Connect with us

Opinión

Los 13 de la fama y Santiago Abascal. Por el General Chicharro (Presidente de la Fundación Francisco Franco)

Avatar

Published

on

Los 13 hombres que acompañaron a Pizarro en la Conquista del Perú
¡Comparte esta publicación!

La historia nos da ejemplos permanentes de las vicisitudes humanas. Nos decía el analista británico “Liddell Hart” que los generales debían saber muchas cosas pero que el conocimiento de la historia era fundamental. Según su criterio eran tantas las variantes de las situaciones que se presentan en la guerra que solo en el conocimiento de hechos pasados podrían encontrar similitudes aproximadas ante un dilema presente.

Viendo ayer a Santiago Abascal defendiéndose a brazo partido de todo un Parlamento atacándole – todos contra uno – me vino a la memoria lo ocurrido en mayo de 1527 en la isla del Gallo al sur de Panama. Francisco Pizarro decidido a conquistar el Perú desde hacía años no acababa de encontrar ni gente decidida ni apoyos suficientes para tamaña empresa. No era de extrañar, pues los riesgos de esa expedición eran incalculables : el enemigo inca, territorios inexplorados e incertidumbre. Solo Pizarro contra todo y contra todos. Nos cuenta la historia documentada que en un momento determinado marcó una linea en el suelo y pronunció la famosa frase que todos hemos oído. Recojo los que nos relató el historiador Jose Antonio del Busto : “ por aquí se va a Panamá a la pobreza y a la miseria y por aquí a la riqueza y a la gloria : escoja quien fuere buen castellano lo que más bien le estuviere”. Un silencio de muerte rubricó las palabras del héroe , pero pasados los primeros momentos de la duda, se sintió crujir la arena húmeda bajo los borceguíes y las alpargatas de los valientes, que en número trece cruzaron la raya .Sus nombres han quedado para la historia.

Ayer en el Congreso Santiago Abascal definió en el aire una nueva raya. Hacia delante estarán los que sin temor a nada se alineen en la defensa de España ante la realidad calamitosa en la que ha sumido a nuestra Patria un gobierno socialcomunista y hacia atrás los que por omisión y cobardía se ponen al servicio de este y sus políticas.

El silencio de muerte que se produjo en la isla del Gallo se repitió ayer, en el Congreso,  si bien roto por los gritos e improperios resultantes que siempre se producen entre quienes no tienen las agallas suficientes para unirse en la lucha por España. Están por otros intereses espúreos y particulares. Los insultos que el líder del PP, Pablo Casado, pronunció contra el líder de VOX no son más que las  manifestaciones típicas de quien se siente acosado y sobrepasado. Casado, ayer, y sus mariachis palmeros, se quedaron ayer en Panama mientras Abascal cruzó la línea hacia el Peru en soledad. Sin duda ayer el inca Sanchez y su acólito Iglesias se revolvieron de satisfacción al comprobar la clara defección de quienes unidos a Abascal le hubieran plantado seria batalla. Más no fue así. “Memes” y mensajes de todo tipo inundan desde ayer las redes sociales atacando con saña al PP y a su líder. Apenas vi la intervención del Sr. Casado pero, hoy, extrañado de la dureza de los citados mensajes, y comoquiera que no me gusta opinar sin ver de antemano la causa de ellos, he visionado con tranquilidad, y sin ánimo de crítica, la intervención ayer del líder del PP. Tiene razón Santiago Abascal cuando dijo a continuación con animo sosegado que ante todo se había quedado perplejo. Y así me he quedado yo también. No deja de llamar la atención el que Pablo Casado acusara a Abascal de ser empleado del PP y que había vivido de este partido. ¿Qué le pasa a Pablo Casado? O sea, ¿ ser concejal del PP en Llodio en los años duros de los asesinatos de ETA era ser un empleado cualquiera? Me temo que el líder del PP anda algo despistado e ignorante de lo que significaba ser concejal en aquellos tiempos en las vascongadas. Su exabrupto no es más que un reflejo de un complejo de inferioridad notable. ¿Y decir que Abascal ha mancillado la sangre de los asesinados del PP? entre el júbilo de los mariachis paniaguados de los diputados de este partido. Honradamente creo que, en esta intervención, el Sr Casado se ha definido como un auténtico miserable e indigno representante de tantos millones de españoles. Y encima se vanagloria hoy sin duda influenciado por tantos vividores de la partitocracia que le hacen la corte temerosos de perder sus prebendas.

Advertisement

Volviendo la vista atrás, a Panamá, en 1527, sabemos que aquellos que faltos de los arrestos suficientes para seguir a Pizarro se enzarzaron en múltiples trifulcas internas donde la traición estuvo a la orden del día.

Hoy en el año 2020 veo a Pablo Casado entre los pusilánimes y faltos de coraje que no se atrevieron a seguir a Pizarro y se volvieron a Panamá.

Pizarro y los trece que le siguieron acabando conquistando el Perú no sin múltiples sufrimientos y pasaron a la historia más grande de España. De los “Casados” que no se atrevieron a nada nadie tiene noticias de ellos.

No sé si en el futuro Santiago Abascal y sus 52 diputados serán capaces de detener la avalancha marxista que nos domina cada vez más pero en cualquier caso sí quedarán para la historia como los que no tuvieron miedo y cruzaron la raya.

De Casado sólo quedará que habiendo podido hacerlo no tuvo el valor y el coraje para enfrentarse al inca Sanchez y a su socio Iglesias. Yo le aconsejaría que no festejara tanto lo que considera su victoria de hoy empujado por los que le rodean pues estos, como sucedió en Panamá ,acabarán abandonándole pues nada hay más cierto que lo que dice el viejo adagio de que  “Roma no paga traidores”.

Advertisement

Advertisement
Click para comentar

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Opinión

No vivimos en la Arcadia Feliz, sino en tiempos de excepción. Por Ernesto Milá.

Ernesto Milá

Published

on

¡Comparte esta publicación!

Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

Advertisement

Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

Advertisement

Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.

 

Ernesto Milá. 

Advertisement

Continuar leyendo