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Google, Facebook y Twitter silencian el pensamiento conservador

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Un tribunal de Berlín ha dictado contra Facebook una de las primeras sentencias de suspensión cautelar que se conocen contra una tecnológica por censurar las voces discrepantes. Bajo una amenaza de multa de 250.000 euros o una pena de cárcel, Facebook está obligada a restaurar el comentario de un usuario que había sido borrado por la dirección de la red social. Además, la sentencia prohíbe a la empresa bloquear al usuario por su comentario.

Esta es también la primera vez que un tribunal alemán se ha enfrentado a las consecuencias de la conocida como “Ley de Censura de Internet” alemana, que entró en vigor el 1 de octubre de 2017. La ley estipula que las empresas propietarias de las redes sociales tienen que borrar o bloquear “posibles” delitos penales, como el libelo, la injuria, la difamación o la incitación, en un plazo máximo de 24 horas tras la recepción de la queja de un usuario.

Como muchos críticos han señalado, este Estado censor deja la libertad de expresión al albur de las decisiones arbitrarias de entidades corporativas que probablemente censurarán más de lo absolutamente necesario, para no arriesgarse a pagar una demoledora multa de hasta 50 millones de euros. Según ha publicado la prensa germana, los censores de Facebook sólo tienen diez segundos para decidir si borrar un comentario o no.

El caso del que tuvo que ocuparse el tribunal de Berlín tenía su origen en una publicación realizada por el diario suizo Basler Zeitung el 8 de enero de 2018. El periódico publicó un artículo titulado: “Viktor Orban habla de ‘invasión’ musulmana en su página de Facebook”. Y en un texto destacado decía: “Viktor Orban se pregunta cómo en un país como Alemania […] el caos, la anarquía y el cruce ilegal de fronteras se puede celebrar como algo bueno”.

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El usuario Gabor B. publicó un comentario a este respecto: “Los alemanes se están volviendo cada vez más estúpidos. Normal, ya que los medios de izquierdas les contaminan diariamente con noticias falsas sobre ‘trabajadores cualificados’, el descenso de la tasa de paro o Trump”.

Este comentario recibió rápidamente numerosos “me gusta” hasta que Facebook lo borró por una supuesta infracción de sus “normas de la comunidad”. Además, se bloqueó el acceso de Gabor B. a Facebook durante treinta días.

“Uno puede compartir la opinión del que hace el comentario o puede considerarlo polémico o no objetivo”, ha explicado el abogado de Gabor B., Joachim Nikolaus Steinhöfel. “Pero lo importante es que el comentario está amparado por el derecho a la libertad de expresión”. Y añadió que antes de ir a juicio, su bufete ya había enviado una carta de aviso a Facebook Alemania.

“Facebook cedió en parte y desbloqueó al usuario, pero no restauró el comentario. Los abogados de Facbook nos notificaron que ‘tras un nuevo y concienzudo análisis habían llegado a la conclusión de que se habían aplicado correctamente las normas de la comunidad y por lo tanto el contenido no se podía restaurar’, una valoración que no podemos compartir”.

Steinhöfel, además de ser abogado, es un renombrado periodista, bloguero y activista contra la censura. Dirige una página web en la que ha documentado innumerables casos en los que Facebook ha borrado contenido o bloqueado a usuarios, a veces ambas cosas. Al parecer, Facebook suele bloquear a usuarios por comentarios críticos con la inmigración masiva o con ciertos aspectos de la cultura islámica. Por ejemplo, en marzo, el usuario Frank Bormann fue bloqueado después de hacer este comentario irónico: “Los musulmanes se están buscando una segunda esposa. Para financiarles la vida, los alemanes se están buscando un segundo trabajo”.

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Así le ocurrió también al usuario español Jesús Palomar, cuya cuenta de Facebook fue bloqueada por la red social después de que escribiera el siguiente texto:

“Si eres agnóstico y tolerante con el Islam pero ateo y combativo con el cristianismo. Si cuando hay un atentado realizado por musulmanes y en nombre del Islam exclamas que las religiones, en abstracto, son malas; pero cuando un cura católico dice algún improperio no dudas en exclamar que la religión católica, en concreto, es malísima. Si consideras inadmisible afirmar que todos los musulmanes son terroristas, pero acostumbras a decir que todos los curas son pederastas. Si consideras que una pintada en una mezquita exigiendo su desaparición es fomentar el odio, pero que una mujer entre en una iglesia con el pecho descubierto y gritando arderéis como en el 36 es libertad de expresión. Si consideras una provocación innecesaria afirmar que el Islam es machista y homófobo, pero no dudas un momento en afirmar que el catolicismo odia a los homosexuales y a las mujeres. Si te parece correcto publicar una foto de un niño muerto en una playa porque crea conciencia, pero a la vez te resulta inadmisible que se publique la foto de una niña asesinada por un terrorista musulmán en una acera de Barcelona por respeto a ella y a su familia. No lo dudes: eres parte del problema”.

En otras ocasiones, los usuarios son censurados sin ningún motivo aparente. Marlene Weise fue bloqueada en Facebook durante treinta días por publicar un conjunto de dos imágenes: en una de ellas, aparecía la selección nacional de voleibol femenino persa en la década de 1970, con camisetas y pantalones cortos; en la otra, el actual equipo iraní, con hiyabs y ropas que cubren los brazos y las piernas de las mujeres.
Para Steinhöfel, la decisión del tribunal alemán sienta jurisprudencia. “Al final, los usuarios pueden actuar contra las prácticas opacas de las empresas que se toman su responsabilidad como si estuviesen tratando con bicicletas de segunda mano”.

Steinhöfel dice que, dada la ventajosa posición de Facebook en el mercado, el resultado de esta batalla legal tendrá repercusiones de gran alcance para la comunicación e intercambio de opiniones en las redes sociales: “¿Acaso una ley y un usuario que cumple el contrato han de consentir que empresas como Facebook y Twitter eliminen su contenido o lo bloqueen? Esta sentencia es una importante victoria escénica para la libertad de expresión”.

Curiosamente, la dirección de Facebook no parece tan activa a la hora de censurar, bloquear y hacer desaparecer contenidos apologetas del terrorismo islamista. De hecho, la red de Mark Zuckerberg se enfrenta actualmente en Estados Unidos a una demanda por 1.000 millones de euros interpuesta por familiares de víctimas estadounidenses de ataques terroristas en Israel y Cisjordania, según informó en su momento la cadeba televisiva Bloomberg.

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Los denunciantes aseguran que Facebook proporcionó conscientemente apoyo material y recursos a la organización terrorista Hamas en forma de servicios de comunicación en su red social, y responsabilizaron a la compañía por la muerte de cuatro estadounidenses y por las heridas sufridas por otro ciudadano de EE.UU.

Según la demanda, Hamas – considerada como una organización terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea e Israel – utilizó a Facebook para compartir información operacional y táctica con sus miembros y partidarios para ponerlos al tanto de sus manifestaciones, así como sobre los operativos militares israelíes e instruirlos acerca de los atentados terroristas.

“En pocas palabras, Hamas utiliza Facebook como una herramienta para llevar a cabo ataques terroristas”, explicó la oficina de la representante jurídica de los denunciantes en Israel. La demanda fue presentada el 10 de julio de 2017 en el Tribunal del Distrito Sur de Nueva York.

En opinión de Vicente Serrano Marín, autor del libro “Fraudebook. Lo que la red social hace con nuestras vidas”, Facebook, en primera instancia, “supone un incremento de lo que Isaiah Berlin llamaba libertad negativa, pues elimina o dificulta constricciones de libertades básicas para las democracias como las de expresión y comunicación, e incluso nos permite rebasar fronteras espacio temporales hasta ahora irrebasables. Pero, a la vez, incide en lo que Berlin llamaba la libertad positiva. Y ahí está el problema porque esa supuesta ‘autorrealización’ en que consiste la libertad positiva de Facebook es un espejismo y en realidad es la herramienta de una nueva forma de dominio. Por eso se podría decir que es una herramienta de dominio con apariencia de instrumento de liberación. Lo que Foucault llamaba la ironía del dispositivo. Nos hace creer ser más libres al someternos”.

Serrano Marín añade que Facebook es un paso más en la dirección de alcanzar el gran sueño totalitario del control absoluto de los ciudadanos. “Yo lo comparo con un movimiento de masas, pues de hecho lo es, en el que aparentemente ya no se produce la despersonalización y la violencia de los movimientos de masas del siglo XX, especialmente en el período de entreguerras. En lugar del líder carismático, hay un dispositivo, una máquina, que parece hacernos más libres, y aparentemente no solo no nos despersonaliza, sino que al permitirnos colgar nuestras fotos, exponer nuestras opiniones y exhibir nuestra intimidad, y eso que Facebook llama “biografía”, parece reafirmar nuestra identidad. Pero es un espejismo. Ninguna otra máquina había logrado reunir personas tan distintas y dispares en creencias, religiones, naciones o procedencias, y todas en un mismo formato, por lo demás muy simple, que banaliza todo lo que se cuelga en él”.

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¿Y qué ocurre con Google? En el caso del buscador por excelencia, todo transcurre de forma similar a lo narrado con respecto a Facebook. O aún peor. Harmeet Dhillon, uno de los más destacados abogados de San Francisco, ha presentado una demanda contra el buscador en representación de un grupo de empleados de la compañía, blancos, hombres y conservadores, que creen que la empresa los ha discriminado por estos mismos motivos. Por ser blancos, por ser hombres y por tener ideología conservadora.

El letrado, que es socio del Dhillon Law Group y ex presidente del Partido Republicano en San Francisco, indica en su denuncia, sin paliativos, que la compañía californiana “respalda públicamente la realización de listas negras de empleados conservadores”.

Concretamente, la demanda explica que varios gerentes de contratación de Google declararon públicamente no contratar personas categorizadas como “voces hostiles” o de pensamiento “conservador”. La demanda demuestra, además, que en al menos en un caso, una gerente, una mujer blanca, contempló la posibilidad de mantener algún tipo de lista pública real con los nombres de algunos empleados “non gratos”. La gerente escribió lo siguiente en una publicación interna: “Estoy pensando en hacer algo así como un documento de Google, en el que se acepten comentarios, y que liste a los miembros de Google que no apoyan la diversidad”. Además, la directiva de Google se preguntaba si deberían celebrarse “juicios especiales” para “los empleados nominados para la lista”.

La demanda de Harmeet Dhillon se construye, principalmente, sobre el caso de James Damore, un ingeniero que fue despedido hace unos meses de Google tras escribir un extenso documento en el que reflexionaba sobre cómo las mujeres, en su opinión, estaban “menos preparadas biológicamente” para trabajar en tecnología.

Damore acusa a Google de “discriminar a los hombres de derecha y de raza caucásica” y en su reclamación le acompañan varios ex-empleados de Google, entre los que destaca David Gudeman, un conocido ingeniero que estuvo tres años en la empresa trabajando en un motor de consultas. La demanda dice que ambos “expresaron puntos de vista sobre temas políticos que se apartaban de la opinión mayoritaria de Google” y que por ello fueron “sistemáticamente señalados, maltratados y castigados por Google en violación de sus derechos legales”.

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“Damore, Gudeman y otros miembros que firman la demanda colectiva fueron condenados al ostracismo, menospreciados y castigados por sus opiniones políticas heterodoxas, y por el pecado adicional de sus circunstancias de nacimiento, al ser hombres y de raza caucásica”, se añade en el documento judicial.

A modo de anécdota, hay que recordar que fuera de Google, Damore se ha convertido en un mártir para grupos conservadores como la “derecha alternativa” estadounidense y continua defendiendo sus ideas a través de otras redes sociales, donde suele utilizar una foto de perfil con una camiseta que dice “Goolag” (pronúnciese gulag) con la tipografía de Google.

Pero esto no es todo. Otro documento presuntamente redactado por el Departamento de Recursos Humanos de la multinacional californiana revela cómo ésta instruye a sus gerentes sobre cómo ser “inclusivos”, advirtiendo a sus directivos que no se debe recompensar a los empleados por iniciativas laborales basadas en “la cultura dominante blanca / masculina”, como el “esfuerzo individual” o “la meritocracia”.
El memorando advierte además a los gerentes de la compañía tecnológica sobre cómo no recompensar a las personas “cuando exhiben valores y prácticas que son parte de la cultura dominante”, y sobre cómo “no castigar a las personas cuando exhiben valores que están fuera de la norma cultural dominante”.

El documento que se ha sacado a relucir en la querella contra continúa enumerando ejemplos concretos de elementos que son “valorados” por la cultura dominante “blanca / masculina” de los Estados Unidos dentro de un “marco racial daltónico”: la meritocracia, la objetividad o el perfeccionismo”, que contrastan con otros “valores” que son “continuamente invisibilizados” por la cultura dominante “blanca / masculina”: “los logros colectivos”, “la sostenibilidad”, “la subjetividad” o el “pensamiento de las siete generaciones” (una creencia de los indios iroqueses que afirma que todo lo que se haga ha de hacerse con la vista puesta en el beneficio de los descendientes durante siete generaciones).

El texto continúa explicando “cómo los gerentes de Google deben priorizar dar voz a las mujeres y personas de color”, en lugar de retroalimentar los planteamientos de “los hombres caucásicos”.

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El informe interno de Google, según los demandantes, cita “múltiples estudios y artículos diferentes sobre sesgos de género y raza y estereotipos para justificar las posturas establecidas”. La querella pone especialmente de manifiesto en que los autores de este documento nunca fueron reprendidos ni expulsados de la compañía, a pesar de “promover estereotipos raciales y de género”. “Al contrario”, explica la denuncia, “este programa se convirtió en parte del adoctrinamiento de Google a su personal de Administración”…

Más información y reportaje íntegro en la Revista Naves en Llamas Nº 2

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Cantabria

Las prioridades de la Guardia Civil: un caso personal

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¿Servir a los españoles o a los políticos?

 

Quiero empezar este artículo manifestando mi pleno apoyo a una de las instituciones más honorables y necesarias de la historia de España y más en concreto hoy, en esta basura de Régimen degenerado en el que malvivimos. Y no sólo eso. El que escribe iba directo a opositar a la Guardia Civil por la más sincera vocación de servir y proteger a mis conciudadanos bajo ese lema eterno de el honor es mi divisa.

Una vocación que, por cierto, se desvaneció de golpe y porrazo cuando contemplé cómo todas las Fuerzas de Seguridad encubrieron vergonzosamente el mayor atentado de nuestra historia, pero eso es otro tema. Hoy toca hablar del lastimoso papel que lamentablemente les han puesto a realizar a nuestros cuerpos de Policía, ésos que juraron defender nuestra seguridad, libertad y propiedades, pero al parecer hay una prioridad mucho mayor como es servir a los intereses de una casta vergonzosa, parasitaria y cada día más instalada en la dictadura total. Todo ello mientras nos hablan de Franco, sin duda el gran culpable también del covid y de esta ruina.

Pero no. No vamos aquí a entrar, hablando de Franco, en cómo se profanó una tumba, hecho lamentable sin precedentes cuando se realizó desde instancias del Estado y además presumiendo públicamente de un acto tan cobarde y vil contra cualquier ciudadano. Sobre todo porque hay que hacer constar que Franco nunca quiso enterrarse ahí, sino que fue una decisión del Gobierno de entonces, pero bueno. Lo que sí podría interesarnos es que en ese acto vergonzoso estaba, por supuesto, ese héroe del Sistema que es el Coronel de los Cobos, al que se ha querido luego victimizar con asuntos para peperos que no me interesan ni lo más mínimo.

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Porque una cosa es el honor y defender a la Patria y otra es estar en las miserias del PP y el PSOE, que son el mayor atajo de sinvergüenzas criminales que ha conocido nuestro país. Unos ladrones organizados que se dedican a utilizar a los cuerpos de Policía para perseguir a los ciudadanos que sí somos honrados, por delitos tan tremendos como pasear por la calle o expresarnos libremente.

Y a esto quería llegar con un caso que es muy personal. En realidad, se trata de tres situaciones que me han ocurrido a mí, Miguel de Cervera, y que creo que son arquetipicas de lo que está sucediendo en mi amado país. Y voy a ir por orden cronológico:

 

28 de marzo de 2020: miembros de la Guardia Civil me intentan llevar sin medidas de seguridad en un viaje de media hora y todo por unas acusaciones de risa

 

En lo peor de la pandemia, después de haberme estado buscando por todo Santander como si fuera el Lute, se presentan en mi casa dos agentes de la unidad científica de la Guardia Civil. Al parecer, había cometido el horrendo crimen de criticar en Facebook a miembros de canes familiares (nunca dije la palabra gitano) por saltarse las medidas del confinamiento cuando más falta hacían, según el comité de expertos, haciéndome eco de las noticias que me llegaban por las redes sociales.

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Pues bien. Debido a esto, los señores de la GC me quisieron llevar al juzgado de Santoña desde mi casa sin ninguna medida de seguridad, en un coche pequeño y sin mascarillas para nadie, insisto, cuando ni siquiera iba como detenido. Iba como investigado de un crimen urgente por una serie de paridas que alguien de peso dentro del colectivo aludido, el de los clanes familiares, me atribuían. Una sarta de mentiras que incluso incluían audios en los que yo supuestamente incitaba a matar a tiros a los gitanos y a sus hijos y a encerrarlos en campos de concentración.

Cosa curiosa cuando en mi propio Facebook tengo ni más ni menos que cuatro amigos gitanos, por lo que creo que resulta fácil de adivinar que no soy ningún racista y menos en el tema de los gitanos.

Hay que destacar que estos señores me insistieron bastante en que los acompañara, pero yo me negué en redondo a poner en peligro mi salud y la de mis convivientes, por lo que tuvieron que envainarsela y dejarme tranquilo por una temporada tan larga que llegué a pensar que todo había quedado en una anécdota absurda. Máxime cuando ese mismo día salió Matías Prats en las noticias diciendo lo mismo que yo había manifestado en el Facebook, al igual que el propio alcalde de Santoña y un número indeterminado de pringaos de esta villa, aunque en su caso refiriéndose en concreto a la palabra gitanos. Cosa que yo no había hecho.

Lo más curioso ha sido, para mí, verme involucrado en el mismo atestado que un socialista, lo que nos da idea de la inteligencia que está detrás de la denuncia. Porque acusar a un alcalde socialista de racismo es bastante difícil.

También quiero resaltar que nunca quise insistir en la irresponsabilidad manifiesta de la Guardia Civil, al pretender llevarme en ese coche en un viaje de media hora sin ninguna medida de seguridad contra el covid. Pero todo se entiende cuando corría prisa, claro, porque había un colectivo amenazado por mí al que yo quería asesinar a tiros y encerrar en campos de concentración. Y es que un caradura que no me conoce de nada así lo afirmó y esto lo justifica todo, claro.

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También quiero decir que les facilité guantes y mascarillas a esos agentes, cosa que me agradecieron mucho, dado que el Ministerio del Interior o de Defensa les obligaban a trabajar en esas condiciones.

 

7 de julio de 2020: ningún cuerpo de Policía ni la Inspección de Trabajo de Cantabria investigan un accidente en el que pude perder la vida

 

Del penoso funcionamiento de la Inspección de Trabajo de Cantabria ya he hablado en muchas ocasiones, refiriéndome al problema de fondo de esta situación y que es su falta de medios y personal. Definitivamente, la seguridad de los trabajadores expuestos a accidentes laborales no están la agenda de ningún político ni mucho menos de ningún sindicato, puesto que existen temas más de moda que éstos.

Pues bien. Hace casi un año sufrí un accidente muy grave en una nave industrial de pinturas y paramentos situada entre Santander e Igollo. Y pese a ser sábado por la tarde, como autónomo que soy, me encontraba allí currando, por expresa invitación del empresario que regentaba esa nave y que me citó allí por segunda vez en el día. Y por expresa incompetencia por su parte, que nadie hasta la fecha ha investigado para nada, varios tableros de más de 150 kg cada uno se me cayeron sobre la cabeza, de tal manera que salí vivo de milagro.

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Incluso el propietario de la nave se sorprendió de que hubiera sobrevivido con frases que tengo grabadas y que son del estilo:

Te he visto mal, eh, Miguel… Eres duro, ¿eh?

Pues sí, hijo de puta. Duro hay que ser para aguantar las condiciones laborales a las que estamos expuestos todos los currantes de este país y en concreto los autónomos, por culpa de subnormales como éste, que no sabe ni apilar unos tableros, y frente a los cuales no nos protege absolutamente nadie.

Y digo esto porque intenté denunciar estos hechos en la Guardia Civil, en la Policía Nacional y por supuesto en la inoperante Inspección de Trabajo de Santander, con los resultados que quiero transmitiros ahora y que son de verdad:

Policía Nacional y Guardia Civil: si no has perdido la vida ningún miembro nosotros no podemos actuar.

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Inspección de Trabajo de Cantabria: si eres autónomo no podemos actuar.

Juzgado de Santander: vaya usted a un abogado y presente una denuncia formal.

Yo siempre pongo el mismo ejemplo para explicarlo que quiero deciros y que, aunque suene un poco bruto, es el siguiente:

¿Os imagináis que una mujer a la que acaban de violar recibe estas respuestas por parte de las instituciones? ¿Qué pasaría si intentan asesinar a alguien y cuando va a denunciarlo le contestan estas cosas?

¿Cabe mayor ridículo que plantearse que la Policía o Trabajo pueda ir a investigar un crimen meses después de sucedido o no ir nunca, por qué no, como ha pasado con este accidente mortal mío y que todavía sigue sin investigar?

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¿Éstas son las personas que luego dicen que hay que salvar vidas y denunciar al paisano que va sin mascarilla por la calle porque es un riesgo para los demás?

¿Es que soy el único que se pasa a menudo por instalaciones industriales donde no se cumple prácticamente ninguna medida de seguridad básica?

Pero sigamos con el tercer caso, que para mí es el que cierra el círculo en estas aventuras mías con la Guardia Civil.

 

Febrero de 2021: la Guardia Civil me denuncia por pasear por el campo

 

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Aunque pueda parecer una parida, el comportamiento de nuestras instituciones públicas a diario es cada vez más ridículo y estrambótico, pero ante todo totalitario.

Y quiero destacar que yo nunca he sido delincuente ni lo seré, por lo que me extraña tener que estar mirando a la Policía como una amenaza desde que empezaron todas estas medidas irrisorias, que no han conseguido salvar ni una puñetera vida, arruinar a millones de trabajadores, inclusive autónomos a los que no nos quieren considerar como tales. Y para muestra de esto último está lo que acabo de comentar de la Inspección de Trabajo, que cuando eres trabajador por cuenta ajena investiga a los X meses las cosas, pero que si eres autónomo no te investiga nada jamás.

Pues bien. A la una de la mañana de un día cualquiera de febrero de este año cuando, por diversos motivos que no vienen al caso, me encuentro por la calle y soy interceptado por una pareja de la Guardia Civil que me preguntan a dónde voy.

Por supuesto, colaboro con ellos y les muestro mi DNI, pero lo que viene a continuación es una extralimitación total en sus funciones policiales. Y es que van corriendo a llamar y chivarse a la Sanidad Pública, orwelliana institución, antes de despedirse de mí diciéndome que tendré que rendir cuentas ante la Autoridad competente por estar por la calle a esas horas.

Yo, entonces, le contesto con otra pregunta: ¿cuál es autoridad competente? ¿La del Gobierno de proetarras?

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Esto dolió en el ánimo de una persona que se dedica a luchar contra el crimen, sencillamente porque es verdad que tenemos un Gobierno y una oposición de delincuentes. Y, como es natural, mi pobre Guardia se puso a la defensiva y me espetó lo siguiente:

Pero pónganse en mi lugar, caballero.

Ya me he puesto y te he dicho lo que estás haciendo: chivarte a tus jefes los políticos. Como si estuviéramos en la Unión Soviética.

Pero, entiéndame, me insistía el pobre hombre, si bien yo no estaba dispuesto a reírle la gracia. Ni aunque fuera un miembro de mi querida Guardia Civil que, por cierto, tenía honor, ya que le dolían los argumentos que le hacía.

Que yo te entiendo, le insistí yo también. Entiendo que estás obedeciendo órdenes de tus jefes los políticos, a los que nunca hay que preguntar a dónde van ni de dónde vienen, como acaba de demostrar recientemente la anécdota lamentable del mentiroso Revilla.

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Pues ya sabe lo que tiene que hacer, me dijo, por despedida. Ya sabe a quién tiene que votar.

Lógicamente, se estaba refiriendo a Vox, sin poder imaginarse que yo fui uno de los pocos fundadores de esa basura en esta región. Sin ser capaz de darse cuenta de que Vox está de acuerdo en todas y cada una de las medidas de esta dictadura sanitaria absurda.

No me dé consejos, gracias, que yo lo que hago en cada momento, me despedí. ¡Y ni buenas noches ni buena guardia!

Además, ¿qué norma tan importante es ésta cuyo incumplimiento se puede explicar nada menos que con 10 supuestos imposibles de demostrar?

 

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¿Por qué unos sí y otros no?

 

Y quiero acabar con una reflexión que se basa en hechos tan objetivos como los que acabo de comentar aquí.

¿Por qué no se investigan por delito de odio las constantes llamadas al racismo antioccidental o al odio antipolicial o anticristiano? ¿Por qué no se investiga al famoso patriota Leguina por decir que habría que fusilar a todos los políticos al amanecer? O al corrupto de Pujol por decir que los castellanos y andaluces somos una raza inferior. ¿Qué pasa con éstos, eh, es que tienen más derechos que el común de los mortales?

Y, sobre todo, ¿por qué no se investiga a Echenique por incitación al odio y las agresiones físicas cuando jalea a los violentos que agreden a la Policía en la calle? ¿Por qué no le interesa al señor Miguel Rodríguez, que creo que es ministro de Sanidad de esta taifa local mía, que los trabajadores suframos accidentes que luego nos llevan a sus hospitales llenos de covid? Le he escrito y llamado muchas veces y pese a hacerle constar el motivo de mi llamado, que no es otro que plantearle que es necesario establecer un protocolo de actuación en los hospitales, cuando se produce un accidente laboral… Que es necesario coordinar la Sanidad pública y privada con la Inspección de Trabajo y los cuerpos de Policía para prevenir los accidentes laborales y activar un protocolo de investigación inmediato… Pues bien. El señor director de Sanidad Pública en Cantabria no tiene tiempo para mí. Debe ser que está muy ocupado cerrando bares a lo tonto y desde luego que fracasando constantemente en su tarea de aplanar esa famosa curva.

Y no quiero terminar este artículo sin gritar bien fuerte ¡viva España! ¡Viva la Libertad! ¡Viva la Justicia de verdad, que debería ser independiente! ¡Viva la Guardia Civil!

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