La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, asegura que el Gobierno va a “resignificar”, con perdón, el Valle de los Caídos. Todo ello en paralelo a la nueva ley sobre Memoria Democrática. Al parecer, el PSOE perdió la guerra civil pero ahora esta empeñado en ganarla en los despachos.

De entrada Carmen Calvo mintió: cuando la exhumación de Francisco Franco, repitió, por ejemplo a este su seguro servidor, que todo se terminaba con la desenterramiento de un cadáver de 1975. Pero ese no era el plan. No se trataba de evitar el “enaltecimiento” al “Dictador”. Lo que no soportaba la vicepresidenta era lo que ella misma calificó como “esa horrible cruz”, la más alta de Europa, visible desde toda la zona norte de Madrid.

Y a alguien muy agudo se le ha ocurrido convertir la cruz en un obelisco, símbolo masónico por excelencia. En otras palabras, el Gobierno no lucha contra el franquismo, lucha contra la Iglesia, no lucha contra Franco, lucha contra Cristo.

Y además de demoler la cruz se pretende expulsar a los frailes y cerrar la basílica, que es un centro de evangelización no menor. Es decir, un lugar donde se lanzan mensajes de odio y cosas así.

Perseguir a aquellos que pongan en duda que los buenos eran los rojos y los malos los azules. Pura concordia

Al tiempo, doña Carmen está ultimando una nueva ley de memoria, que esta vez no será histórica -porque la memoria siempre suele ser histórica- sino democrática, porque Calvo es muy democrática. Además de desenterrar cadáveres de hace 80 años el juego consiste en homologar franquismo con nazismo. Con Comunismo no, porque los comunistasa de Pablo iglesias están en el Gobierno y son muy buena gente.

Y luego claro, se trata de pasar del aborto libre al aborto obligatorio: del déjenme hablar a, un vez obtenido el poder, ya no te dejo hablar a ti. Así, la ley castigará cualquier apología del franquismo.

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La mejor censura que se ha inventado en el siglo XXI son los delitos de odio. Y además, un exquisito modo de venganza sobre cualquiera que se atreva a disentir del Gobierno. Hablar bien de Franco es delito de odio. Lo ha dicho Calvo y no se hable más.

En pocas palabras, que Pedro Sánchez quiere ganar en el BOE la guerra perdida en 1939 y, de paso, fastidiar al adversario. Si fuera posible, además de demonizarle, encarcelarle.

Y además, a desenterrar cadáveres de hace 80 años

¡Ah!, y de postre, ilegalizar la Fundación Franco. No por nada: es que se ha atrevido a enfrentarse al poder. Y eso es grave, muy grave. De ahí al golpe de Estado, un paso.

Y es que, una vez superado el coronavirus -el Gobierno sí lo ha superado, los muertos no-, Pedro Sánchez vuelve donde solía: al guerracivilismo.