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Ana Julia Quezada y algunas responsablidades compartidas que serán ignoradas

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Ana Julia Quezada y Ángel Cruz, durante las jornadas de búsqueda del pequeño Gabriel
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No cabe duda de que Ana Julia Quezada conocía lo fácilmente manipulables que son los hombres españoles. Nacida en la República Dominicana hace 45 años, Ana Julia Quezada es la autora confesa del crimen de Gabriel Cruz y «la bruja mala» como se refiere a ella Patricia Ramírez, la madre del pequeño asesinado.

La “mantis” dominicana mantenía una relación con Ángel Cruz, el ex marido de Patricia, a quien había conocido en Las Negras, una pedanía del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar cercana a Las Hortichuelas y donde regentaba un local de copas con su anterior pareja. Quezada tiene una hija de 25 años fruto de una relación anterior que mantuvo durante su estancia en Burgos. Allí fue donde falleció su primera hija de cuatro años tras caer de forma accidental por una ventana al patio interior del edificio. Llegó a España en la década de los noventa y comenzó a trabajar en un club de alterne y después en una carnicería hasta que conoció a un empresario adinerado con quien mantuvo una relación y dejó de trabajar. El hombre enfermó y tras un intento de boda que no se llevó a cabo, conoció a Sergio con quien se instaló en Almería y puso en marcha el establecimiento donde posteriormente se cruzó con Ángel Cruz.

Ana Julia Quezada Ana Julia es una mujer malvada y calculadora. Su falta de empatía le ha permitido relacionarse con quien, en cada momento, le podía resultar más beneficioso. La vida de la caribeña estaba salpicada de episodios que demuestran que, para ella, el amor o el desamor es un concepto ofrecido al mejor postor. Es una mujer «posesiva, de frialdad máxima, egocéntrica, interesada, manipuladora e incapaz de soportar el rechazo», según subrayaron los mandos de la Guardia Civil que investigaron el caso. El pequeño Gabriel también intuyó la falsedad y la fealdad espiritual de la madrastra que le habían impuesto y acaso aquello fue lo que le costó la vida.

Los únicos que no supieron advertir la naturaleza psicopática de la dominicana fueron los padres biológicos del malogrado Gabriel. La madre del niño, que estuvo vinculada a Podemos, pidió a los medios que no aludieran al origen de la asesina de su hijo. En el juicio que hoy comienza, alguien debería preguntarle a ella y a su ex pareja por qué ignoraron o vivieron de espaldas a los temores de su hijo, por desgracia muy fundados. ¿Por qué no alcanzaron a proteger a su pequeño de su repugnante «madrastra»? ¿Por qué seguimos creyendo que la solución puede venir de aquellos que permitieron a Ana Julia Quezada permanecer en España, sin embargo sus oscuros antecedentes?

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Un tribunal popular será el encargado de decidir si Julia Quezada es culpable o inocente. Compartimos el rechazo de uno de nuestros colaboradores a la existencia de jurados populares. Nadie pone a «médicos» populares a cuidar de pacientes enfermos; ni tampoco a «profesores» populares para educar a nuestros hijos; ni a «mecánicos» populares para reparar aviones. En cambio sí ponemos a «políticos» populares para gobernarnos y así nos va. Los jurados populares son, igualmente, una aberración. Es la vuelta a la justicia de las tribus. Son los más estudiosos de las respectivas materias (y los mejores) los que deben juzgar conforme a derecho y las leyes comunes establecidas, no conforme a criterios personales de sus miembros.

Esta democracia primitiva está a punto de destruirnos.

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