caso es que estos marroquíes que adquieren la nacionalidad española, no pierden la marroquí. Un marroquí nunca pierde su nacionalidad. Es una cosa inédita que un señor pueda ser al mismo tiempo marroquí y español. Esto no puede ser».

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Armando Robles recordó que el invitado de «Buenos días España», durante su etapa profesional en Melilla, residió en la misma casa en la que vivió Francisco Franco siendo teniente coronel de La Legión, en los años 20.

Por último, al ser preguntado el coronel Enrique de Vivero señaló que «La Legión es la unidad mejor preparada del Ejército español». «Aunque el soldado es el mismo en todas las unidades, un soldado profesional. El credo Legionario, el espíritu que se les inculca, la historia de la Legión, su uniforme verde, hacen que el legionario se considere un soldado mejor, cosa que es cierta; en realidad es mejor por esa especial atención a las cualidades morales y disciplina del Legionario. La Legión es la unidad mejor preparada que hay, no tengo dudas», apostilló.

PINCHE ABAJO PARA ESCUCHAR LA ENTREVISTA:

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No vivimos en la Arcadia Feliz, sino en tiempos de excepción. Por Ernesto Milá.

Ernesto Milá

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Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

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Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

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Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.

 

Ernesto Milá. 

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