Connect with us

Opinión

Nochebuena lagunera (Cuento de Navidad)

Avatar

Published

on

¡Comparte esta publicación!

(De mi libro Cuentos de Navidad, editado por Nostrum 2017 y de venta en El Corte Inglés y en La Casa del Libro) Es muy difícil, si no imposible para el que no ha conocido lo que significa llegar a la extenuación, hacerse idea de lo que es sufrir el abandono de la fuerzas y lo limitadas que son ante la presión de la naturaleza implacable, feroz e inmisericorde y ser consciente de que la efímera llama de nuestra vida depende de mantenerlas más allá de lo posible. Cuando se ha luchado hasta ese margen, que permite nuestra fuerza física e incluso se ha superado el límite, por mor de la voluntad y el instinto de conservación, olvidado todo lo demás se percibe y se valora con infinito placer lo que representa algo tan simple como el agua, el calor, el alimento, el descanso reparador, la piel cálida y suave de una mujer y la mano amiga que nos empuja, que nos levanta, nos sacude, nos alienta y no nos permite abandonar.

Todo empezó al anochecer de un bello día de Nochebuena, allá por las postrimerías del siglo pasado. Nada hacía presagiar un naufragio tan inoportuno en plena civilización y en las confortables condiciones en las que nos desplazábamos a un pueblito perdido, eso sí, en plena sierra de Urbión. Casi en su cuerda.

Habíamos salido a primera hora de la tarde las dos parejas a bordo de un buen vehículo todo terreno. Nos acompañaba nuestro inseparable perro Maroto, un gos d’atura casi blanco y muy cariñoso. Y nos habíamos confiado a San Cristobal como siempre. Conducía mi viejo amigo Alejo Basurto Letamendía llegado de Suiza hacía poco con su bellísima mujer, Jeanette McDonald. Ellos eran los que nos habían propuesto el viaje a Helena y a mi. Habían colgado sus fonendos y sus batas, habían dejado por unas fechas sus microscopios, sus micrótomos, sus criostatos, sus cultivos y sus preparaciones histológicas de encéfalos enfermos y sanos accidentados y ansiaban proyectarse hacia el monte, hacia la sencillez de nuestra tierra de origen donde se conocieron cuando ella venía de veraneo y frecuentábamos en bicicleta, las fuentes y pozas de baños y meriendas, las romerías y las verbenas de los inmensos pinares. Todo aquello nos atraía con un fervor especial. Era la prendedura ancestral del cariño a las vivencias veraniegas, a los amigos pubescentes en eclosión, acariciadas largamente durante gran parte de nuestras vidas y núcleo duro de lo que somos y hemos sido. Aquellos convivios de tortilla de patatas, de bocadillo de chorizo cular a la vera de un arroyo, de trago de la bota, lata de calamares, lata de bonito o de mejillones y primeros cigarrillos con comentario, primeras miradas al soslayo, manitas semiconsentidas y algún que otro beso subrepticio, caricia casual o roce flagelador de incipientes pechos novicios al atardecer… Luego regresábamos con las luces de las dinamos y el frescor delicioso de los badenes en grupillos de chicos y chicas confiados y satisfechos de vivir. Nos queríamos tanto… ¡Qué hermosura de tiempos que se fueron raudos! ¿Dónde estáis, puñeteros?

Habíamos parado a repostar, tomar café y algún que otro alipus reconstituyente y cada vez que retomábamos la carretera el cielo se veía menos brillante, mas tupido de nubes panza de burro y poco tranquilizador, pero era natural en esta época del año que fuese así. No le dábamos importancia porque todo estaba en orden y el calor del motor, su buen sonido y lleno el depósito, hacían que todo lo viésemos prometedor.

Advertisement

Allá nos esperaba una casa rural de cómodos aposentos cálidamente confortables y una quietud navideña, un déjame estar caleidoscópico y sensual, que ansiábamos todos. Nos habíamos provisto de ropajes, calzado y gorros adecuados y lectura para unos días tan señalados. Este año nos escapábamos de la familia, de la cena programada y de las rutinas tradicionales en un intento de romper con la vida regulada, dormir como lirones caretos y conocer una nueva perspectiva. Allí nos encontraríamos un belén, un árbol de Navidad y una chimenea, tal y como nos dijera nuestra amiga Eusebia Razoncillo Morales la encargada de aquello, que nos dejaría dispuesta una cena adecuada, lista para calentar y las botellas y dulces solicitados. No tendríamos queja que elevar, seguro. Nos lo garantizaba con su pescuezo (sic) la buena mujer, viuda de un antiguo guarda de montes, de los de chapa, sombrero de ala ancha y carabina al hombro, el Hermógenes amigo eterno y de feliz memoria.

Cuánto nos había enseñado del monte el bueno de él, de las víboras, de los alacranes, de sus picaduras, de los remedios inmediatos. Cuánto nos había contado de los terribles inviernos vividos cuando pastor. De privaciones, desgracias y fríos despiadados. Cuantas veces compartimos merienda –él con su eterna navaja y sus tarazones de queso y de pan magro que nos ofrecía generoso– y cuántas nos enseñaba cuales eran los frutillos comestibles y los letales como el temido beleño; setas buenas y malas, pescar truchas a mano, cangrejos… respetar las nidadas y saber ver lo que no se ve. Entonces había lobos por allí y nos hablaba de su insidia y su pertinacia derivada del hambre… y de los cuidados a tomar en campo abierto. No le gustaban los cepos de alimañeros y furtivos ni para ellos, ni para los sabios zorros de los que tenía anécdotas propias de Esopo, de su paciencia y su listeza. No le gustaba lo de alimaña. ¿Quién era nadie para establecer esa diferencia entre las criaturas del monte? En aquella lista negra de entonces estaba el lince, el milano y la garduña… además de raposas y lobos. Sabía escuchar los sonidos, leer las nubes, las huellas y los vientos y oler el humo a kilómetros…

Ya mayor, una noche de primavera no regresó a casa. Dos días después le encontraron felizmente muerto al pié de una vieja sabina junto a la que sesteaba en verano y cubierto con su manta. Digo felizmente, porque al parecer en su rostro se dibujaba una sonrisa beatífica. Al llegar a su cadáver unos gazapillos –a los que mimaba infantil– que acompañaban su silencio, salieron corriendo.

En fin, amigos, no nos pongamos tristes. Él disfrutó buena parte de su vida de algo inmenso y bello. Nada menos que de bosques de pinos albares, castaños, enebros, hayas, helechos, rebollos y gayubas y tuvo los mejores amigos posibles a los que daba nombre y quería. Luego, cuando regresaba, la Eusebia, su buena mujer, su hembra costillar –que lució unos espléndidos años mozos, merecedores de encomio y comentario según dueñas– le había dispuesto una cena que tal la temporada, era más o menos enjundiosa y le satisfacía muy mucho porque traía hambre. Luego ordeñaban su vaca, cebaban su cerdo del año, rezaban una breve oración y yacían abrazados in puribus. Él la tomaba y se gozaban y machimbraban con ahínco, generosamente, quedando dormidos hasta que ella, ruborosa aún de la refriega, sonámbula, se levantaba antes que el sol para encender el fuego en las brasas de ayer, amasar la harina con el reciento del dornillo y agua tibia para que subiese y poner el pienso a la vaca, a la que saludaba amorosa y acariciaba el húmedo hocico humeante y al gorrino. Más tarde cocía en el horno. Y así, día tras día, año tras año, café tras café, toda una vida. No hubo descendencia por más que la buscaron.

A las siete de la tarde, ya noche cerrada, no se veía luna que la remediase. Caía la nieve en grandes copos silenciosos que el limpia no podía hacer desaparecer del parabrisas y se amontonaba en torno nuestro formando ventisqueros alomados y uniformes. Íbamos con prudencia buscando rodadas que no había y poco a poco, por esos caminos de Dios que nadie frecuenta, a esas horas, ni a esos meses. Todo semejaba un manto piadoso, que se nos antojaba más bien mortaja por lo que tenía de incierto y fantasmal.

Advertisement

–¡Hay que poner las cadenas, queridos! Exclamó Jeanette que había tomado el volante en la última parada, sacándonos del letargo en el que nos tenía a todos sumidos el calorcillo y el ronquido del motor y nos hizo contemplar con ojos descomprometidos –como avestruces listas a meter las cabezas donde fuese– el ambiente uniforme aquel que nos rodeaba. Se había hecho a un lado de la carretera, había encendido un cigarrillo y aspirando el humo nerviosa y preocupada, se atusaba la melena negra y abundosa, mirándonos. Helena que iba tumbada sobre mi regazo, adormilada y abandonada a la molicie, con su breve falda casi a la cintura y mostrando sus suaves y cálidas piernas generosamente, se asomó a la ventanilla y puso cara de asombro al contemplar el plan que había fuera. Me miró a ver que decía yo y permanecía callada, temerosa, mordiendo sus gruesos labios que me dirigía cariñosa, ofreciéndomelos. Maroto dormía a su lado, bajo sus pies y no se inmutaba por nada.

–Pues no se hable más. ¡Ea!, dije. ¡Compañeros del metal, ha llegado la hora de los valientes! Y comencé a ajustarme bien las botas que llevaba, me encasqueté el espeso gorro de lana y me puse el anorak que cerré y ceñí cuanto pude y me calcé unas manoplas que traía en uno de los bolsillos. Alejo hizo como yo. Sin parar el motor salimos fuera y nos dimos cuenta de la que caía. Buscamos las cuatro cadenas en el maletón trasero y con arte, paciencia y la ayuda de una linterna que sujetaba Jeanette, que se había forrado como un esquimal, fuimos capaces de colocarlas debidamente. Fue cosa de una media hora larga. Maroto bajó un momento, hizo sus menesteres y volvió junto a Helena. Cuando nos vimos de nuevo en el calorcillo interior nos despojamos y nos sentimos muy bien y muy prácticos. Helena volvió a recostarse en mí buscando mi cuerpo y me daba un calor de animal perfumado muy de agradecer.

De nuevo en marcha –lenta y prudentemente– se trataba de no perder el camino que iba difuminando sus contornos progresivamente y a pasos agigantados. Era una nevada muy seria la que nos estaba cubriendo, como una manta espesa, silenciosa e inmisericorde. La cosa era llegar. Lo demás era un ambiente muy navideño y muy de cuento, que veríamos desde la ventana del salón al calor de la chimenea mientras beberíamos un cacao ardiente sin prisas, ni fecha de regreso.

A las ocho de la noche, cuando calculábamos que nos quedarían diez kilómetros o así, porque no había ninguna referencia o mojoncillo que nos indicara nada, el haz de luz que surgía del coche sólo iluminaba blancura y más blancura por delante y avanzábamos aventurando una ruta supuesta. Los cuatro mirábamos inquisitivos buscando alguna señal, algún cartelito indicador. Circulábamos por lo que debía ser el centro del camino y aquello se cerraba más y más, a ojos vistas.

–Tenemos que estar ya donde el bebedero de los bueyes, decía Alejo para darnos ánimos. Ahora vendrá la curva del puentecillo y luego el desvío.

Advertisement

–Me temo que no hemos llegado ni al Fraile aún, cariño, comentaba Jeanette con voz trémula mientras fumaba y sacaba a relucir esos ojos grandes y vivos que atravesaban la obscuridad como el radar de un cazabombardero. Creo que nos hemos pasado el primer desvío y nos vamos para Cameros.

–Hubiéramos pasado por el puertecillo y es inconfundible, aventuré consciente de que ellos lo sabrían mejor que yo, porque era su territorio y lo habían vagado cientos de veces, incluso de noche cuando, ya mocitos, se perdían a buscar luciérnagas por San Juan y se encamaban como las liebres en el trébole y nos decían que para ver las estrellas.

–No Julito, créeme, proseguía Jeanette con fervor, allí estaba la caseta de camineros y reconocería el paraje, aunque la hubiesen volado. Vamos para Cameros, por la de abajo, por la vieja. Lo sé. No me equivocaría ni con los ojos vendados. Tiene que haber un crucero en un claro de por aquí y lo vamos a ver enseguida, aunque caiga la que caiga, insistía y estiraba el cuello mirando como un águila en todas las direcciones, como si buscara donde posarse ya mismo.

Nada de nada. El tiempo transcurría. El crucero no aparecía. Rodábamos muy despacio y todos menos Maroto, mirábamos con avidez en todas las direcciones que estaban iluminadas buscando alguna referencia, algún indicio que nos tranquilizara. Nada. Maroto dormía tan terne. Helena iba encaramada en mí, abrazada, llorosa y callada como una niña. Su cabeza sobre mi hombro y sus rubios cabellos inundando mi vista eran un poema de angustia y pavor.

–He visto niñas pequeñas más valientes preciosa, la dije al oído, no va a pasar nada malo. Todo va a ser bueno. Mira a Jeanette, qué animosa es. Es Navidad. Es una aventura de Navidad. En cualquier momento aparecerá Papá Noël, oiremos una campana que llame a la misa de gallo… aparecerá un ángel… vete a saber. Disfruta. Algún día se lo contarás a tus nietos. Y acariciaba a través de la fina blusa que lo cubría, su vientre terso y cálido y ella me besaba agradecida y sonreía un poco.

Advertisement

–¿Hace un alipus de ron, compañeros? Saqué mi petaca y la fui pasando y todos dieron un buen trago y la sonrisa iluminó sus fúnebres caretos reconfortados. Nos detuvimos orillando un poco si eso era posible, sin saber donde estábamos siquiera. Maroto, a la vista de la pequeña juerga momentánea, se subió sobre Helena y hubo que acariciarle y darle un premio que llevaba en el bolsillo. Se quedó sobre ella y Helena se sentía mejor, más acompañada con semejante machote jadeándola en la cara. Le abrazó y le besó y él la correspondía con lametazos. Hubo risas y un relajo que nos alivió un poco la inquietud, que nos estaba devorando por dentro. El peludo se quiso pasar con Jeanette y Alejo, lo hizo, les lamió, lo celebraron y volvió sobre Helena y ella le acogió con entusiasmo, abrazándole de nuevo. Se sentía muy segura entre los dos y sobre todo con alguien a quién le importaba un rábano la situación y la daba calor como una estufa.

–Nos hemos perdido. Lo reconozco. No se donde estamos. Exclamó Jeanette compungida y negando con la cabeza. Si seguimos este camino y no nos salimos, llegaremos a algún sitio, eso es todo lo que se me ocurre.

–Esperemos aquí a que cese de nevar. Lo tiene que hacer en algún momento. Propuso Alejo muy sereno. Cenar, vete a saber cuando lo haremos. Lo importante, es mantener la tranquilidad, no cometer ningún error y barajar. Esto no es la tundra. Alguna vez encontraremos alguna aldea, algún vehículo, alguna señal. No puede ser que no haya nada en ningún sitio. ¡Pasa otro trago, compañero, que me ha sentado muy bien el anterior! Llamemos a Eusebia por teléfono, digámosle que nos ha pillado la nevada, que no sabemos ni donde estamos y que no se preocupe. Estará con su hermana y su sobrina cenando y seguro que no se acuestan hasta tarde. Ya veremos. Aquí hay un par de tabletas de chocolate con almendras. Son las diez de la noche. Tomad y hagamos un receso. Pongamos música o escuchemos al hombre del tiempo o el mensaje de Navidad del Rey. Estemos tranquilos. Hay combustible para horas. Dios proveerá. Celebremos lo que tenemos a mano, que no es poco.

Y así, como si nada, tomó a Jeanette por el cuello, la aproximó y comenzaron a besarse larga y profundamente. Ella ronroneaba, atacaba y con una mano pulsaba el mando de la radio en la que sonaban unas músicas muy animadas, muy folks, primero de Johnny Cash: I’ve been everywhere y Life’s railway to heaven y luego de Willie Nelson, Dolly Parton, Kris Kristofferson y Kenny Rogers, que nos amenizaron el chocolate y la imprevista sesión de besos y caricias vitales, a la que nos abandonamos, mientras, de vez en cuando comprobábamos que la nevada remitía poco a poco y que el cielo se iba poblando de estrellas brillantes y limpias. Un firmamento que teníamos olvidado. Ahora empezaría la helada feroz al sereno, los catorce bajo cero o más… Pero, salvo error u omisión, dentro, estábamos a cuarenta grados y subiendo. Lo que sucedió entonces es más propio de un relato del polímata Boris Vian que de Anton Chejov o de Guy de Maupassant, no me cabe duda, pero fue tal y como os lo cuento para que veáis lo que es la vida y como puede funcionar el animal humano ante la adversidad.

–¿Qué te pasa, cariño? Me has roto las presillas y te vas a cargar el tirante, gemía Jeanette, con voz grave entre los brazos de Alejo que bramaba furibundo… Yo… yo me las quito… pero espera un poco, tienes la mano helada… Ay, qué frio, ¡Dios!… qué prisas. Ten cuidado, que son de la Perla, cielo –tres mil pesetas– y no encontraré repuesto en Hontalvilla, seguro. ¡Serán de retor, como poco, si no son de pana! Y se carcajeaba bajito.

Advertisement

–Jo, qué tío… decía. ¡Qué barbaridad!… ¿Te pone así la nieve o es la cellisca? ¡Parece que has olido la cuadra, garañón! exclamaba, eso sí, llena de cariño, melosa y tan en marcha y encelada como el andoba, que la requería con las prisas de un cobrador del frac en plazo y forma.

Yo andaba en similares menesteres con Helena que sin decir nada, calladita y efectiva, había procedido en consecuencia, había dado unos tragos a la petaca y a horcajadas sobre mí se movía acompasadamente, como una sierpe, mientras me mordía los labios y me ponía sus hermosos pechos desnudos a la altura de la cara y me decía cosas deliciosamente sucias al oído, alternativamente y en ese orden.

Maroto había puesto las orejas tiesas y miraba inquisitivo, olisqueando a hembra en marcha y a macho dominante en ejercicio. Respetuoso. Digo yo si esperaría su turno de manada. ¿Qué era esto, sino una reacción vital, animal, lógica, genésica, sin premeditación, ni alevosía, sólo porque la especie corría peligro en plena Navidad?.

Apenas habíamos prestado consentimiento. Era como un automatismo antes del ataque final. A falta de pan buenas eran unas tortas de chicharrones en manteca, por si acaso. Habrá que consultar a un sociólogo, a un creador de opinión o a un cura de hogaño, porque médicos teníamos allí de sobra y no decían ninguna gilipollez, ni aventuraban tesis, sino que se aplicaban al asunto entre gemidos, jadeos y otras guturalidades lisérgicas, que ponían a prueba la suspensión del auto en cuestión. No sé si fue Jeanette o Helena, que miraban hacia atrás por razones obvias, la que gritó a lo Rodrigo de Triana:
–¡Una luz! ¡Una luz! ¡Veo una luz que viene por el camino! Se bambolea.

¡Jo!, Miramos todos hacia atrás, más bien contrariados. En efecto, por el camino, muy lejos se veía la pequeña luz temblorosa y débil de un farol que venía hacia nosotros, por nuestras rodadas y con ritmo de caballería. Nos había visto ya quién fuese y nos alcanzaría al poco. Nuestras luces eran patentes.

Advertisement

Nos recompusimos rápidos. Esto no queda así como así, es cruel, pensamos los cuatro y sobre todo Alejo y yo que estábamos a punto de caramelo, con mariposas en cuarto creciente y varios créditos y lo de la luz… hubiéramos querido que se retrasase unos diez minutos más o tres horas, no se. Nos iba a doler el frenazo más que el derrapaje. ¡Ay Señor, Señor, perdona nuestros desvaríos, nuestra debilidad,! ¡Pero qué inolvidable y buena noche fue la Nochebuena aquella, tan lagunera ella!

Advertisement
Click para comentar

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Opinión

Hipótesis sobre los resultados de las elecciones catalanas. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

Published

on

¡Comparte esta publicación!

No está muy claro cuál va a ser la repercusión de las elecciones catalanas, ni siquiera los resultados. Se ignora, por el momento, el efecto que pueden tener medidas como la amnistía, los casos de corrupción y cómo reaccionará el electorado nacionalista. Ni siquiera en la derecha están claros los resultados. Todo empezará a verse más claro cuando se sepa el resultado de las elecciones vascas (que albergan menos incertidumbres) y cuando se deshinchen los globos mediáticos sobre el “Caso PSOE” y la respuesta socialista activando el ventilador de la corrupción (esto es, cuando se vayan conociendo los alcances jurídicos y penales de ambos casos). Al mismo tiempo, ni siquiera están claros algunos candidatos que se presentarán (empezando por Puigdemont), ni mucho menos son creíbles los sondeos publicados. Así pues, vamos a intentar contemplar distintas hipótesis.

ILLA: ¿SUBIRÁ O BAJARÁ? YA NADA DEPENDE DE ÉL NI DE SU CAMPAÑA

En nuestra opinión Illa es un candidato “tocado” por sus propios errores durante la pandemia (él mismo dijo que al ser nombrado “ministro de sanidad”, no tenía ni idea de sanidad y nadie esperaba que se produjera la llamada “pandemia”) que no afectan solamente al manejo alegre de fondos del ministerio que se perdieron en mascarillas inservibles, tests igualmente falsos y material caro, malo y que se destruyó sin exigir devoluciones. Lo peor no es esto: esto sería, en el peor de los casos, incapacidad para gestionar un ministerio (algo previsible en un tipo que carecía por completo de experiencia en gestión y cuyo modesto título de “licenciado en filosofía” no le ayudaba en nada). Lo peor es que durante la gestión de Illa murió gente. Entonces, cuando el miedo atenazaba a la sociedad española, estábamos poco dispuestos a creer que la mayoría de las muertes se debían a la “mala praxis médica” recomendada por la Organización Mundial de la Salud, pero, desde entonces, las voces que ya lo advirtieron en aquel momento, se han convertido en un clamor. Y no, no somos negacionistas: existió pandemia y existió el virus… pero el mayor crimen fue recomendar unos protocolos que, en lugar de erradicar el virus cuando aún se podía, tendían a “hundirlo” en los pulmones de donde ya era imposible erradicarlo. Esa es la tesis que cada día gana más fuerza y que, en su momento, pocos médicos se atrevieron a denunciar.

Aquella mala gestión, presentada por Sánchez como un “gran éxito”, fue suficiente para desplazar a Illa al frente del PSC catalán en donde sigue. Ahora queda saber, si en los dos meses y medio que quedan hasta las elecciones, surgirán nuevas informaciones, tanto sobre el descontrol que existía en el ministerio de sanidad durante su gestión, como el error de aplicar protocolos contraproducentes en el trato de la enfermedad. El futuro de Illa dependerá, en gran medida, de esto, pero, además se le junta otro problema.

Advertisement

EL PRECIO DE LA AMNISTÍA QUE PAGARÁN LOS SOCIALISTAS

El electorado socialista que permanezca fiel al PSC deberá de aceptar la versión oficial pedrosanchista sobre la oportunidad de conceder la amnistía: que se trató de una medida para poner el contador a cero, limpiar los errores del pasado, perdonar delitos de todo tipo a cambio de garantizar la convivencia. Pero este razonamiento es débil por dos motivos: el primero de todos, que el contador no está a cero. En realidad, los independentistas, ahora, están más fuertes que antes: consideran que no hicieron nada ilegal y, han repetido, por activo y por pasiva, que volverían a hacerlo. Así pues, los propios independentistas se encargan de desmentir y desmontar el razonamiento de quien les ha indultado. El segundo motivo es que resulta demasiado evidente que Sánchez sigue en el poder gracias a los 7 votos de Junts y que los ha obtenido para alcanzar una escuálida mayoría, obteniendo a cambio, solamente, la seguridad de mantenerse unos meses más en el poder.

La maniobra ha sido urdida por Sánchez, pero su virrey en Cataluña es el que tendrá que dar la cara ante su electorado. La duda es si una cuarta parte de los votos que obtuvo el PSC en las elecciones generales, seguirá pensando que el PSC era el muro más seguro contra el independentismo, seguirá fiel a la sigla o se habrá convencido de que el PSC no solamente no es el “muro”, sino que es el ariete: esto es, el muñeco que, manejado por el independentismo, consigue abatir, mucho mejor que ellos mismos, las resistencias de la unidad del Estado. Porque esto es lo que viene produciéndose desde Pascual Maragall, el hombre, con el cerebro ya desbaratado por la enfermedad, que se obstinó en la reforma del Estatuto (cuando no existía demanda social alguna), pacto con ERC y dio origen al problema que actualmente sigue vivo (y no lo estaba a principios del milenio, salvo en minorías juveniles muy radicalizadas).

LO IMPORTANTE ES QUIEN SUPERARÁ A QUIEN: ERC A JUNTS O VICEVERSA

El espacio independentista es, literalmente, caótico: ni siquiera dentro de las dos grandes formaciones (ERC y Junts) se está de acuerdo en lo que se pretende y mucho menos en cómo conseguirlo. Una nebulosa se percibe en ambos partidos en sus propuestas. Agitan todavía el tema de la independencia, pero da la sensación de que lo único que les interesa es liquidar el asunto, consiguiendo un “referéndum de autodeterminación” (“no vinculante” para unos y “vinculante” para otros). A diferencia de en 2007, los más lúcidos, dan por sentado que ese referéndum daría un resultado negativo… pero, al menos, podrán ´decir a su electorado, “lo hemos intentado”. Pocos son -pocos de los que tienen neuronas y las utilizan- los que piensan que la independencia de Cataluña es posible en las actuales circunstancias. El fracaso del “procés”, les ha hecho meditar… aunque no tengan el valor de afirmarlo públicamente, porque, como se sabe, el fin de un partido nacionalista/independentista es la independencia y, si esta no se puede conseguir, ¿para qué existe la sigla?

Advertisement

No vamos a presenciar un debate entre dos programas políticos realistas, sino entre un programa “posibilista” (el de ERC) que quiere seguir detentando las riendas de la gencat, y un programa “agresivo” (el de Junts) que quiere restituir en la presidencia a Puigdemont. Los dos se declaran “indepes” y quieren convencer a su electorado de que lo siguen siendo, pero, en realidad, los dos, lo que quieren es tener las más amplias parcelas de poder para alimentar a sus cuadros. Eso es todo. La duda de si se producirá el sorpasso de Junts a ERC o si ERC mantendrá la hegemonía en el jardín indepe, es lo único que está en juego. ¿Referéndum? Ambos partidos han llegado a la conclusión de que lo mejor es… “jugar y perder”.

 

LAS FUERZAS NO INDEPENDENTISTAS

Teniendo en cuenta que el PSC juega la carta del equívoco desde la misma fusión de las distintas ramas del socialismo catalán en la transición, y su postura “federalista” es tan inviable como la “independentista”, el electorado que todavía conserva cierto sentido de la realidad nacional e internacional, está ubicado fuera de los márgenes del ambiguo socialismo catalán. En efecto, nos estamos refiriendo al PP, a Vox y a los restos de Ciudadanos. El electorado no independentista y “españolista” o “estatalista”, desearía que estas formaciones se presentaran bajo una misma etiqueta. De hecho, la lógica política implica que así debiera ser y que el poder de atracción de un polo así concebido sería el tercer actor político en Cataluña (tras el bloque independentista y tras el PSC). ¿O hay que recordar que Ciutadans, fue el partido más votado en las elecciones regionales de 2017? Y su programa se reducía a un solo punto: “no al nacionalismo – no al independentismo”.

Por otra parte, la derecha no ha extraído conclusiones de su derrota en las elecciones generales de 2023 que se debió a presentarse dividida en dos opciones, lo que permitió que se perdieran “restos” en beneficio del PSOE y en aplicación de la Ley d’Hondt. Cada uno de los dos partidos cree que podrá quedar “por delante” del otro en Cataluña. Pero, lo que está demasiado claro, es que la división de las fuerzas “estatalistas” seguirá siendo el factor que las suma en la irrelevancia en la política regional.

Advertisement

Si el PP queda por delante de Vox, su dirección podrá alardear de “éxito electoral” (lo más probable es que aumente el número de votos, lo que no está tan claro es de dónde procederán esos votos, si de Vox o de sectores decepcionados con el PSC) y reforzar el previsible avance que obtenga en las elecciones vascas, en donde las últimas encuestas dan una pérdida notable de votos al PSOE (en beneficio, por una parte, de Bildu y, por otra, del PP). Para Vox, quedar por delante del PP supondría mantenerse como una opción tentadora para los votantes de este último partido que cada vez más quieren posiciones más claras y menos contemporizadoras.

De todas formas, el gran error y lo que limitará las posibilidades y los resultados “estatalistas” es su persistencia en desconocer que solamente un “programa único” podría llevarlos a competir con los dos otros bloques de la política catalana.

LO QUE SERÍA DESEABLE PARA EL ESTADO

Cataluña es la única reserva importante de votos que le queda a Pedro Sánchez. Sean cuales sean sus resultados en el País Vasco, aquella comunidad no puede aportar numéricamente gran cosa al PSOE. Si Sánchez consigue detener la sangría de votos socialistas catalanes, corre el riesgo de estabilizar su situación (hoy extremadamente precaria). Pero, para eso, haría falta que Illa obtuviera un buen resultado y que esto le permitiera entrar en el gobierno de la gencat, junto a ERC (en caso de que este último, como es seguro, no obtuviera una mayoría suficiente para gobernar en solitario).

Desde el punto de vista del “interés nacional” y de la “gobernabilidad del Estado”, una derrota socialista en Cataluña o, al menos, un descenso significativo de votos (al que se uniría en apenas un mes, una derrota previsible y sin paliativos de toda la izquierda europea en las elecciones de la Unión Europea), es deseable, necesaria y supondría otro golpe de piqueta para la existencia de la sigla “PSOE”.

Advertisement

Desde que se inició el “procés”, siempre hemos sostenido que la independencia de Cataluña era completamente imposible, además de inviable. Cada vez estamos más convencidos de esta afirmación. La situación catalana está tan degradada, especialmente en materia de orden público y seguridad ciudadana que, aunque la temática no ocupa el primer plano en los programas de los partidos, está ahí para quien verla: un tercio de la población catalana ha nacido fuera de España o son hijos de extranjeros; ya existen zonas en Cataluña en donde la policía ha sido expulsada y diariamente se repiten incidentes cuando la policía entra en barrios de Salou, de Tarrasa o incluso en zonas de la propia Ciudad Condal, las prisiones catalanas están descontroladas (el asesinato de una cocinera y las protestas de los funcionarios han exteriorizado la situación de control que ejercen los presos procedentes del Magreb), Barcelona ya es considerada como una de las ciudades más peligrosas del mundo… Y todo esto con la policía nacional y la Guardia Civil, literalmente expulsadas del territorio catalán y con una policía autonómica desbordada y sin posibilidades de combatir a la delincuencia. A esto se suman los problemas de desindustrialización, gentrificación, la concentración de la mitad de la población catalana en torno a la ciudad de Barcelona, con un campo abandonado a su suerte y un gobierno de la gencat, consciente de todos estos problemas, pero ansioso de comprar la paz étnico-social mediante subsidios y seguir creyendo que con un certificado de catalán, los casi dos millones de inmigrantes e hijos de inmigrantes ya están integrados.

Sin olvidar que Cataluña tiene la tasa de natalidad más baja de todo el Estado (y el Estado Español una de las más bajas de todo el mundo)… ¿Quién iba a decir que después de 45 años de “Generalitat de Catalunya” la propia identidad catalana estaría en trance de desaparecer? Por que ese es el problema real y de fondo al que se enfrenta la sociedad catalana. Por mucho que se empeñe la gencat en llamar al engendro creado “Cataluña multicultural”, lo cierto es que, si es “multicultural” no es “catalana”. Ni siquiera europea. Por eso, siempre hemos sostenido que una Cataluña independiente tendría muchas más posibilidades de integrarse en la Liga Árabe que en la UE… Lo dijimos y lo mantenemos.

 

Ernesto Milá.

Advertisement
Continuar leyendo
Advertisement
Economía2 días ago

Cómo hacer una tasación de vivienda?

¡Comparte esta publicación! ¿Sabías que una correcta tasación de una vivienda puede marcar la diferencia entre reducir gastos innecesarios y...

España2 días ago

“Alvise” Pérez lo vuelve a hacer: el analista destapa un nuevo caso de corrupción en el PSOE

¡Comparte esta publicación! En las soleadas y acomodadas calles de Sotogrande, el chiringuito Gigi’s Beach era más que un mero...

España3 días ago

La canalla traidora y nacionalista gallega del PP de Feijóo: “Homenaje” al desgraciado de Castelao, que justificaba el matar y torturar “españoles”

¡Comparte esta publicación! EN LA TOMA DE POSESIÓN COMO PRESIDENTE DE LA XUNTA Feijoo y Rueda rinden homenaje a Castelao,...

España5 días ago

Corrupción al día: las noticias sin censura, por Alvise Pérez

¡Comparte esta publicación! Las noticias de verdad: ☀️1. España pierde otro juicio sobre la retirada retroactiva de las prima renovables...

Una mujer sostiene un pequeño frasco etiquetado con una etiqueta de "Vacuna contra el Coronavirus COVID-19" y una jeringa médica en esta ilustración tomada el 30 de octubre de 2020. (REUTERS/Dado Ruvic/Foto de archivo) Una mujer sostiene un pequeño frasco etiquetado con una etiqueta de "Vacuna contra el Coronavirus COVID-19" y una jeringa médica en esta ilustración tomada el 30 de octubre de 2020. (REUTERS/Dado Ruvic/Foto de archivo)
España7 días ago

INTRIGANTES NOTICIAS sobre la vacuna de Astra-Zeneca difundidas por un farmacéutico colegiado

¡Comparte esta publicación! D. Guillermo Martín, desasnando españoles. Este hombre merece una estatua.   

España1 semana ago

¡¡Alvise Pérez al Parlamento Europeo!! La mejor manera de romper un sistema es desde dentro: ¡Adelante Alvise, por España!

¡Comparte esta publicación!   Que Luis Pérez, conocido como “Alvise” Pérez en las redes, se presente a las Elecciones Europeas...

Advertisement Enter ad code here