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Opinión

España: de avestruces y universos paralelos

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La situación que llevamos viviendo en España en los últimos meses no pasa desapercibida para el resto del mundo. Muchos empresarios extranjeros, asustados por la deriva económica, social y política de nuestro país y ante la falta de garantías legales, abandonan España condenando a más gente al paro. Nuestros gobernantes parecen empeñados en empobrecer el país a toda costa.

La inseguridad en las calles es alarmante, y aumenta proporcionalmente a la población foránea. Y mientras los delitos aumentan, los delincuentes actúan con la tranquilidad del que sabe que, en el hipotético caso de que los detengan, no pisarán la cárcel, a menos que tengan sangre hasta las cejas, y tampoco en ese caso hay nada seguro. Los políticos corruptos son votados una y otra vez por un pueblo idiotizado que no parece entender nada. Y los políticos populistas que se permiten casas y vidas de lujo lanzan, recién firmada una hipoteca imposible para la inmensa mayoría de españoles, un discurso incoherente y cargado de mentiras sobre los trabajadores y sus derechos. Los líderes sindicales comen mariscadas mientras reivindican el proletariado. Políticos que mienten una y otra vez (del “Convocaré elecciones en seguida” al “Voy a agotar la legislatura los dos años que faltan”), mientras afirman con rotundidad que plagiar una tesis “es asunto privado” pero exigen la dimisión del que ha copiado un capítulo de un máster. Se persigue a los que exigen que los españoles tengamos derechos prioritarios en vivienda, subvenciones y alimentación (“Es un fascista”) pero se nos cae la baba ante el que da dinero para el tercer mundo (“Hay que ser solidario”).

La inversión de valores y roles está llegando a puntos inverosímiles: terroristas recibidos como héroes por las autoridades locales y vitoreados por el pueblo, mientras los familiares de sus víctimas son ninguneados en el mejor de los casos, en el peor, tratados con desprecio; separatistas que gobiernan desde el extranjero con dinero de los españoles, presidentes que nadie ha votado y que han llegado al poder sin apoyo en las urnas afirmando que respetan “la voluntad popular”… Se premia la mentira, lo mediocre, la miseria moral, la traición, el abandono de los tuyos. Se castiga el honor, la dignidad, el pensamiento libre, la solidaridad para con los tuyos.

Esta chocante realidad parece, sin embargo, pasar desapercibida para el propio pueblo español. Hay todo tipo de teorías al respecto (España como laboratorio de ingeniería social, dinero aportado por personajes extranjeros e instituciones internacionales para desestabilizar el país, y otras más peregrinas y propias de Cuarto Milenio), pero la verdad es mucho más simple: España es el único país del mundo donde, parafraseando a Groucho Marx se puede decir literalmente: “Esta es la realidad, pero si no te gusta, tengo otra”. Sí, así de sencillo. España tiene distintas realidades, y los españoles podemos elegir cuál nos gusta, convence o interesa según nuestro humor, ideología política o estado de ánimo. Sin problemas.

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Probablemente el lector, llegado a este punto, asoma una sonrisa y dice “¡Qué gracioso!” o “¡No será para tanto!” o cualquier cosa intermedia entre ambas. Pero no, estimados lectores, ni se trata de ser gracioso ni de inventar la rueda. Esta afirmación se basa en datos empíricos que a continuación expondremos. Y luego, que cada cual saque sus propias conclusiones al respecto.

Encontramos una primera realidad, la del “avestruz”. Es, quizás, la realidad en que vive esa “mayoría silenciosa” que conforma el pueblo llano.

Dice el tópico que el avestruz, cuando se siente perseguido, mete la cabeza bajo tierra y así, al no ver nada, cree que el peligro ya no está. Es muy común recurrir a esa táctica en el día a día: no querer saber nada de un tema evita que nos enfrentemos a nosotros mismos y a las decisiones que nos tocará tomar en caso de hacerlo. Es más cómodo y más sencillo imitar a los tres famosos monos que no ven, no oyen y no hablan. Pero afortunadamente, nuestros políticos, conocedores del tema, nos facilitan la labor de no ver, no oír, no hablar, o en su alternativa, de meter la cabeza bajo tierra.

En el primer caso, el facilitarnos la labor de no ver, no oír o no hablar, ha sido fácil. Se han creado “leyes de odio” cuya única misión es condenar cualquier pensamiento que no guste a los que mandan. Considerar delito una idea, un pensamiento o un sentimiento es una aberración que rompe por completo las bases del estado de derecho y fulmina la libertad de expresión, reduciéndola sólo a poder decir lo que quieren que digas los que mandan. En realidad, es lo que de toda la vida se ha llamado una dictadura de represión del pensamiento. Pero parece que suena más democrático hablar de “leyes de odio”, aunque en realidad sea lo mismo.

En el segundo caso, meter la cabeza metafóricamente bajo tierra, las élites cuentan con la ayuda y colaboración de los medios de masas, que nos presentan una realidad a medias tintas, como si lo de “buscar la verdad” quedara sólo para las películas. El periodista corriente tiene que comer y pagar facturas, y por tanto, tiene que contar lo que le manden que cuente. Las noticias de la “realidad avestruz” son una mezcla cuidada y estudiada de absurdos frívolos, que en ningún caso deberían formar parte de un telediario: el estreno del último concurso de chefs de cocina o de la enésima temporada de una famosa serie televisiva, o el desfile de una modelo concreta en la pasarela de París, o el ganador del último premio literario, o el viaje relámpago a España de un famoso de cualquier campo…, y algunos hechos reales convenientemente elegidos y adobados, por descontado. Las noticias que implican a inmigrantes en cualquier tipo de delitos se enmascaran, edulcoran y manipulan tanto como se puede, y mejor, que parezca que la culpa es de la víctima, no del agresor. Una vuelta de tuerca más: si es posible, ni siquiera demos la noticia. Recordemos la tristemente célebre Nochevieja de Colonia, hace un par de años, por poner un ejemplo claro. Si se ocultó algo de tales proporciones ¿qué no se nos ocultará en el día a día?

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Pero la gente se entera por medios alternativos. Pues nada, recurramos a lo que nunca falla: “Es un periódico fascista, una web ultraderechista, un medio neonazi”, etc… También los programas destinados a los que viven en la “realidad avestruz” son por el estilo: concursos de futuras estrellas, o de chefs aficionados, o de ninis que conviven encerrados en una casa sin más razón que esa, programas que buscan en directo acontecimientos festivos y sin trascendencia, o que nos muestran el lado amable de vivir en otros países, o cualquier tipo de circo similar. Los que viven en la “realidad avestruz” no querrían ver otro tipo de programas que pudieran poner en tela de juicio su estilo de vida cómodo y habitualmente tranquilo.

La segunda realidad es más peligrosa, mucho más, que la primera, ya que no tiene solución ni cura. Es lo que podemos llamar realidad de los “mundos de Yupi” o universos paralelos. Afecta a cualquier clase social y nivel económico, cultural o religioso. Consiste en interpretar las cosas desde una percepción de la realidad concreta, eliminando, justificando o ignorando cualquier hecho que la contradiga. Es la realidad de los fanáticos, de los progresistas, de los sectarios, de los buenistas.

En algunos artículos hemos puesto el ejemplo, quizás un poco simple, de las personas convencidas, por un intensa propaganda, de que el fuego moja. La realidad es que, cuando tienen algún encuentro con el fuego, se queman. Y como su percepción de la realidad no coincide con la propia realidad, intentan justificarse afirmando que “es un fuego aislado”, que “ha sido un caso único y puntual”, etc… Estas personas han elegido una causa y hacen de esa causa su bandera, su sentido de vida, su misión, su finalidad. La lucha por su causa condiciona cualquier acción, cualquier pensamiento, cualquier elección. Para facilitar las cosas a los que viven en la realidad “universos paralelos”, las élites que mandan les han elegido ya las causas que abanderarán. Hay muchas y las conocemos todas. Podemos elegir un par por poner los ejemplos oportunos, pero son tantas que daría para otro artículo.

Por poner un ejemplo, el feminismo, no entendido en absoluto como lucha por los derechos de la mujer, sino como manera de dividir a hombres y mujeres y enfrentarlos: la mujer es siempre la víctima, el hombre es siempre el culpable, y punto. El que no apoye esa causa será tratado de machista, de maltratador, etc. Incluso las leyes de género van enfocadas a ese enfrentamiento entre hombres y mujeres. La realidad no importa: si los hechos contradicen la causa, lo que están mal son los hechos, y ya buscarán el modo de justificarlos. Por ejemplo, el caso de una mujer que maltrata o mata a un hombre. Eso contradice la idea de que la mujer es siempre víctima: se recurre a que es un hecho aislado, un caso puntual, o incluso que la culpa en realidad fue de él, que la llevó a los límites. Nada puede contrariar la percepción de la realidad que se hacen.

Otro tanto pasa con la inmigración. Está demostrado que la inmigración, en las cuotas masivas que padecemos, no trae sino problemas, violencia y enfrentamientos, ya que nuestros países no están preparados para acoger a una masa tan grande de personas que no quieren ni buscan integrarse, sino imponerse. Para el que practica la realidad “universo paralelo”, estas personas son pobres, los parias de la tierra, los desgraciados, los oprimidos, los débiles, y por tanto, hay que acogerlos, hay que ayudarlos, hay que protegerlos. La realidad, una vez más, contradice su percepción: muchos son violentos, muchos cometen delitos, o entran en nuestras fronteras con una arrogancia y prepotencia increíbles, quejándose del alojamiento que se les da, o de la comida, o de la falta de dinero, en vez de mostrarse agradecidos. Y una vez más, hay que justificarlos como sea: “No es así, en realidad son casos aislados, puntuales. La culpa es nuestra por no saber acogerles, por no saber ayudarles, o por haber sido un pueblo genocida y opresor”, etc…. Si los musulmanes atentan en Europa, es culpa de los europeos que no les entienden. Si los inmigrantes roban, saquean, violan o matan a europeos, es culpa de los europeos.

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El que vive en un universo paralelo no puede concebir la realidad como es. No tiene capacidad, ya que razona con las tripas, es decir, no razona con el cerebro, sino se deja llevar por el corazón o por las vísceras, y por tanto no razona. Siempre parte de que tiene razón y de que su causa es justa, es verdadera, es superior, es “la Causa”. Como cree tener razón en sus causas, en sus ideas y en sus elecciones, considera que siempre tienen razón y que son los demás siempre los que están equivocados. Nadie puede elegir causas diferentes: no entra en su esquema mental, no pueden aceptarlo, simplemente. Por eso, todo el que elija una causa diferente a las suyas es por fuerza alguien malo: un fascista, un nazi, un ultra, un homófobo, un machista, un genocida heteropatriarcal, en definitiva, un ser peligroso al que se puede y debe amenazar, atacar o perseguir: las “leyes de odio” no son para el universo paralelo y sus habitantes virtuales, claro está.

Y por supuesto, hay que adoctrinar como sea, usando cualquier medio y saltándose, si es necesario, las mínimas nociones de ética y moral, especialmente en las escuelas, que hoy día son más centros de adoctrinamiento que de enseñanza y formación.

Podemos seguir hasta el infinito poniendo ejemplos que se dan todos los días, pero al final, lo resumiríamos en una simple frase: no ven más que lo que quieren ver y no son capaces de ver nada más. Y por supuesto, sólo ven la mota del ojo ajeno: jamás verán la viga en el propio. Esto les convierte en sectarios: “Yo lo hago todo bien, son los otros los que no se enteran. Los míos no son corruptos, simplemente “el dinero público no es de nadie”. Yo puedo plagiar tesis enteras, pero el que tiene que dimitir es el copió un capítulo de un máster…”, y así sucesivamente.

Y por último, tenemos la tercera realidad. La de aquell@s que vemos con los ojos de la razón, no de las tripas y el sentimiento, lo que pasa a nuestro alrededor. Los que no partimos de ideas preconcebidas sobre lo que sucede, y esperamos a ver cómo se desarrollan determinados acontecimientos antes de tomar partido en un sentido u otro. A veces, esa capacidad de analizar los acontecimientos nos ha hecho dar un giro a nuestra propia forma de pensar, o nos ha hecho cambiar de ideas en un momento dado y considerar malo lo que antes era bueno o al revés. La realidad es mutable, por eso, nuestras ideas no deben ser definitivas, porque las élites nos engañan. Por eso, hemos ido cambiando el sentido de nuestro voto en ocasiones: para adaptarnos a la realidad que nos imponen desde arriba. Porque vemos la realidad desapasionadamente, sin filtros, y lo que vemos no nos gusta en absoluto: un país gobernado por corruptos desde hace décadas, un país dividido en miniestados que son una sangría para nuestras economías y cuya finalidad es simplemente colocar a políticos, la nueva clase alta, la nueva casta mandataria, un país fragmentado por la estupidez que considera que ayudar a los suyos es fascista y ayudar a los que llegan es solidario, un país donde mirar a una mujer se puede convertir en delito si la mira un europeo, pero si la viola un inmigrante “es que son sus costumbres”, un país donde todo el que piensa por su cuenta es un fascista y un ultraderechista. Un país, en definitiva, que está conformándose y configurándose al gusto de las élites.

Y tú, querido lector ¿en cuál de estas tres realidades te identificas?

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FESP: Federación de Sindicatos de Periodistas

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Opinión

Hipótesis sobre los resultados de las elecciones catalanas. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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No está muy claro cuál va a ser la repercusión de las elecciones catalanas, ni siquiera los resultados. Se ignora, por el momento, el efecto que pueden tener medidas como la amnistía, los casos de corrupción y cómo reaccionará el electorado nacionalista. Ni siquiera en la derecha están claros los resultados. Todo empezará a verse más claro cuando se sepa el resultado de las elecciones vascas (que albergan menos incertidumbres) y cuando se deshinchen los globos mediáticos sobre el “Caso PSOE” y la respuesta socialista activando el ventilador de la corrupción (esto es, cuando se vayan conociendo los alcances jurídicos y penales de ambos casos). Al mismo tiempo, ni siquiera están claros algunos candidatos que se presentarán (empezando por Puigdemont), ni mucho menos son creíbles los sondeos publicados. Así pues, vamos a intentar contemplar distintas hipótesis.

ILLA: ¿SUBIRÁ O BAJARÁ? YA NADA DEPENDE DE ÉL NI DE SU CAMPAÑA

En nuestra opinión Illa es un candidato “tocado” por sus propios errores durante la pandemia (él mismo dijo que al ser nombrado “ministro de sanidad”, no tenía ni idea de sanidad y nadie esperaba que se produjera la llamada “pandemia”) que no afectan solamente al manejo alegre de fondos del ministerio que se perdieron en mascarillas inservibles, tests igualmente falsos y material caro, malo y que se destruyó sin exigir devoluciones. Lo peor no es esto: esto sería, en el peor de los casos, incapacidad para gestionar un ministerio (algo previsible en un tipo que carecía por completo de experiencia en gestión y cuyo modesto título de “licenciado en filosofía” no le ayudaba en nada). Lo peor es que durante la gestión de Illa murió gente. Entonces, cuando el miedo atenazaba a la sociedad española, estábamos poco dispuestos a creer que la mayoría de las muertes se debían a la “mala praxis médica” recomendada por la Organización Mundial de la Salud, pero, desde entonces, las voces que ya lo advirtieron en aquel momento, se han convertido en un clamor. Y no, no somos negacionistas: existió pandemia y existió el virus… pero el mayor crimen fue recomendar unos protocolos que, en lugar de erradicar el virus cuando aún se podía, tendían a “hundirlo” en los pulmones de donde ya era imposible erradicarlo. Esa es la tesis que cada día gana más fuerza y que, en su momento, pocos médicos se atrevieron a denunciar.

Aquella mala gestión, presentada por Sánchez como un “gran éxito”, fue suficiente para desplazar a Illa al frente del PSC catalán en donde sigue. Ahora queda saber, si en los dos meses y medio que quedan hasta las elecciones, surgirán nuevas informaciones, tanto sobre el descontrol que existía en el ministerio de sanidad durante su gestión, como el error de aplicar protocolos contraproducentes en el trato de la enfermedad. El futuro de Illa dependerá, en gran medida, de esto, pero, además se le junta otro problema.

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EL PRECIO DE LA AMNISTÍA QUE PAGARÁN LOS SOCIALISTAS

El electorado socialista que permanezca fiel al PSC deberá de aceptar la versión oficial pedrosanchista sobre la oportunidad de conceder la amnistía: que se trató de una medida para poner el contador a cero, limpiar los errores del pasado, perdonar delitos de todo tipo a cambio de garantizar la convivencia. Pero este razonamiento es débil por dos motivos: el primero de todos, que el contador no está a cero. En realidad, los independentistas, ahora, están más fuertes que antes: consideran que no hicieron nada ilegal y, han repetido, por activo y por pasiva, que volverían a hacerlo. Así pues, los propios independentistas se encargan de desmentir y desmontar el razonamiento de quien les ha indultado. El segundo motivo es que resulta demasiado evidente que Sánchez sigue en el poder gracias a los 7 votos de Junts y que los ha obtenido para alcanzar una escuálida mayoría, obteniendo a cambio, solamente, la seguridad de mantenerse unos meses más en el poder.

La maniobra ha sido urdida por Sánchez, pero su virrey en Cataluña es el que tendrá que dar la cara ante su electorado. La duda es si una cuarta parte de los votos que obtuvo el PSC en las elecciones generales, seguirá pensando que el PSC era el muro más seguro contra el independentismo, seguirá fiel a la sigla o se habrá convencido de que el PSC no solamente no es el “muro”, sino que es el ariete: esto es, el muñeco que, manejado por el independentismo, consigue abatir, mucho mejor que ellos mismos, las resistencias de la unidad del Estado. Porque esto es lo que viene produciéndose desde Pascual Maragall, el hombre, con el cerebro ya desbaratado por la enfermedad, que se obstinó en la reforma del Estatuto (cuando no existía demanda social alguna), pacto con ERC y dio origen al problema que actualmente sigue vivo (y no lo estaba a principios del milenio, salvo en minorías juveniles muy radicalizadas).

LO IMPORTANTE ES QUIEN SUPERARÁ A QUIEN: ERC A JUNTS O VICEVERSA

El espacio independentista es, literalmente, caótico: ni siquiera dentro de las dos grandes formaciones (ERC y Junts) se está de acuerdo en lo que se pretende y mucho menos en cómo conseguirlo. Una nebulosa se percibe en ambos partidos en sus propuestas. Agitan todavía el tema de la independencia, pero da la sensación de que lo único que les interesa es liquidar el asunto, consiguiendo un “referéndum de autodeterminación” (“no vinculante” para unos y “vinculante” para otros). A diferencia de en 2007, los más lúcidos, dan por sentado que ese referéndum daría un resultado negativo… pero, al menos, podrán ´decir a su electorado, “lo hemos intentado”. Pocos son -pocos de los que tienen neuronas y las utilizan- los que piensan que la independencia de Cataluña es posible en las actuales circunstancias. El fracaso del “procés”, les ha hecho meditar… aunque no tengan el valor de afirmarlo públicamente, porque, como se sabe, el fin de un partido nacionalista/independentista es la independencia y, si esta no se puede conseguir, ¿para qué existe la sigla?

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No vamos a presenciar un debate entre dos programas políticos realistas, sino entre un programa “posibilista” (el de ERC) que quiere seguir detentando las riendas de la gencat, y un programa “agresivo” (el de Junts) que quiere restituir en la presidencia a Puigdemont. Los dos se declaran “indepes” y quieren convencer a su electorado de que lo siguen siendo, pero, en realidad, los dos, lo que quieren es tener las más amplias parcelas de poder para alimentar a sus cuadros. Eso es todo. La duda de si se producirá el sorpasso de Junts a ERC o si ERC mantendrá la hegemonía en el jardín indepe, es lo único que está en juego. ¿Referéndum? Ambos partidos han llegado a la conclusión de que lo mejor es… “jugar y perder”.

 

LAS FUERZAS NO INDEPENDENTISTAS

Teniendo en cuenta que el PSC juega la carta del equívoco desde la misma fusión de las distintas ramas del socialismo catalán en la transición, y su postura “federalista” es tan inviable como la “independentista”, el electorado que todavía conserva cierto sentido de la realidad nacional e internacional, está ubicado fuera de los márgenes del ambiguo socialismo catalán. En efecto, nos estamos refiriendo al PP, a Vox y a los restos de Ciudadanos. El electorado no independentista y “españolista” o “estatalista”, desearía que estas formaciones se presentaran bajo una misma etiqueta. De hecho, la lógica política implica que así debiera ser y que el poder de atracción de un polo así concebido sería el tercer actor político en Cataluña (tras el bloque independentista y tras el PSC). ¿O hay que recordar que Ciutadans, fue el partido más votado en las elecciones regionales de 2017? Y su programa se reducía a un solo punto: “no al nacionalismo – no al independentismo”.

Por otra parte, la derecha no ha extraído conclusiones de su derrota en las elecciones generales de 2023 que se debió a presentarse dividida en dos opciones, lo que permitió que se perdieran “restos” en beneficio del PSOE y en aplicación de la Ley d’Hondt. Cada uno de los dos partidos cree que podrá quedar “por delante” del otro en Cataluña. Pero, lo que está demasiado claro, es que la división de las fuerzas “estatalistas” seguirá siendo el factor que las suma en la irrelevancia en la política regional.

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Si el PP queda por delante de Vox, su dirección podrá alardear de “éxito electoral” (lo más probable es que aumente el número de votos, lo que no está tan claro es de dónde procederán esos votos, si de Vox o de sectores decepcionados con el PSC) y reforzar el previsible avance que obtenga en las elecciones vascas, en donde las últimas encuestas dan una pérdida notable de votos al PSOE (en beneficio, por una parte, de Bildu y, por otra, del PP). Para Vox, quedar por delante del PP supondría mantenerse como una opción tentadora para los votantes de este último partido que cada vez más quieren posiciones más claras y menos contemporizadoras.

De todas formas, el gran error y lo que limitará las posibilidades y los resultados “estatalistas” es su persistencia en desconocer que solamente un “programa único” podría llevarlos a competir con los dos otros bloques de la política catalana.

LO QUE SERÍA DESEABLE PARA EL ESTADO

Cataluña es la única reserva importante de votos que le queda a Pedro Sánchez. Sean cuales sean sus resultados en el País Vasco, aquella comunidad no puede aportar numéricamente gran cosa al PSOE. Si Sánchez consigue detener la sangría de votos socialistas catalanes, corre el riesgo de estabilizar su situación (hoy extremadamente precaria). Pero, para eso, haría falta que Illa obtuviera un buen resultado y que esto le permitiera entrar en el gobierno de la gencat, junto a ERC (en caso de que este último, como es seguro, no obtuviera una mayoría suficiente para gobernar en solitario).

Desde el punto de vista del “interés nacional” y de la “gobernabilidad del Estado”, una derrota socialista en Cataluña o, al menos, un descenso significativo de votos (al que se uniría en apenas un mes, una derrota previsible y sin paliativos de toda la izquierda europea en las elecciones de la Unión Europea), es deseable, necesaria y supondría otro golpe de piqueta para la existencia de la sigla “PSOE”.

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Desde que se inició el “procés”, siempre hemos sostenido que la independencia de Cataluña era completamente imposible, además de inviable. Cada vez estamos más convencidos de esta afirmación. La situación catalana está tan degradada, especialmente en materia de orden público y seguridad ciudadana que, aunque la temática no ocupa el primer plano en los programas de los partidos, está ahí para quien verla: un tercio de la población catalana ha nacido fuera de España o son hijos de extranjeros; ya existen zonas en Cataluña en donde la policía ha sido expulsada y diariamente se repiten incidentes cuando la policía entra en barrios de Salou, de Tarrasa o incluso en zonas de la propia Ciudad Condal, las prisiones catalanas están descontroladas (el asesinato de una cocinera y las protestas de los funcionarios han exteriorizado la situación de control que ejercen los presos procedentes del Magreb), Barcelona ya es considerada como una de las ciudades más peligrosas del mundo… Y todo esto con la policía nacional y la Guardia Civil, literalmente expulsadas del territorio catalán y con una policía autonómica desbordada y sin posibilidades de combatir a la delincuencia. A esto se suman los problemas de desindustrialización, gentrificación, la concentración de la mitad de la población catalana en torno a la ciudad de Barcelona, con un campo abandonado a su suerte y un gobierno de la gencat, consciente de todos estos problemas, pero ansioso de comprar la paz étnico-social mediante subsidios y seguir creyendo que con un certificado de catalán, los casi dos millones de inmigrantes e hijos de inmigrantes ya están integrados.

Sin olvidar que Cataluña tiene la tasa de natalidad más baja de todo el Estado (y el Estado Español una de las más bajas de todo el mundo)… ¿Quién iba a decir que después de 45 años de “Generalitat de Catalunya” la propia identidad catalana estaría en trance de desaparecer? Por que ese es el problema real y de fondo al que se enfrenta la sociedad catalana. Por mucho que se empeñe la gencat en llamar al engendro creado “Cataluña multicultural”, lo cierto es que, si es “multicultural” no es “catalana”. Ni siquiera europea. Por eso, siempre hemos sostenido que una Cataluña independiente tendría muchas más posibilidades de integrarse en la Liga Árabe que en la UE… Lo dijimos y lo mantenemos.

 

Ernesto Milá.

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