Connect with us

Opinión

“Perdón, soy hombre y no lo puedo evitar”, la muerte anunciada de la virilidad

Avatar

Published

on

¡Comparte esta publicación!

El hombre se hace feminista cuando no sabe ya cómo agradar a las mujeres. La mujer se hace feminista cuando ya no sabe cómo agradar a los hombres (Enrique Jardiel Poncela).

Hace ya una década que se puso a la venta en Francia el libro de Eric Zemmour “Le premier sexe”. En España fue editado en 2007 con que fue editado en español con el título “Perdón, soy hombre y no lo puedo evitar” por Ediciones Áltera.

Desgraciadamente salvo para etiquetar al autor de “facha”, “misógino”, y cosas por el estilo, de poco más se hicieron eco los medios de información hace diez años.

Éric Zemmour es una persona archiconocida en Francia por su actitud de llamar a las cosas por su nombre, sin rodeos y sin circunloquios, y por pertenecer a lo que algunos denominan “derecha alternativa”.

Advertisement

Nacido en una modesta familia “pied-noir” (ciudadanos de origen europeo, en su mayoría de origen francés, que residían en Argelia y que se vieron obligados a salir de ese país tras la independencia en 1962) de origen judío-sefardí, formado en el Instituto de Estudios Políticos de París, Zemmour es editor del periódico liberal-conservador Le Figaro (Paris). Personalidad mediática, colaborador asiduo de varios programas televisivos, autor exitoso de ensayos políticos, articulista apreciado, es hombre independiente, incluso iconoclasta y por lo tanto controvertido. Quien lea su libro, que lleva por titulo “El primer sexo”, una réplica al “Segundo sexo” de la papisa del feminismo, la amante de Sartre, Simone de ea, descubrirá a un escritor inteligente, culto, brillante, con enorme sentido del humor.

Éric Zemmour se define como “soberanista” y contra “el derecho de injerencia”, la intervención en un Estado soberano por parte de uno o varios Estados u organizaciones internacionales, mediante la fuerza armada y sin su consentimiento; tampoco les sorprenderá si les digo que propone abiertamente un mayor control de la inmigración y que abomina del llamado “multiculturalismo”, y por supuesto, es abiertamente antifeminista y contrario a las bodas entre homosexuales… Tampoco les extrañará si les digo que viene advirtiendo sin cesar del suicidio al que casi de forma irremediable caminan su propio país y la civilización occidental, si prosigue la creciente islamización, a la vez que los europeos cada vez traen menos hijos al mundo.

Pienso que es sumamente interesante retomar el libro al que aludía al principio:

La tesis de Eric Zemmour es sencilla. El llamado “segundo sexo” ha venido a ser el primero e incluso el único. El feminismo ha descalificado al “macho”. La ideología sesentayochesca ha permitido un nuevo avance de los valores femeninos. La sociedad europea y occidental se afemina a pasos agigantados. El homosexual -“gay”- viene a ser el nuevo modelo cuyas imágenes positivas, proyectadas sin tregua en los medios de comunicación, acaban moldeando la mente de la gente corriente, del ciudadano medio. El hombre moderno se depila, se perfuma, se adorna con afectación, lleva joyas y bisutería, y todo ello fomenta el consumo. Hombres o mujeres, todos iguales, nos convertimos de esa manera en excelentes y entusiastas consumidores.

El “macho” tradicional, el hombre que respeta a su madre, protege a su mujer y se siente responsable de sus hijos, es una especie en extinción. Se muere el hombre tradicional activo, emprendedor, resolutivo, aficionado al riesgo, a la acción y a la aventura. En adelante, el hombre moderno deberá cooperar, comunicar y conservar en vez de competir, obrar y transgredir. Elegirá la efímera pareja antes que la familia duradera, el indispensable hogar de los niños.

Advertisement

“¿A qué se parece el hombre ideal?”, se pregunta Éric Zemmour en su libro.

El texto de Zemmour es una reflexión sobre la feminización de la sociedad occidental. “El hombre ideal se depila, compra productos de belleza, lleva joyas, sueña con el amor eterno, cree a pie juntillas en los valores femeninos, prefiere el compromiso a la autoridad y, más que de la lucha, es partidario del diálogo y la tolerancia. El hombre ideal es una verdadera mujer”.

Sí, Zemmour nos habla de aquello que en España ya se ha acabado convirtiendo en costumbre: el que algunos varones cuando abren la boca empiezan por pedir perdón por haber nacido con pene, y añaden que están en búsqueda de “su lado femenino”.

Todo ello es resultado de un proceso contradictorio de aceptación a medias, a la vez que de rechazo -también a medias- del feminismo por parte de una gran mayoría de mujeres. Habiendo descartado, tras varios decenios de tanteo, la poco seductora perspectiva de comportarse como hombres, la mayoría de las mujeres “han sacado de esa paradoja una conclusión radical pero, sin embargo, lógica: ya que las mujeres no han conseguido transformarse en hombres, es necesario transformar a los hombres en mujeres”.

Al mismo tiempo que trata de explicarnos el asunto del doble pensar acerca del feminismo por pare de las mujeres, Zemmour establece un paralelismo muy oportuno con los regímenes comunistas de los que el feminismo es deudor ideológico a través de Engels y Beauvoir. Nos cuenta Zemmour que igualmente que algunos comunistas y no comunistas disculparon a Lenin de los desmanes, tropelías, y crímenes cometidos por los estalinistas, así hacen muchas personas cuando hablan del feminismo como algo “bueno”, incluso necesario y consideran que hay “feminismos” y feminismos y que el denominado “de género” en nada tiene que ver con el feminismo genuino, el de las sufragistas, el de los primeros tiempos… Pero, al igual que acabó ocurriendo con el comunismo marxista, la distinción ha acabado por derrumbarse. El estalinismo se hallaba ya dentro, formaba parte del leninismo. Del mismo modo, el feminismo es un bloque. Es una visión del mundo, una voluntad de cambiar a la mujer y al hombre. Borrar 5.000 años de distinción de roles y universos, como ha escrito muy bien Élisabeth Badinter (paradójicamente antigua discípula de Simone de Beauvoir). En suma, destruir la herencia judeocristiana.

Advertisement

Por eso, precisamente, el feminismo es un ‘-ismo’ del siglo XX que no puede escapar a sus demonios totalitarios.

Zemmour nos pone múltiples ejemplos de tales afanes totalitarios y liberticidas en su libro: “He visto en la televisión un debate entre un joven agricultor, que confesaba algo avergonzado que, sin la prostitución, nunca habría conocido mujer, y Anne Hidalgo, adjunta socialista al alcalde de París, (cuando Zemmour escribió su libro) que, con mirada asesina, le recriminaba: “¡Usted necesita tratamiento médico!”.

Retrocediendo unos cuantos siglos en la Historia de Francia, Éric Zemmour nos recuerda que en el siglo XVIII, Montesquieu y Rousseau ya advertían sobre las terribles consecuencias que podría tener como resultado el cada vez mayor poder de las mujeres y de los peligrosos alcances que podría acarrear el afeminamiento de la sociedad. Las mujeres de la alta sociedad adquirieron entonces un poder considerable. Por ejemplo, quien realmente ostentaba el poder durante el reinado de Luis XV era Madame de Pompadour, hasta el punto de conseguir que los hasta entonces tradicionales aliados de Francia dejaran de serlo, de forma que Austria, el enemigo tradicional de Francia, pasara a no serlo, en contra de Rusia, que había sido amiga de Francia desde los tiempos del Cardenal Richelieu. También fue ella la causante de la caída en desgracia de los jesuitas, para regocijo y aplauso de la izquierda filosófica de la época.

“En los salones de entonces –nos cuenta Zemmour- son las mujeres quienes organizan el encuentro profético de las dos élites: la aristocrática o del nacimiento, y la burguesa o de la inteligencia. Mezcla verdaderamente revolucionaria. Son ellas quienes seleccionan a los afortunados elegidos, según sus propios criterios, en detrimento de un Rousseau que nunca complace”.

Sin embargo, las feministas actuales no consideran suficiente esa participación femenina en el poder político del siglo XVIII, y “repiten maquinalmente que sólo las mujeres de la alta sociedad tenían algo que ver con esa evolución -¡Al parecer de estas lumbreras, el rey pedía opinión a los campesinos varones cuando tenía que tomar alguna decisión trascendente!- y que las mujeres tenían que pasar por el lecho del rey para tener influencia”, nos dice Zemmour con sentido del humor. Y añade, en una aseveración sin duda sorprendente para los españolitos de a pie y no tan pedestres, acostumbrados a la castidad oficial de nuestra clase política, que “podrían contarse con los dedos de una mano las mujeres políticas de estatura nacional que no hayan pasado por los brazos de uno de los tres monarcas franceses de los últimos 30 años: Giscard, Miterrand, Chirac”.

Advertisement

Tampoco tiene desperdicio la mención que hace de “la paridad”: para conseguir tal cosa y no habiendo suficiente competencia femenina, las listas electorales se han recargado de esposas, amantes, hermanas, primas, secretarias, antiguas novias y adjuntas de prensa.

Igualmente, son de especial interés las observaciones históricas que hace Zemmour en relación con el Código Civil redactado por Napoleón e inspirador de una legislación civil europea que se ha mantenido vigente hasta bien entrado el siglo pasado y en la que el feminismo ha encontrado uno de sus blancos preferidos. Tras el breve paréntesis de austeridad encarnado por la Revolución Francesa comienza, con el Directorio, un nuevo período en el que las mujeres vuelven a ocupar un lugar preponderante. En la sociedad de los increíbles y las maravillosas, la libertad de las mujeres asombra a toda Europa: “las mujeres cambian fácilmente de amante; se casan y se divorcian con la misma rapidez; las tasas de divorcio (que, en París, pone fin a uno de cada tres matrimonios) son casi similares a las actuales; las familias se destruyen y la educación de los hijos es deficiente. […] Es esta sociedad ‘decadente’, como aún se atrevían a decir entonces, la que Napoleón tiene ante sus ojos cuando comienza los trabajos del Código Civil. Ante sus ojos, exactamente, ya que su propia mujer, Josefina, más ligera que sensual, es la encarnación de esa sociedad”.

En ese contexto, el Código Civil impone un marco más estricto a la libertad social de la mujer y, con ello, y sin renunciar al principio del divorcio, logra frenar el vertiginoso ritmo de disolución de las familias. La crítica retrospectiva siempre es fácil. Pero, sin el Código napoleónico, ¿cómo habría evolucionado la sociedad francesa del siglo XIX con una tasa de divorcios similar a la actual?

La sociedad moderna finge creer en los principios de igualdad y respeto en las relaciones entre hombre y mujer. Pero, por poner un ejemplo, jamás se ha visto a una actriz colgada del brazo de un dependiente de carnicería –nos recuerda Zemmour-, y sin embargo es frecuente ver a hombres muy feos, al volante de fabulosos coches deportivos y acompañados de seductoras personas del sexo femenino (¿No les suena esto a cuando en las últimas elecciones en los EEUU, pusieron de todos los colores a Donal Trump por afirmar algo semejante?).

Las estadísticas oficiales demuestran que las mujeres suelen repudiar a su marido y solicitar el divorcio, de manera más frecuente cuando los hombres están desempleados, sin que ello se deba necesariamente a un problema material, ya que son muchas las mujeres capaces de ganarse la vida trabajando fuera del hogar. Esto nos recuerda el juego de palabras de Warren Farrell, según el cual la mujer es sex object [objeto sexual] para el hombre en la misma medida en que el hombre es success object [objeto de éxito] para la mujer.

Advertisement

El acoso y derribo, el linchamiento de todo lo que huela a masculino comienza casi desde el parvulario, territorio casi exclusivamente femenino ¿Conocen ustedes a muchos profesores de enseñanza infantil? El Ministerio de Instrucción Pública, de Enseñanza ha pasado a ser, en casi todas partes, Ministerio de Educación. “En lugar del proyecto paternal de instruir [instruere significa ‘armar para la batalla, equipar, dotar’] se adopta el proyecto maternal de educar [educare significa, en su primera acepción, ¡alimentar!]. La instrucción, que recurre a la inteligencia, a la capacidad racional, es sustituida por la educación, con su dimensión afectiva y su orientación a la expansión de la personalidad del niño.

Otra conquista “histórica” ha sido el aborto. En los años 70 el eslogan de moda era “mi cuerpo es mío”. Los hombres, obsesionados por el sexo, pensaban que, con esa frase, las mujeres estaban reivindicando su derecho a acostarse con quien les plazca, sin ser molestadas por sus padres o maridos, nos dice Zemmour. Pero a los varones de entonces no se les pasaba por la cabeza su verdadera trascendencia. Lo que las mujeres querían decir realmente era que sus hijos les pertenecían, que tenían derecho de vida y de muerte sobre ellos. Y, en efecto, los hijos, que antes tenían un derecho inalienable a nacer y, como mucho, pertenecían a Dios o al Estado, a partir de los años 70 del siglo XX, en las sociedades occidentales, pertenecen a las mujeres.

Presten atención al análisis de Zemmour:

“El número anual de abortos en Francia se ha estabilizado en torno a los 200.000, respecto de 764.500 nacimientos, según los últimos datos (¡Ojo, son cifras de hace una década, no se olviden!) En un artículo reciente de Le Figaro, Emmanuel Le Roy Ladurie señala que esa proporción (uno de cada cinco) corresponde a las tasas de mortalidad infantil, en el sentido clásico, existentes en el reinado de Luis XV.

Para ese viaje no son menester alforjas … ¿Dos siglos para eso? Estas cifras tendrán acabarán teniendo terribles consecuencias más pronto que tarde en el futuro de los países europeos. Los principales demógrafos nos advierten sobre el futuro de Alemania o de Italia; en el caso de este segundo país, la población habrá descendido a 20 millones de personas dentro de algunos decenios. Desde hace 30 años, todo el mundo se extasía ante el control perfecto de la fecundidad por parte de las mujeres gracias a la contracepción y al aborto. Pero, “casualmente” se suelen olvidar de que el fin de esa historia será tremendamente desgraciado y conducirá inevitablemente a la desaparición programada de los pueblos europeos, al no haber recambio generacional, el envejecimiento progresivo, acelerado de la población, el invierno demográfico conducirá al suicidio colectivo.

Advertisement

Aunque Zemmour no nombre a España, los que siempre hemos estado en el vagón de cola de Europa, de la “modernidad”, ya estamos situados en las primeras posiciones y hemos alcanzado el dudoso honor de estar en la locomotora que camina hacia el abismo. También España ha incorporado la costumbre de esperar casi al penúltimo óvulo del ciclo reproductivo para iniciar las tareas de fecundación, cada día es mayor el número de mujeres, madres “cuarentonas” e incluso “cincuentonas”. Y por otro lado, las denominadas leyes “de igualdad y género” fomentan el divorcio por desahucio y por repudio –del varón, claro- garantizando que España conduzca definitivamente la locomotora europea que camina hacia el suicidio.

Frente a este panorama, sin duda aterrador, los progresistas consecuentes y los tecnócratas competentes tienen una solución: la inmigración. Pero ahí las feministas se han encontrado una piedra inesperada en el zapato; ¡Han planificado con tanta ilusión una arcadia feminista, purificada de sus segregaciones masculinas, para acabar recluidas en una Eurabia o una Euráfrica rebosantes de testosterona!

Es la gran paradoja de la historia de una feminización que, en realidad, no ha sido más que una “desvirilización”, según Zemmour: la “pulsión de vida” femenina frente a la “pulsión de muerte” masculina. Esquema que afirma que las mujeres no destruyen, sino que protegen; no crean, sino que mantienen; no inventan, sino que conservan; no fuerzan, sino que preservan; no infringen, sino que civilizan. Por ello, la feminización de los hombres ha traído consigo una descompensación del tradicional equilibrio entre ambas pulsiones. “Al feminizarse –dice Zemmour-, los hombres se castran a si mismos, se esterilizan, no se permiten ninguna audacia, no emprenden ninguna innovación, no osan transgredir nada de nada; se contentan con conservar. Entre otras cosas, la feminización de la sociedad y el consiguiente debilitamiento de las pulsiones masculinas explican el estancamiento y el declive intelectual y económico de Europa.

Éric Zemmour, que aparentemente no se ha percatado del parentesco y los antepasados comunes del feminismo y el comunismo (tal vez no haya leído aún el Manifiesto Scum de Valèrie Solanas y “La familia, la propiedad y el estado” de Federico Engels) llega, sin embargo, a emparejarlos en su desenlace previsible. Según él la feminización de los hombres obedece a una voluntad de escapar a la tiranía de una Razón que ilumina, para lo mejor y lo peor, la historia de Occidente. La feminización de los hombres y de la sociedad se vive como una alternativa feliz, la búsqueda de una nueva edad de oro, la parusía universal. El sueño feminista ha sustituido al sueño comunista. Y ya se sabe cómo acaban esos sueños.
Decía un tal Francisco de Goya y Lucientes aquello de “los sueños de la razón producen monstruos”.
Pues, “eso”.

Una vez terminado de leer, cundo un acaba cerrando el valiente libro de Eric Zemmour no puede evitar seguir interrogándose sobre la profunda crisis demográfica de Europa, la feminización-afeminamiento y pérdida de energía de sus pueblos, su sustitución por minorías étnicas inmigradas, indudablemente más viriles… Pero lo más trágico de la historia es que la mujer contemporánea acaba siendo su propia víctima. Se afana en domesticar y afeminar a su compañero, conforme a los nuevos cánones de la sociedad moderna, pero cuando lo consigue y se despierta, rechaza, desprecia, pisotea a su hombre tachándolo de pelele o maricón sin el menor problema. Por fin sola, puede soñar de nuevo en encontrar a un hombre de verdad.

Advertisement

Advertisement
Click para comentar

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Opinión

Hipótesis sobre los resultados de las elecciones catalanas. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

Published

on

¡Comparte esta publicación!

No está muy claro cuál va a ser la repercusión de las elecciones catalanas, ni siquiera los resultados. Se ignora, por el momento, el efecto que pueden tener medidas como la amnistía, los casos de corrupción y cómo reaccionará el electorado nacionalista. Ni siquiera en la derecha están claros los resultados. Todo empezará a verse más claro cuando se sepa el resultado de las elecciones vascas (que albergan menos incertidumbres) y cuando se deshinchen los globos mediáticos sobre el “Caso PSOE” y la respuesta socialista activando el ventilador de la corrupción (esto es, cuando se vayan conociendo los alcances jurídicos y penales de ambos casos). Al mismo tiempo, ni siquiera están claros algunos candidatos que se presentarán (empezando por Puigdemont), ni mucho menos son creíbles los sondeos publicados. Así pues, vamos a intentar contemplar distintas hipótesis.

ILLA: ¿SUBIRÁ O BAJARÁ? YA NADA DEPENDE DE ÉL NI DE SU CAMPAÑA

En nuestra opinión Illa es un candidato “tocado” por sus propios errores durante la pandemia (él mismo dijo que al ser nombrado “ministro de sanidad”, no tenía ni idea de sanidad y nadie esperaba que se produjera la llamada “pandemia”) que no afectan solamente al manejo alegre de fondos del ministerio que se perdieron en mascarillas inservibles, tests igualmente falsos y material caro, malo y que se destruyó sin exigir devoluciones. Lo peor no es esto: esto sería, en el peor de los casos, incapacidad para gestionar un ministerio (algo previsible en un tipo que carecía por completo de experiencia en gestión y cuyo modesto título de “licenciado en filosofía” no le ayudaba en nada). Lo peor es que durante la gestión de Illa murió gente. Entonces, cuando el miedo atenazaba a la sociedad española, estábamos poco dispuestos a creer que la mayoría de las muertes se debían a la “mala praxis médica” recomendada por la Organización Mundial de la Salud, pero, desde entonces, las voces que ya lo advirtieron en aquel momento, se han convertido en un clamor. Y no, no somos negacionistas: existió pandemia y existió el virus… pero el mayor crimen fue recomendar unos protocolos que, en lugar de erradicar el virus cuando aún se podía, tendían a “hundirlo” en los pulmones de donde ya era imposible erradicarlo. Esa es la tesis que cada día gana más fuerza y que, en su momento, pocos médicos se atrevieron a denunciar.

Aquella mala gestión, presentada por Sánchez como un “gran éxito”, fue suficiente para desplazar a Illa al frente del PSC catalán en donde sigue. Ahora queda saber, si en los dos meses y medio que quedan hasta las elecciones, surgirán nuevas informaciones, tanto sobre el descontrol que existía en el ministerio de sanidad durante su gestión, como el error de aplicar protocolos contraproducentes en el trato de la enfermedad. El futuro de Illa dependerá, en gran medida, de esto, pero, además se le junta otro problema.

Advertisement

EL PRECIO DE LA AMNISTÍA QUE PAGARÁN LOS SOCIALISTAS

El electorado socialista que permanezca fiel al PSC deberá de aceptar la versión oficial pedrosanchista sobre la oportunidad de conceder la amnistía: que se trató de una medida para poner el contador a cero, limpiar los errores del pasado, perdonar delitos de todo tipo a cambio de garantizar la convivencia. Pero este razonamiento es débil por dos motivos: el primero de todos, que el contador no está a cero. En realidad, los independentistas, ahora, están más fuertes que antes: consideran que no hicieron nada ilegal y, han repetido, por activo y por pasiva, que volverían a hacerlo. Así pues, los propios independentistas se encargan de desmentir y desmontar el razonamiento de quien les ha indultado. El segundo motivo es que resulta demasiado evidente que Sánchez sigue en el poder gracias a los 7 votos de Junts y que los ha obtenido para alcanzar una escuálida mayoría, obteniendo a cambio, solamente, la seguridad de mantenerse unos meses más en el poder.

La maniobra ha sido urdida por Sánchez, pero su virrey en Cataluña es el que tendrá que dar la cara ante su electorado. La duda es si una cuarta parte de los votos que obtuvo el PSC en las elecciones generales, seguirá pensando que el PSC era el muro más seguro contra el independentismo, seguirá fiel a la sigla o se habrá convencido de que el PSC no solamente no es el “muro”, sino que es el ariete: esto es, el muñeco que, manejado por el independentismo, consigue abatir, mucho mejor que ellos mismos, las resistencias de la unidad del Estado. Porque esto es lo que viene produciéndose desde Pascual Maragall, el hombre, con el cerebro ya desbaratado por la enfermedad, que se obstinó en la reforma del Estatuto (cuando no existía demanda social alguna), pacto con ERC y dio origen al problema que actualmente sigue vivo (y no lo estaba a principios del milenio, salvo en minorías juveniles muy radicalizadas).

LO IMPORTANTE ES QUIEN SUPERARÁ A QUIEN: ERC A JUNTS O VICEVERSA

El espacio independentista es, literalmente, caótico: ni siquiera dentro de las dos grandes formaciones (ERC y Junts) se está de acuerdo en lo que se pretende y mucho menos en cómo conseguirlo. Una nebulosa se percibe en ambos partidos en sus propuestas. Agitan todavía el tema de la independencia, pero da la sensación de que lo único que les interesa es liquidar el asunto, consiguiendo un “referéndum de autodeterminación” (“no vinculante” para unos y “vinculante” para otros). A diferencia de en 2007, los más lúcidos, dan por sentado que ese referéndum daría un resultado negativo… pero, al menos, podrán ´decir a su electorado, “lo hemos intentado”. Pocos son -pocos de los que tienen neuronas y las utilizan- los que piensan que la independencia de Cataluña es posible en las actuales circunstancias. El fracaso del “procés”, les ha hecho meditar… aunque no tengan el valor de afirmarlo públicamente, porque, como se sabe, el fin de un partido nacionalista/independentista es la independencia y, si esta no se puede conseguir, ¿para qué existe la sigla?

Advertisement

No vamos a presenciar un debate entre dos programas políticos realistas, sino entre un programa “posibilista” (el de ERC) que quiere seguir detentando las riendas de la gencat, y un programa “agresivo” (el de Junts) que quiere restituir en la presidencia a Puigdemont. Los dos se declaran “indepes” y quieren convencer a su electorado de que lo siguen siendo, pero, en realidad, los dos, lo que quieren es tener las más amplias parcelas de poder para alimentar a sus cuadros. Eso es todo. La duda de si se producirá el sorpasso de Junts a ERC o si ERC mantendrá la hegemonía en el jardín indepe, es lo único que está en juego. ¿Referéndum? Ambos partidos han llegado a la conclusión de que lo mejor es… “jugar y perder”.

 

LAS FUERZAS NO INDEPENDENTISTAS

Teniendo en cuenta que el PSC juega la carta del equívoco desde la misma fusión de las distintas ramas del socialismo catalán en la transición, y su postura “federalista” es tan inviable como la “independentista”, el electorado que todavía conserva cierto sentido de la realidad nacional e internacional, está ubicado fuera de los márgenes del ambiguo socialismo catalán. En efecto, nos estamos refiriendo al PP, a Vox y a los restos de Ciudadanos. El electorado no independentista y “españolista” o “estatalista”, desearía que estas formaciones se presentaran bajo una misma etiqueta. De hecho, la lógica política implica que así debiera ser y que el poder de atracción de un polo así concebido sería el tercer actor político en Cataluña (tras el bloque independentista y tras el PSC). ¿O hay que recordar que Ciutadans, fue el partido más votado en las elecciones regionales de 2017? Y su programa se reducía a un solo punto: “no al nacionalismo – no al independentismo”.

Por otra parte, la derecha no ha extraído conclusiones de su derrota en las elecciones generales de 2023 que se debió a presentarse dividida en dos opciones, lo que permitió que se perdieran “restos” en beneficio del PSOE y en aplicación de la Ley d’Hondt. Cada uno de los dos partidos cree que podrá quedar “por delante” del otro en Cataluña. Pero, lo que está demasiado claro, es que la división de las fuerzas “estatalistas” seguirá siendo el factor que las suma en la irrelevancia en la política regional.

Advertisement

Si el PP queda por delante de Vox, su dirección podrá alardear de “éxito electoral” (lo más probable es que aumente el número de votos, lo que no está tan claro es de dónde procederán esos votos, si de Vox o de sectores decepcionados con el PSC) y reforzar el previsible avance que obtenga en las elecciones vascas, en donde las últimas encuestas dan una pérdida notable de votos al PSOE (en beneficio, por una parte, de Bildu y, por otra, del PP). Para Vox, quedar por delante del PP supondría mantenerse como una opción tentadora para los votantes de este último partido que cada vez más quieren posiciones más claras y menos contemporizadoras.

De todas formas, el gran error y lo que limitará las posibilidades y los resultados “estatalistas” es su persistencia en desconocer que solamente un “programa único” podría llevarlos a competir con los dos otros bloques de la política catalana.

LO QUE SERÍA DESEABLE PARA EL ESTADO

Cataluña es la única reserva importante de votos que le queda a Pedro Sánchez. Sean cuales sean sus resultados en el País Vasco, aquella comunidad no puede aportar numéricamente gran cosa al PSOE. Si Sánchez consigue detener la sangría de votos socialistas catalanes, corre el riesgo de estabilizar su situación (hoy extremadamente precaria). Pero, para eso, haría falta que Illa obtuviera un buen resultado y que esto le permitiera entrar en el gobierno de la gencat, junto a ERC (en caso de que este último, como es seguro, no obtuviera una mayoría suficiente para gobernar en solitario).

Desde el punto de vista del “interés nacional” y de la “gobernabilidad del Estado”, una derrota socialista en Cataluña o, al menos, un descenso significativo de votos (al que se uniría en apenas un mes, una derrota previsible y sin paliativos de toda la izquierda europea en las elecciones de la Unión Europea), es deseable, necesaria y supondría otro golpe de piqueta para la existencia de la sigla “PSOE”.

Advertisement

Desde que se inició el “procés”, siempre hemos sostenido que la independencia de Cataluña era completamente imposible, además de inviable. Cada vez estamos más convencidos de esta afirmación. La situación catalana está tan degradada, especialmente en materia de orden público y seguridad ciudadana que, aunque la temática no ocupa el primer plano en los programas de los partidos, está ahí para quien verla: un tercio de la población catalana ha nacido fuera de España o son hijos de extranjeros; ya existen zonas en Cataluña en donde la policía ha sido expulsada y diariamente se repiten incidentes cuando la policía entra en barrios de Salou, de Tarrasa o incluso en zonas de la propia Ciudad Condal, las prisiones catalanas están descontroladas (el asesinato de una cocinera y las protestas de los funcionarios han exteriorizado la situación de control que ejercen los presos procedentes del Magreb), Barcelona ya es considerada como una de las ciudades más peligrosas del mundo… Y todo esto con la policía nacional y la Guardia Civil, literalmente expulsadas del territorio catalán y con una policía autonómica desbordada y sin posibilidades de combatir a la delincuencia. A esto se suman los problemas de desindustrialización, gentrificación, la concentración de la mitad de la población catalana en torno a la ciudad de Barcelona, con un campo abandonado a su suerte y un gobierno de la gencat, consciente de todos estos problemas, pero ansioso de comprar la paz étnico-social mediante subsidios y seguir creyendo que con un certificado de catalán, los casi dos millones de inmigrantes e hijos de inmigrantes ya están integrados.

Sin olvidar que Cataluña tiene la tasa de natalidad más baja de todo el Estado (y el Estado Español una de las más bajas de todo el mundo)… ¿Quién iba a decir que después de 45 años de “Generalitat de Catalunya” la propia identidad catalana estaría en trance de desaparecer? Por que ese es el problema real y de fondo al que se enfrenta la sociedad catalana. Por mucho que se empeñe la gencat en llamar al engendro creado “Cataluña multicultural”, lo cierto es que, si es “multicultural” no es “catalana”. Ni siquiera europea. Por eso, siempre hemos sostenido que una Cataluña independiente tendría muchas más posibilidades de integrarse en la Liga Árabe que en la UE… Lo dijimos y lo mantenemos.

 

Ernesto Milá.

Advertisement
Continuar leyendo
Advertisement
Economía8 horas ago

Cómo hacer una tasación de vivienda?

¡Comparte esta publicación! ¿Sabías que una correcta tasación de una vivienda puede marcar la diferencia entre reducir gastos innecesarios y...

España12 horas ago

“Alvise” Pérez lo vuelve a hacer: el analista destapa un nuevo caso de corrupción en el PSOE

¡Comparte esta publicación! En las soleadas y acomodadas calles de Sotogrande, el chiringuito Gigi’s Beach era más que un mero...

España1 día ago

La canalla traidora y nacionalista gallega del PP de Feijóo: “Homenaje” al desgraciado de Castelao, que justificaba el matar y torturar “españoles”

¡Comparte esta publicación! EN LA TOMA DE POSESIÓN COMO PRESIDENTE DE LA XUNTA Feijoo y Rueda rinden homenaje a Castelao,...

España3 días ago

Corrupción al día: las noticias sin censura, por Alvise Pérez

¡Comparte esta publicación! Las noticias de verdad: ☀️1. España pierde otro juicio sobre la retirada retroactiva de las prima renovables...

Una mujer sostiene un pequeño frasco etiquetado con una etiqueta de "Vacuna contra el Coronavirus COVID-19" y una jeringa médica en esta ilustración tomada el 30 de octubre de 2020. (REUTERS/Dado Ruvic/Foto de archivo) Una mujer sostiene un pequeño frasco etiquetado con una etiqueta de "Vacuna contra el Coronavirus COVID-19" y una jeringa médica en esta ilustración tomada el 30 de octubre de 2020. (REUTERS/Dado Ruvic/Foto de archivo)
España5 días ago

INTRIGANTES NOTICIAS sobre la vacuna de Astra-Zeneca difundidas por un farmacéutico colegiado

¡Comparte esta publicación! D. Guillermo Martín, desasnando españoles. Este hombre merece una estatua.   

España1 semana ago

¡¡Alvise Pérez al Parlamento Europeo!! La mejor manera de romper un sistema es desde dentro: ¡Adelante Alvise, por España!

¡Comparte esta publicación!   Que Luis Pérez, conocido como “Alvise” Pérez en las redes, se presente a las Elecciones Europeas...

Advertisement Enter ad code here