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El MITO de Al-Andalus. ¿Eran españoles los moriscos? Por el Teniente Coronel Enrique Area Sacristán

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[L]a imagen edulcorada de un al-Andalus idílico se suele apostillar por la extrema izquierda con la palabra paraíso; y en árabe, al-firdaws al mafqud, el paraíso perdido, donde convivían en estado de gracia perenne los fieles de las tres culturas y las tres religiones, es insostenible e inencontrable, apenas comenzamos a leer los textos originales escritos por los protagonistas en esos siglos. No fue peor ni mejor que el resto del mundo musulmán coetáneo o que la Europa de entonces. Disfrutó de etapas brillantes en algunas artes, en arquitectura o en asimilación de ciertas técnicas y supo transmitir, y no es poco, el legado helenístico recibido de los grandes centros culturales de Oriente, Nisapur, Bagdad, El Cairo, Ravy, etc. Y fue, antes que nada, un país islámico, con todas las consecuencias que en la época esto significaba.

Una lucha de supervivencia por parte de los Reinos cristianos y los califatos, con dos familias antagónicas y mutuamente excluyentes, en oposición radical y antagónica y animadas las dos por sendas religiones universales cuyo designio era abarcar toda la humanidad por entero. Es preciso decirlo con crudeza: si había al-Andalus, no habría España; y viceversa, como sucedió al imponerse la sociedad cristiana y la cultura neolatina. Cuestión que se está reviviendo y resucitando ahora por la izquierda y los progresistas para destruir España. Pero si decidimos retomar la lira y reiniciar los cantos a la tolerancia, a la exquisita sensualidad de los surtidores del Generalife , y a la gran libertad que disfrutaban las mujeres cordobesas en el siglo XI, fuerza será que acudamos también a los hechos históricos conocidos que, por lo general, no son los que nos pintan esta caterva de progres antiespañoles: aplastamiento social y persecuciones intermitentes de cristianos, fugas masivas de éstos hacia el norte, hasta el siglo XII, conversiones colectivas forzadas, deportaciones en masa a Marruecos, ya en tiempos almohades, pogromos antijudíos, martirios continuados de misioneros cristianos mientras se construían las bellísimas salas de la Alhambra…Porque la historia es toda, no como la de la Ley de la Memoria Histórica en la actualidad, y del balance general de aquellos sucesos brutales, de su totalidad, ayer y ahora, debemos extraer las conclusiones oportunas.

Pero el éxito de alandalous en escritores e historiadores franceses, nuestro puente hacía la Europa del siglo XIX, ha contribuido en gran medida a difundir un concepto sumamente erróneo: la existencia de una unidad racial, social, cultural y anímica entre los andalusíes y los andaluces. De ahí ha derivado la confusión entre Andalucía y al-Andalus, que incluso los políticos de la izquierda radical manejan en la actualidad como si respondiera a una realidad tangible. Pero las objeciones a tal pretensión son dos y decisivas. La primera es que, en árabe, al-Andalus no significa Andalucía, sino la España islámica, fuera cual fuera su extensión. La segunda consiste en que la noción de Andalucía surge con la conquista cristiana del valle del Guadalquivir en el siglo XIII y no aparece en los términos territoriales con que la conocemos hasta 1833 cuando la división regional y provincial de Javier de Burgos, todavía vigente, incorpora un territorio netamente diferenciado hasta entonces, el reino de Granada (Málaga, Almería, Granada y parte de Jaén) a Andalucía para formar una unidad administrativa mayor. De ahí el absurdo de imaginar una patria andaluza cuya identidad se pierde en la noche de los tiempos, con Argantonio bailando flamenco y Abderrahman deleitándose con el espíritu de los futuros versos de García Lorca. Una mera medida administrativa ha generado un concepto identitario. Pero Andalucía era una cosa y el reino de Granada, otra, como lo prueba, hasta la saciedad y el aburrimiento, toda la documentación existente.

Expresiones como “los moros españoles”, “los árabes españoles” o, simplemente, “los españoles”, sin adjetivar y referido a musulmanes de al-Andalus, menudean en textos de historiadores incluso recientes. No se trata de negar la condición de españoles a los andalusíes, es que, y esto es lo principal, ellos no se consideraban tal cosa, a la que detestaban como lo detesta parte de la población catalana y vasca que se intenta islamizar, casualmente.

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Unir a todo lo antiespañol es la misión de la izquierda más retrograda, alimentado en falsas visiones de la Historia y queriendo rememorar lo indecible en el espacio y en el tiempo para destruir la Nación española aunque sea islamizándola rememorando aquellos momentos históricos que quieren revivir.

Las famosas y muy jaleadas tres culturas de hecho vivían en un régimen de apartheid real en que las comunidades, yuxtapuestas pero no mezcladas, coexistían en regímenes jurídicos, económicos y de rango social perfectamente distintos, dando lugar a persecuciones muy cruentas, como la acontecida a mediados del siglo IX contra los cristianos, en tiempos de Abderrahman II, o contra los judíos en el siglo XII, hasta el extremo que cuando llega la Reconquista en el XIII en Andalucía, la región estaba limpia de ellos, deportados unos a Marruecos y fugados los otros a los reinos cristianos del norte.

Un último aspecto, decisivo para la pervivencia, o no, del mito de al-Andalus, es el de la población. A grandes rasgos y con muy fundamentados estudios poblacionales de Ladero Quesada y Gonzáles Jiménez, se puede afirmar que los actuales habitantes de Andalucía y de España en general no descienden de los musulmanes de al-Andalus sino de los repobladores norteños y francos que los sustituyeron. Por consiguiente, no hay continuidad étnica, cultural ni social, ni supervivencia de rasgos básicos de la Hispania islámica, por más que viajeros foráneos y españoles a la caza de pedigrees exóticos se hayan empeñado en hallarlos.

Por último, y para acabar de delinear el panorama, debemos recordar algo que con mucha frecuencia se pasa por alto: los movimientos de población, en todos los sentidos de la Rosa de los Vientos, dentro de España a lo largo de los siglos XVIII y XIX fueron constantes, por trashumancia, minería, trabajo agrícola estacional y, finalmente por la industrialización del XX. De ahí que la cohesión étnica y cultural de España sea un hecho irrebatible, por más que mitos de una u otra procedencia traten de crear impresiones más próximas a la fantasía que a cuanto podemos estudiar y observar.

 

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Enrique Area Sacristán es Teniente coronel de Infantería y doctor por la Universidad de Salamanca

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“La exhibición del psicópata gobernante”. Por Alvise Pérez

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Opinión de Alvise Pérez:

Pedro Sánchez no monta el show por la denuncia a Begoña Gómez; un mitómano narcisista como él dejaría antes a su mujer que a la Presidencia del Gobierno de España que tanto le blinda judicialmente.

Sería fácil decir que todo ha sido por el Caso Koldo que nosotros mismos iniciamos y en donde yo mismo estoy personado como denunciante y víctima de dicha trama (gracias a ello sabemos los paraísos fiscales de Ábalos, las relaciones más que personales de Javier Hidalgo con Begoña Gómez, y todas las comisiones cobradas) pero como aquí se trata de encontrar la verdad, hemos advertido qué más ha coincidido con esta sorpresiva denuncia, y vemos un detalle importante: Hace menos de 24 horas la Audiencia Nacional reabrió el caso Pegasus sobre el espionaje a Sánchez.

¿Por qué la Audiencia Nacional ha reabierto el caso? Porque la DGSE francesa remitió este mismo mes al CNI ‘información de interés’ que la inteligencia española ha analizado y entregado al Juez.

Qué han logrado aportar los franceses es todavía un misterio: ¿Un trío en la sauna gay del suegro? ¿Las maletas de Delcy? ¿La trama de comisiones en mascarillas? ¿Datos del asesinato de cientos de personas en un interurbano de Madrid hace 10 años? No lo sabemos.

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Lo que sí sabemos es que las periciales del CNI certificaron el espionaje de 4 teléfonos móviles pertenecientes a:

1. Pedro Sánchez (Presidencia)
2. Margarita Robles (Defensa)
3. Grande-Marlaska (Interior)
4. Luis Planas (Agricultura)

Esto es; se hackearon 12GB en total (más de 3Gb sólo a Sánchez) sin contar claves para nubes de información (chats, mensajes, emails, metadata general, historial de llamadas, etc)

La pregunta en todo caso es: ¿Se irá Pedro Sánchez, o es una estrategia para reforzarse en el poder?

Difícilmente se vaya tras 6 años controlando la Justicia, colocando a la Fiscal General, traficando maletines por Barajas, siendo incapaz de justificar 39 vuelos a República Dominicana en los últimos 3 años, o la orden directa de crédito a República Dominicana de 46 millones de euros para “sanear las zonas costeras del país”y “un proyecto de hermanamiento para transformar la Justicia” del país (meros proyectos de blanqueo)

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¿Por qué tal dinero, por cierto? Pues porque en República Dominicana no tienes que tributar por lo que generas fuera pero sí por lo que haces dentro.

Es decir: Todo aquél que recibe dinero del exterior no tiene que declararlo y por tanto lo disfruta ‘íntegro’ para lo que desee.

¿Por qué, además, buscan todos la nacionalidad dominicana? Porque en ese país los nacionales pueden abrir empresas en el extranjero sin comunicarlo a ese país, y eso les permite abrir cuentas y sociedades en paraísos fiscales sin problema legal alguno con el dinero en efectivo robado en terceros países como España.

El próximo lunes Pedro Sánchez nos dará a conocer si ya ha robado lo suficiente para marcharse a República Dominicana como el resto de exPresidentes y Ministros impunes de este país, o si todo ha sido un ‘punch’ mediático para revitalizar la victimización persecutoria que tan bien se le da al mismo Presidente que ataca a la mujer de Feijóo y novio de Ayuso.

Lo único claro es una cosa:

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Estos parásitos de la partitocracia lo han podrido ya todo, y el próximo 9 de Junio tenemos que aplastarles con las papeletas que logremos gracias al boca a boca masivo.

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