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De “rey” del chiringuito a “enterrador” de “tinglaos”. Cosas veredes… españolito

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La actualidad manda y, sobre la marcha, cambié de opinión en mi propósito de dedicar mis reflexiones y análisis del mes de agosto a “refrescar” algunas memorias dormidas, con ideas que pudieran ayudar a explicar cómo se ha llegado a la situación actual de España, social y política, que pueden esperar una semana porque el tiempo no altera el fondo. Por el contrario, la actualidad de la esperada sesión de investidura de la candidata popular para presidir la región locomotora de España desde hace ya un par de décadas, Isabel Díaz Ayuso, creo que merece una reflexión ante algunas de las cosas escuchadas ayer en la Asamblea de Madrid.

La jornada de ayer, en la que la candidata popular fue respondiendo a las intervenciones de los representantes de la oposición, “socios” o no, porque tuvo réplicas para todos, destacó por la dureza empleada principalmente contra los del ahora feminizado Unidas Podemos e Izquierda Unida y Más Madrid, a cuyo portavoz, Íñigo Errejón, el becario de las tres comidas al día en Venezuela, calificó como “el político más traidor” por tener “Las manos manchadas de dictadura”, para añadir que “está lleno de pobreza -de los demás, que no la suya, claro-, de indignidad. De eso se compone su trayectoria política”.

Pero, aunque habría mucho que añadir, dejo al lector que escudriñe la prensa, de uno y otro color, en la que podrá encontrar numerosos comentarios y frases literales para todos los gustos, dignas de reflexión y análisis. Una réplica tan dura que ha llevado a José Mª Sardá, otro de esos millonarios de izquierdas que proliferaron en esta etapa democrática a decir que “Monasterio es Mary Poppins al lado de Ayuso”, que ya es decir, para un “odiador” nato de lo que él, entre otros muchos, califica en sus intervenciones como “extrema derecha”.

Mención especial, quizás porque sea a los que mejor conozco, merece en mi opinión la intervención de la representante de VOX, Rocío Monasterio -en su línea “Monjasterio” a la que nos tiene acostumbrados su tono monjil-. Ha dicho, entre otras cosas, que “Nuestro compromiso con el PP y Ciudadanos acaba en el momento en el que comienza el de ustedes con nosotros, que es después de esta votación”, pero sobre todo ha dejado caer una falsedad tan grande que me lleva a recordarle alguna información que seguramente ella desconoce ya que su irrupción en VOX fue después de una larga temporada como militante de base y “señora de”, lejos de la primera línea política hasta que unos años después, cuando ya faltábamos muchos, fue “elegida” presidente madrileña del partido verde y empezó a darse a conocer desde las cámaras y micrófonos de su principal plataforma en los años de travesía del desierto -si no la única junto a la alcachofa de su fiel Luis del Pino (archivox declarado y confeso), ambas de muy baja audiencia-, la singular Intereconomía o El Toro TV, como parece llamarse ahora, del no menos singular amigo Julio Ariza, uno de los principales valedores de VOX en este tiempo.

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Tuvo el descaro la Sra. de Espinosa de decir que llegaban “para desmontar chiringuitos como había hecho antes su líder, Santiago Abascal”, atribuyéndole al de Amurrio el “cierre” de la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio, segundo generoso paraguas que le abrió el partido Popular de Madrid para que siguiese cobrando los más de 82.000 € anuales -prebendas aparte- que ya ganaba en la Agencia Regional de Protección de Datos de Madrid que, al parece, no tenía competencias como ente y que hubo que cerrar. ¿También “cerró” ese otro “chiringuito” del que vivió un buen tiempo y no está claro hasta cuando, el desleal Santi?

Para “desmemoriados” o desconocedores de la realidad, repasemos el “brillante” currículum del “héroe” de Amurrio desde su salida -por no llamarlo huída- del Partido Popular vasco del que ya llevaba más de una década viviendo sin hecho relevante alguno que se le conociera más allá de algún discurso más o menos atractivo y sin más mérito que ser nieto de alcalde franquista e hijo de concejal y miembro de la ejecutiva del PP vasco, unas buenas “credenciales” que le llevaron a ocupar una concejalía en Llodio en 1999, con 23 años y todavía sin oficio ni beneficio, ya que parece que se licenció en Sociología en Deusto allá por 2003, a los 27 añazos, una edad a la que un universitario de su época que se preciase llevaba ya no menos de cuatro o cinco años trabajando, actividad que llama poco al de Amurrio.

Por los mismos “méritos”, también disfrutó de sueldo público como miembro de las Juntas Generales de Álava en 2003 y2004 y fue diputado regional del Parlamento Vasco entre 2004 y 2009. Curiosamente, en medio de ese periodo, Mayo de 2006, creó la Fundación DENAES, Defensa de la Nación Española -que no tengo claro si su nombre no lo tomaría “prestado” de un libro que, con ese título, publicó José Manuel Otero Novas en 1996-, demostrando una capacidad de compatibilizar puestos sin contenido sólo factible en la “polivalencia” de un político, de la que su secretario general, jefe de la Asesoría Jurídica, diputado nacional y concejal del ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith-Molina es un claro ejemplo: “una persona, un cargo” ¿verdad don Javier? Una Fundación, DENAES, que fue la plataforma de lanzamiento a nivel nacional de Abascal, que la utilizaba para, de charla en charla con no más de veinte oyentes, irse dando a conocer en provincias y nombrando delegados, de lo que sacó altísima rentabilidad al llegar a VOX, pero vamos por pasos.

Ya establecido en Madrid bajo la protección de su madrina política Esperanza Aguirre, fue nombrado por ésta en Febrero de 2010 director de la Agencia de Protección de Datos madrileña, creada en la última etapa de Joaquín Leguina y ampliada en sus competencias -no muy claras, parece- en Julio siguiente, ya con Alberto Ruíz Gallardón como mandatario regional. Y permaneció en ese cargo hasta Diciembre de 2012, poco después de que Ignacio González sustituyera a Aguirre y cerrara la Agencia. Pero se ve que la mano de su madrina era alargada o que Abascal gozaba también de buena relación con el nuevo presidente, porque éste lo nombró director de la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio Social en abril de 2013, fundación con un único trabajador además de él, una tal Anka Moldovan, y sin actividad conocida durante su mandato,​ que ese año recibió de la Comunidad una subvención de 183.600 € de los que 82.491 eran el sueldo del nuevo director, de cuya “frenética” ocupación le tocó dar cuentas en la propia Asamblea de Madrid el 5 de Noviembre de 2013 -atención a las fechas- a petición del diputado de UPyD, Alberto Reyero, cuyo enlace https://www.youtube.com/watch?v=bO0EPByqUVI vuelvo a dejar para conocimiento y juicio del que no lo haya visto, que marcaba la defunción de la Fundación.

Y pedía atención a las fechas porque se da una extraña coincidencia entre la salida de ese puesto de director de la citada Fundación -Noviembre de 2013- y el inicio en VOX de Abascal, que “abandonaba” de manera sonora el PP, en carta a Mariano Rajoy que envió al periódico El Mundo por esos días, saltándose unilateralmente el guión de presentación oficial del nuevo partido, todavía en proyecto -el 17 de Diciembre, un mes después, es la fecha en que el Ministerio del Interior inscribió a VOX en su Registro como partido político y el 16 de Enero siguiente cuando se presentó a la prensa-.

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O sea que, el “honrado” Santi, desde ese puesto de director, sin contenido pero muy bien remunerado, parece que estaba ya en negociaciones para incorporarse a lo que saliera del proyecto iniciado en Junio anterior tras una reunión entre unos colaboradores de Alejo Vidal-Quadras (entre los que me encontraba) y otros de Ignacio Camuñas, desde las asociaciones Reconversión y Foro para la Sociedad Civil, respectivamente. Hay quien dice que hubo otra reunión con estos mismos líderes más Abascal, en Génova 13, con la cúpula del PP, que desconozco pero, de haberse celebrado, no sé cual sería antes.

Abascal, que como queda dicho, llegó después del verano de ese año 2013, lo hizo exigiendo sueldo para entrar en VOX porque veía terminar su tan generosamente remunerada etapa en el chiringuito del PP que, según su amiga Rocío, él “cerró”. Y como llegó junto a su delfín Iván Espinosa, pues lo pidió para los dos, y la no menor generosidad de Alejo Vidal-Quadras -¿sería característica del PP anterior ser tan generosos con recursos ajenos?- le puso a cada uno la nada despreciable cantidad de 5.000 € mensuales.

Pero además, como decía antes, ofreció esa “estructura” provincial que había creado en su DENAES subvencionada, para liberar al que tendría que haberse encargado de la organización territorial del partido -otro gallo hubiera cantado- que, en su buena fe y creyendo al personaje como hubiéramos creído todos entonces -todavía no había dado su cara real el de Amurrio- le pasó los trastos y Abascal nombró coordinadores a sus delegados con excepción de tres o cuatro que no veníamos de su Fundación y ese es el principio de lo que vino después que ya he tratado en otros artículos, la precipitada aparición en público de VOX, los primeros meses de tumultuosa y encontrada vida y la consumación del golpe tras el fiasco de las elecciones europeas de mayo de 2014, la dilución del Presidente, el infructuoso esfuerzo de uno de los Vicepresidentes, el intento en vano de una candidatura alternativa Voxista -seguidores del VOX auténtico, aclaro- y la travesía del desierto de cuatro años hasta que la llegada del Dr. Falconeti Plagio cum Fraude a la Mocloa precipitó la expansión del nuevo VOX de principios “marxistas”, de Groucho Marx, me refiero: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”.

¿Esos son los “chiringuitos” que ha “cerrado” su jefe de filas, Sra. Monasterio, y son los que viene VOX a cerrar también para “dar voz a los 300.000 madrileños que han votado a su partido”? Mejor, explique a esos votantes de Madrid, que fueron realmente 285.099 -que no es lo mismo que 300.000-, qué han hecho tan bien, usted y sus socios de chiringuito, para perder en las elecciones autonómicas 235.318 votos, en sólo cuatro semanas, respecto a los 520.417 que obtuvieron en las generales, nada menos que un 45’22% de votos perdidos, casi la mitad del sufragio del 28A.

Y, poco antes de terminar el artículo, me llega la noticia de que Isabel Díaz Ayuso es ya la nueva Presidente del Gobierno de Madrid. ¡Enhorabuena, Isabel! de la mayor parte de los firmantes de aquel lejano ya Manifiesto por España, en el que hubo bajas y altas, y desde el que pedimos el voto del centro derecha a la candidatura del PP, como única alternativa posible frente al retorno de la ruinosa izquierda y contrapartida al gobierno Frankestein de Pedro Sánchez. Es una buena noticia para Madrid y para España que Comunidad y Ayuntamiento de la región y ciudad punteras de nuestro país, estén de nuevo gestionadas por el Partido Popular. A ver si se repiten elecciones generales en noviembre y replicamos el modelo.

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No vivimos en la Arcadia Feliz, sino en tiempos de excepción. Por Ernesto Milá.

Ernesto Milá

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Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

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Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

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Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.

 

Ernesto Milá. 

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