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A setenta y dos horas de una decisión ciudadana transcendental… promesas, nombramientos y mentiras.

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Estamos a 72 horas del cuarto intento en menos de cuatro años para decidir el incierto futuro de España, esta vez con un posible escenario mucho más preocupante después de tanto tiempo de inestabilidad política -que empieza a ser también económica- que puede alargarse si se volviera a repetir un gobierno apoyado por los que hicieron posible la moción de censura de junio de 2018 o, también malo, llevar a una tercera cita con las urnas en un año de no conseguirse una suma constitucionalista que garantice la necesaria estabilidad, algo que veo difícil. Tengo claro que, como propuse entonces, es lo que debió haber hecho Mariano Rajoy en 2016 tras su recuperación en la repetición de Junio del tortazo recibido en diciembre anterior, que prolongaban las encuestas, y profundizar en la debacle del PSOE, que habría pasado sin duda a un largo periodo de reflexión y regeneración, que necesitaba, para acabar con la herencia de José Luis Rodríguez, apartado su clon del primer plano de la escena política.

Además, habría evitado, con seguridad, el renacer de VOX, que sólo ha vuelt a saldar su vieja deuda con el Partido Popular, aprovechando la buena fe de gente de principios hastiada con la situación, para incrementar aún más el nocivo efecto que el pluripartidismo ha causado sin aportación positiva visible.

Pero para eso habría hecho falta un sentido de Estado que nuestro querido registrador no supo demostrar en sus seis años y medio de gobierno y como no conduce a nada “llorar por la leche derramada”, vamos a la realidad del momento.

Será una cita posiblemente influenciada para muchos por las dos últimas y controvertidas sentencias “unitarias” de nuestro a veces incomprensible Tribunal Supremo, que hace difícil creer que no hayan condicionado la elección de la fecha electoral por su oportunista convocante ¿Por qué si no, ahora y no antes de ellas? Otra cosa es que el resultado del recuento sea satisfactorio para el presidente anuncio o tenga efecto boomerang como otra “venganza de Tutankamon” por la ignominia de remover los restos de Francisco Franco después de 44 años, contra lógica y derecho de la familia, en un exceso más del que confunde sus “urgencias” personales con los intereses generales del Estado.

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No fueron pocas las “novedades” de esta semana, con encuestas para todos los gustos y promesas de las que “se hacen para no cumplirlas”, que decía Tierno Galván. Y cómo no, debates, primero de portavoces, después de líderes de los principales partidos nacionales en las últimas generales inútiles -me refiero a las elecciones, aunque bien podría aplicarse a buena parte de los intervinientes, que demostraron su mediocridad- y hoy, la última, ésta sí totalmente feminista -le gustará a Ana Blanco- entre las “primeras mujeres” de esos partidos, que ya veremos qué dará de sí bajo la batuta sectaria de la tocaya de una de las intervinientes, la otra Ana Pastor. O ésta, según se mire, que diría el gran amigo de la primera. Hasta puede que mejore las anteriores que fueron bastante pobres y aburridas.

No ha faltado un nuevo acto de “generosidad” interesada -a costa de ese “dinero público que no es de nadie”- del aspirante a seguir en el Falcon, actuando rápidamente en auxilio del orden de uno de sus mantras, el “cambio del clima climático”, ofreciendo España, Madrid, por supuesto, que no Barcelona en la que tanta “normalidad” hay por sus calles como dice ese portento ministerial Grande Marlaska -nunca un apellido fue tan hiperbólico-. Se apresuró el doctor Plagio cum Fraude a ofrecer la capital de España para recibir la 25ª Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU y brindar su ayuda a ese portento salido del exorcismo en que han convertido a la púber Greta Thunberg para que ocupe lugar preferente en el evento, ¡qué cumbre sin la niña Greta!, diremos parafraseando aquello de la “tía Juana”, aunque ignoramos cómo llegará desde USA al no querer viajar en avión para no contaminar, de eso se ocupa el ecologista Al Gore “jet” y el camarada Pedro Falconeti.

Destacable también la contundencia del susodicho Sánchez “las cosas que digo, las hago”, se debería referir a la exhumación de los restos de Franco, única de sus “promesas” cumplidas de aquella manera, ya que para lo que llegó, “convocar de inmediato elecciones para recuperar la estabilidad” lo tuvo que hacer por necesidad -y van dos-, como salida a su desgobierno e insensatez de postrarse ante los enemigos de España que lo auparon entonces y ni con ellos se mantiene. Cabría aplicar a este hombre anuncio y a sus socios aquello que decía Platón en Las Leyes: “De cualquiera que esclavizase las leyes poniéndolas bajo el imperio de los hombres, sometiere la ciudad a una facción y despertase la discordia civil, hay que pensar que es el peor enemigo de la polis”.

Vimos también un preocupante caso de “desmemoria”, sólo imaginable en casos de demencia senil prematura o Alzheimer anticipado, que no le deseo a mi amiga Rocío, pero no conozco a ningún titulado que no recuerde la fecha de terminación de su carrera como la Sra. Monjasterio, que ante las acusaciones publicadas por El País relativas a su ejercicio profesional justifica que “no recuerdo si en 1998 había terminado la carrera”. Lo dicho, junto a la desmemoria histérica de la izquierda y el nacionalismo, digno de estudio ese olvido. En fin, estos de VOX, dando tumbos como siempre.

Se escribió y habló mucho de los debates celebrados hasta ahora, así que no entraré muy en detalle en ellos, de los que ya dije que, salvo intervenciones aisladas, me parecieron patéticos y de una mediocridad notable en la mayoría de nuestros “representantes”. En el de los siete portavoces destacó al final -si sería pobre el debate, que ha sido lo más comentado- la aparente negativa de saludo del portavoz vasco Aitor Esteban al de VOX, Iván Espinosa. No seré yo quien saque una lanza por ningún nacionalista, pero siendo cierto que Espinosa dio dos pasos hacia la posición de Esteban, que rodeó su atril en lo que muchos interpretan como su negativa al saludo, no lo es menos que el verde, al ver ese movimiento, se giró con un medio “corte de manga” -vean despacio la secuencia- y, conociendo al personaje y su estiramiento chulesco y déspota donde los haya, no descartaría que pudiera aprovecharlo para vender su moto y periodistas y medios en general, todos a una como aquel editorial de la prensa catalana de 2009, hicieron el resto, porque hoy el objetivo de la prensa de izquierdas y nacionalista es “aupar a VOX, que hace daño al PP”.

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Claro que las declaraciones del vasco alimentan la tesis que acabó con acusaciones de “franquistas” a los de VOX y de “racista, xenófobo y esquizófrénico” al del PNV por Javier Ortega. A mi juicio, la mejor en ese debate fue Cayetana Álvarez de Toledo, que no tiene pelos en la lengua y dice lo que muchos querríamos haber oído hace tiempo a líderes del PP, de cuyo guión “políticamente correcto” sólo se salía Rafael Hernando, hoy silenciado en el Senado. La petición de perdón de Cayetana “por haber sido profundamente anticatalanes, aceptando al nacionalismo como animal de compañía” levantó ampollas en lugar de autocrítica en algunos de sus compañeros que llevaron al PP catalán de 19 escaños a uno. Y no fue la única, Alejo Vidal-Quadras -¿de vuelta a casa?- dijo que “llevaba 23 años esperando que el que fue su partido haga la autocrítica que ha hecho este sábado” añadiendo que el problema de Cataluña es “no tener suficientes psiquiatras”, afirmación que comparto.

Tampoco nada más allá de unos sutiles comentarios sobre lo que no se remató bien en el debate a cinco del lunes, aparte del reparto anticipado de cargos, vicepresidencias y ministerios nuevos por parte del que ya veremos si sigue de “okupa” porque, a juzgar por la imagen dada en el plató con la mirada hundida en los papeles que le habían escrito -ya sabemos que sus colaboradores copian y escriben por él- parece que no las tiene todas consigo y sólo aspira a que los demás le den su “Sí es Sí, porque yo lo valgo” y pide su abstención para que, ahora que le beneficia a él, valga lo que no respetó antes, “que gobierne la lista más votada”. Me llamó la atención la imagen de dos de los protagonistas, la de Pablo Iglesias, un poco mejor pese a su atuendo de camisa remangada, mejorada con la corbata “suelta” y la del poco regenerador Santiago Abascal con dos tallas menos de camisa que literalmente le impedía abrochar el cuello, demostrando ese “aire legionario” que vende el que agotó todas las prórrogas posibles para librarse la mili que ahora ‘quiere’ restituir y de nuevo alardeando de “víctima del terrorismo”, algo cuando menos cuestionable que le censuró Iglesias. Curiosa también la ferviente defensa d familia y natalidad de Albert Rivera, entendible lo primero porque lleva ya tres o cuatro intentos, pero no lo segundo, porque de momento sólo tiene una hija, es decir ni la tasa de reposición.

Sí estuvo bien Rivera echando en cara a su oponente por la derecha, Abascal, haber vivido de un chiringuito que le puso el PP, con 82.491’80 € anuales, pero no supo desmentir al interpelado cuando falseó su respuesta: “estuve cuatro meses y comparecí a petición propia para pedir la eliminación de la Fundación”, vino a decir y ahí Rivera cedió pese a que la comparecencia fue resultado de la reclamación del entonces diputado de UPyD en la Asamblea de Madrid, Alberto Reyero -hoy en Ciudadanos y consejero en el gobierno madrileño-, que puso en apuros al de Amurrio:
https://www.youtube.com/watch?v=bO0EPByqUVI
.

No tuvo presente -o no sabía Rivera- que antes de la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio -que cerró Ignacio González unos meses después de la comparecencia del 5 de Noviembre de 2013-, Abascal había sido dos o tres años -con el mismo sueldo- Director General de la Agencia de Protección de Datos de Madrid -otro chiringuito que hubo que cerrar, en este caso, creo que Esperanza Aguirre- por la que aparecía, “a firmar”, de vez en cuando.

El conjunto de esa “intensa” actividad sí que podía ser más o menos la cifra de más de más de 300.000€ que Rivera achacó a Abascal que le “había costado enterarse de la inutilidad del chiringuito”. También desconocía Rivera que el nombramiento de Abascal en la Fundación de marras según el digital Infolibre fue “el 18 de febrero de 2013”, que añade que según fuentes del Ejecutivo “El 28 de enero de 2014, Abascal ‘cesó’ a petición propia como director gerente de la fundación”, por lo parece que tuvo el cargo once meses y no cuatro como dijo. Muy curiosa también la fecha de “petición del cese”, ya que el 16 de enero anterior -doce días antes- Abascal aparecía en rueda de prensa presentando VOX como Secretario General provisional del partido, en la calle Pradillo de Madrid. Y más aún, Abascal se “despidió” de Rajoy, en una de sus poco limpias actuaciones, mediante carta publicada por el diario El Mundo el 25 de noviembre de 2013: https://www.elmundo.es/espana/2013/11/25/52927f3761fd3d65778b457c.html tras acordar con Alejo Vidal-Quadras su incorporación a VOX con 5.000€ de sueldo.

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O sea, mentira sobre mentira u ocultación de gran parte de la verdad, que para el caso es lo mismo. A ver si se prepara mejor las cosas Sr. Rivera que a este paso no va a conseguir ni esos 32 escaños de 2016 con los que dice ahora que se conformaría. Como es lógico después de que las encuestas le dan en torno a 20 o menos.

Termino con mi opinión sobre el citado debate a cinco del pasado lunes. Para mí quedó claro que la única alternativa posible al frente popular que se atisba en el horizonte es la unidad de voto en torno al PP, una vez visto el resultado del experimento del pasado 28-A. Pero lo digo convencido tras lo que vi y oí el lunes y es que aparte de esa extraña coincidencia en los medios de que el posible ganador fue Abascal, fruto de esa presencia en las redes de sus fieles jóvenes que votaron en masa en los medios de acuerdo con las instrucciones recibidas para conseguir ese resultado, creo que Pablo Casado fue el único que puso en un brete al candidato socialista con su reiterada pregunta sobre si Cataluña es una nación y si pactaría con comunistas, nacionalistas y separatistas con la abstención o apoyo de BILDU, que se quedó sin respuesta y además fue, en mi opinión, el único que en su minuto de oro resumió un programa de Gobierno con sentido de Estado, que por su interés copio: “Me gustaría estar en tu casa ahora para mirarte a los ojos, darte la mano bien fuerte y pedirte tu confianza para liderar un cambio en España. Quiero ser el Presidente que esté a tu lado, que te sea útil, que te acompañe para resolver tus preocupaciones porque también son las mías. Quiero liderar un Gobierno de verdad, que no le tiemble el pulso frente a los separatistas y que no le tiemblen las piernas para resolver la crisis económica y social que siempre nos deja la izquierda. Un Gobierno que proteja a los mayores, para que tengan su tranquilidad con una pensión garantizada.. que impulse a los jóvenes para que puedan conquistar sus sueños, pero con un empleo de calidad… que acompañe a las familias para que sigan haciendo planes, pero desde la casa que quieren y con la educación y sanidad que merecen. En definitiva, quiero ser Presidente para desbloquear esta situación, para recuperar la concordia, para gobernar para todos por todo lo que nos une y para recuperar ese espíritu de ESPAÑA SUMA, para que no volvamos a fragmentar el voto del centro derecha como pasó en abril porque sólo el PP puede ganar al Partido Socialista y puede formar Gobierno, un Gobierno de cambio. Por tanto, unamos nuestros votos para unir España”.

Aunque me temo que, de no conseguirse esa difícil victoria del PP con apoyos suficientes y pese a la profecía del singular Miguel Ángel Revilla ayer desde Bilbao de que “no habrá nuevas elecciones”, unos días después de dejar caer que está “abierto a reconciliarse con el Partido Popular en un hipotético pacto entre Pablo Casado y Ciudadanos”, el escenario de la repetición electoral está más cerca de lo que necesita España.

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Opinión

Hipótesis sobre los resultados de las elecciones catalanas. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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No está muy claro cuál va a ser la repercusión de las elecciones catalanas, ni siquiera los resultados. Se ignora, por el momento, el efecto que pueden tener medidas como la amnistía, los casos de corrupción y cómo reaccionará el electorado nacionalista. Ni siquiera en la derecha están claros los resultados. Todo empezará a verse más claro cuando se sepa el resultado de las elecciones vascas (que albergan menos incertidumbres) y cuando se deshinchen los globos mediáticos sobre el “Caso PSOE” y la respuesta socialista activando el ventilador de la corrupción (esto es, cuando se vayan conociendo los alcances jurídicos y penales de ambos casos). Al mismo tiempo, ni siquiera están claros algunos candidatos que se presentarán (empezando por Puigdemont), ni mucho menos son creíbles los sondeos publicados. Así pues, vamos a intentar contemplar distintas hipótesis.

ILLA: ¿SUBIRÁ O BAJARÁ? YA NADA DEPENDE DE ÉL NI DE SU CAMPAÑA

En nuestra opinión Illa es un candidato “tocado” por sus propios errores durante la pandemia (él mismo dijo que al ser nombrado “ministro de sanidad”, no tenía ni idea de sanidad y nadie esperaba que se produjera la llamada “pandemia”) que no afectan solamente al manejo alegre de fondos del ministerio que se perdieron en mascarillas inservibles, tests igualmente falsos y material caro, malo y que se destruyó sin exigir devoluciones. Lo peor no es esto: esto sería, en el peor de los casos, incapacidad para gestionar un ministerio (algo previsible en un tipo que carecía por completo de experiencia en gestión y cuyo modesto título de “licenciado en filosofía” no le ayudaba en nada). Lo peor es que durante la gestión de Illa murió gente. Entonces, cuando el miedo atenazaba a la sociedad española, estábamos poco dispuestos a creer que la mayoría de las muertes se debían a la “mala praxis médica” recomendada por la Organización Mundial de la Salud, pero, desde entonces, las voces que ya lo advirtieron en aquel momento, se han convertido en un clamor. Y no, no somos negacionistas: existió pandemia y existió el virus… pero el mayor crimen fue recomendar unos protocolos que, en lugar de erradicar el virus cuando aún se podía, tendían a “hundirlo” en los pulmones de donde ya era imposible erradicarlo. Esa es la tesis que cada día gana más fuerza y que, en su momento, pocos médicos se atrevieron a denunciar.

Aquella mala gestión, presentada por Sánchez como un “gran éxito”, fue suficiente para desplazar a Illa al frente del PSC catalán en donde sigue. Ahora queda saber, si en los dos meses y medio que quedan hasta las elecciones, surgirán nuevas informaciones, tanto sobre el descontrol que existía en el ministerio de sanidad durante su gestión, como el error de aplicar protocolos contraproducentes en el trato de la enfermedad. El futuro de Illa dependerá, en gran medida, de esto, pero, además se le junta otro problema.

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EL PRECIO DE LA AMNISTÍA QUE PAGARÁN LOS SOCIALISTAS

El electorado socialista que permanezca fiel al PSC deberá de aceptar la versión oficial pedrosanchista sobre la oportunidad de conceder la amnistía: que se trató de una medida para poner el contador a cero, limpiar los errores del pasado, perdonar delitos de todo tipo a cambio de garantizar la convivencia. Pero este razonamiento es débil por dos motivos: el primero de todos, que el contador no está a cero. En realidad, los independentistas, ahora, están más fuertes que antes: consideran que no hicieron nada ilegal y, han repetido, por activo y por pasiva, que volverían a hacerlo. Así pues, los propios independentistas se encargan de desmentir y desmontar el razonamiento de quien les ha indultado. El segundo motivo es que resulta demasiado evidente que Sánchez sigue en el poder gracias a los 7 votos de Junts y que los ha obtenido para alcanzar una escuálida mayoría, obteniendo a cambio, solamente, la seguridad de mantenerse unos meses más en el poder.

La maniobra ha sido urdida por Sánchez, pero su virrey en Cataluña es el que tendrá que dar la cara ante su electorado. La duda es si una cuarta parte de los votos que obtuvo el PSC en las elecciones generales, seguirá pensando que el PSC era el muro más seguro contra el independentismo, seguirá fiel a la sigla o se habrá convencido de que el PSC no solamente no es el “muro”, sino que es el ariete: esto es, el muñeco que, manejado por el independentismo, consigue abatir, mucho mejor que ellos mismos, las resistencias de la unidad del Estado. Porque esto es lo que viene produciéndose desde Pascual Maragall, el hombre, con el cerebro ya desbaratado por la enfermedad, que se obstinó en la reforma del Estatuto (cuando no existía demanda social alguna), pacto con ERC y dio origen al problema que actualmente sigue vivo (y no lo estaba a principios del milenio, salvo en minorías juveniles muy radicalizadas).

LO IMPORTANTE ES QUIEN SUPERARÁ A QUIEN: ERC A JUNTS O VICEVERSA

El espacio independentista es, literalmente, caótico: ni siquiera dentro de las dos grandes formaciones (ERC y Junts) se está de acuerdo en lo que se pretende y mucho menos en cómo conseguirlo. Una nebulosa se percibe en ambos partidos en sus propuestas. Agitan todavía el tema de la independencia, pero da la sensación de que lo único que les interesa es liquidar el asunto, consiguiendo un “referéndum de autodeterminación” (“no vinculante” para unos y “vinculante” para otros). A diferencia de en 2007, los más lúcidos, dan por sentado que ese referéndum daría un resultado negativo… pero, al menos, podrán ´decir a su electorado, “lo hemos intentado”. Pocos son -pocos de los que tienen neuronas y las utilizan- los que piensan que la independencia de Cataluña es posible en las actuales circunstancias. El fracaso del “procés”, les ha hecho meditar… aunque no tengan el valor de afirmarlo públicamente, porque, como se sabe, el fin de un partido nacionalista/independentista es la independencia y, si esta no se puede conseguir, ¿para qué existe la sigla?

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No vamos a presenciar un debate entre dos programas políticos realistas, sino entre un programa “posibilista” (el de ERC) que quiere seguir detentando las riendas de la gencat, y un programa “agresivo” (el de Junts) que quiere restituir en la presidencia a Puigdemont. Los dos se declaran “indepes” y quieren convencer a su electorado de que lo siguen siendo, pero, en realidad, los dos, lo que quieren es tener las más amplias parcelas de poder para alimentar a sus cuadros. Eso es todo. La duda de si se producirá el sorpasso de Junts a ERC o si ERC mantendrá la hegemonía en el jardín indepe, es lo único que está en juego. ¿Referéndum? Ambos partidos han llegado a la conclusión de que lo mejor es… “jugar y perder”.

 

LAS FUERZAS NO INDEPENDENTISTAS

Teniendo en cuenta que el PSC juega la carta del equívoco desde la misma fusión de las distintas ramas del socialismo catalán en la transición, y su postura “federalista” es tan inviable como la “independentista”, el electorado que todavía conserva cierto sentido de la realidad nacional e internacional, está ubicado fuera de los márgenes del ambiguo socialismo catalán. En efecto, nos estamos refiriendo al PP, a Vox y a los restos de Ciudadanos. El electorado no independentista y “españolista” o “estatalista”, desearía que estas formaciones se presentaran bajo una misma etiqueta. De hecho, la lógica política implica que así debiera ser y que el poder de atracción de un polo así concebido sería el tercer actor político en Cataluña (tras el bloque independentista y tras el PSC). ¿O hay que recordar que Ciutadans, fue el partido más votado en las elecciones regionales de 2017? Y su programa se reducía a un solo punto: “no al nacionalismo – no al independentismo”.

Por otra parte, la derecha no ha extraído conclusiones de su derrota en las elecciones generales de 2023 que se debió a presentarse dividida en dos opciones, lo que permitió que se perdieran “restos” en beneficio del PSOE y en aplicación de la Ley d’Hondt. Cada uno de los dos partidos cree que podrá quedar “por delante” del otro en Cataluña. Pero, lo que está demasiado claro, es que la división de las fuerzas “estatalistas” seguirá siendo el factor que las suma en la irrelevancia en la política regional.

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Si el PP queda por delante de Vox, su dirección podrá alardear de “éxito electoral” (lo más probable es que aumente el número de votos, lo que no está tan claro es de dónde procederán esos votos, si de Vox o de sectores decepcionados con el PSC) y reforzar el previsible avance que obtenga en las elecciones vascas, en donde las últimas encuestas dan una pérdida notable de votos al PSOE (en beneficio, por una parte, de Bildu y, por otra, del PP). Para Vox, quedar por delante del PP supondría mantenerse como una opción tentadora para los votantes de este último partido que cada vez más quieren posiciones más claras y menos contemporizadoras.

De todas formas, el gran error y lo que limitará las posibilidades y los resultados “estatalistas” es su persistencia en desconocer que solamente un “programa único” podría llevarlos a competir con los dos otros bloques de la política catalana.

LO QUE SERÍA DESEABLE PARA EL ESTADO

Cataluña es la única reserva importante de votos que le queda a Pedro Sánchez. Sean cuales sean sus resultados en el País Vasco, aquella comunidad no puede aportar numéricamente gran cosa al PSOE. Si Sánchez consigue detener la sangría de votos socialistas catalanes, corre el riesgo de estabilizar su situación (hoy extremadamente precaria). Pero, para eso, haría falta que Illa obtuviera un buen resultado y que esto le permitiera entrar en el gobierno de la gencat, junto a ERC (en caso de que este último, como es seguro, no obtuviera una mayoría suficiente para gobernar en solitario).

Desde el punto de vista del “interés nacional” y de la “gobernabilidad del Estado”, una derrota socialista en Cataluña o, al menos, un descenso significativo de votos (al que se uniría en apenas un mes, una derrota previsible y sin paliativos de toda la izquierda europea en las elecciones de la Unión Europea), es deseable, necesaria y supondría otro golpe de piqueta para la existencia de la sigla “PSOE”.

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Desde que se inició el “procés”, siempre hemos sostenido que la independencia de Cataluña era completamente imposible, además de inviable. Cada vez estamos más convencidos de esta afirmación. La situación catalana está tan degradada, especialmente en materia de orden público y seguridad ciudadana que, aunque la temática no ocupa el primer plano en los programas de los partidos, está ahí para quien verla: un tercio de la población catalana ha nacido fuera de España o son hijos de extranjeros; ya existen zonas en Cataluña en donde la policía ha sido expulsada y diariamente se repiten incidentes cuando la policía entra en barrios de Salou, de Tarrasa o incluso en zonas de la propia Ciudad Condal, las prisiones catalanas están descontroladas (el asesinato de una cocinera y las protestas de los funcionarios han exteriorizado la situación de control que ejercen los presos procedentes del Magreb), Barcelona ya es considerada como una de las ciudades más peligrosas del mundo… Y todo esto con la policía nacional y la Guardia Civil, literalmente expulsadas del territorio catalán y con una policía autonómica desbordada y sin posibilidades de combatir a la delincuencia. A esto se suman los problemas de desindustrialización, gentrificación, la concentración de la mitad de la población catalana en torno a la ciudad de Barcelona, con un campo abandonado a su suerte y un gobierno de la gencat, consciente de todos estos problemas, pero ansioso de comprar la paz étnico-social mediante subsidios y seguir creyendo que con un certificado de catalán, los casi dos millones de inmigrantes e hijos de inmigrantes ya están integrados.

Sin olvidar que Cataluña tiene la tasa de natalidad más baja de todo el Estado (y el Estado Español una de las más bajas de todo el mundo)… ¿Quién iba a decir que después de 45 años de “Generalitat de Catalunya” la propia identidad catalana estaría en trance de desaparecer? Por que ese es el problema real y de fondo al que se enfrenta la sociedad catalana. Por mucho que se empeñe la gencat en llamar al engendro creado “Cataluña multicultural”, lo cierto es que, si es “multicultural” no es “catalana”. Ni siquiera europea. Por eso, siempre hemos sostenido que una Cataluña independiente tendría muchas más posibilidades de integrarse en la Liga Árabe que en la UE… Lo dijimos y lo mantenemos.

 

Ernesto Milá.

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