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Calentamiento global, Elecciones y Exhumación, un “mix” donde hay para todos

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Empieza un otoño que se presenta “calentito” y no precisamente por la previsión que los “cofrades” del “cambio del clima climático” vienen diciendo sobre que la temperatura será un grado más alta que la media, esa media estadística poco fiable si consideramos que correspondería a datos de los últimos cincuenta años o menos, un periodo que para el Tiempo, con mayúscula, representa menos del 0,003% desde la aparición de los homínidos y del 0’000001% del origen de la Tierra, o sea, nada.

Pero ese mantra “vende” para el sector ecologista progre que se reunía ayer en Nueva York para “proteger la Naturaleza”, en el que muchos -como un tal Al Gore, a 200.000$ por conferencia y en jet privado- viven del cuento del “calentamiento global” que, desde mi absoluto respeto al cuidado del medio, en mi opinión no es más que otra falacia de ese Nuevo Orden Mundial que quiere acabar con nuestras raíces. No deja de ser curioso que toda una representación de jefes de Estado y de Gobierno escucharan atónitos, nada menos que en la sede de esa ONU más que dudosa en su alcance, las peroratas de una niñata de dieciséis añitos manipulada por alguien, Greta Thunberg, que fulminaba con su mirada de odio al inesperado visitante de la jornada, Donald Trump y a la que un periodista llamaba en una tertulia “la niña del exorcista”. Todo, parte de esa comedia cuyo objetivo final es acabar con el humanismo cristiano que imperaba hasta hace un siglo en la civilización occidental, se tambalea desde entonces y en los últimos años, molesta. Pero ese es otro tema que habrá que tratar como merece en una serie de artículos, porque da para mucho más de uno, aunque el resumen sería “muerte a la persona y a la familia para conquistar el mundo” y a fe que lo están consiguiendo y se saldrán con la suya si no reaccionamos a tiempo a este cambio forzado de la civilización.

No podía faltar en Nueva York el irresponsable presidente en “disfunciones”, una vez logrado su objetivo de repetir elecciones y, cómo no, acompañado por su esposa, que desde que “fichó” por el Instituto de Empresa, libra más que “trabaja” -claro, que no la ficharon precisamente para trabajar sino más bien como “agente inmobiliaria”-. Un buen chollo para la aprendiza a segunda dama, que aparece “muy preocupada” por los problemas de África y su desarrollo, objeto de su puesto.

Dijo el candidato del Partido Siempre Opuesto a España al llegar que se enteró allí de la detención en Barcelona de nueve miembros -dos ya, en libertad- de los Comités de Defensa de la República -¿una nueva Terra Lliure “disuelta” en 1991?- que, más que aparentemente animados por su muñidor Joaquín Torra, parece que pretendían “celebrar” con explosivos la inminente sentencia del Tribunal Supremo sobre el proceso a los políticos catalanes golpistas o “conmemorar” el segundo aniversario del 1-O. Por cierto, un presidente de la Generalidad que pide explicaciones al Gobierno por las detenciones y dice que los detenidos son “ciudadanos comprometidos con su sociedad”. ¿Qué va a decir si al llegar en 2017 tras esas elecciones convocadas por Mariano Rajoy, que nunca debieron celebrarse con tan innecesaria precipitación, dijo que su mujer y sus hijos pertenecían a esos CDR? Lo increíble es que entonces -y otras veces con sus comportamientos, desafíos y amenazas- no hubiera sido puesto a disposición de la Justicia y apartado de una responsabilidad que nunca mereció.

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Y empezó el baile de las encuestas, que parecen hacer bueno mi pronóstico de vuelta al bipartidismo imperfecto a la vista del fallido experimento con los nuevos actores, que en las próximas elecciones se van a ver acompañados por otra escisión en la extrema izquierda. Unas elecciones que, para ser un desenlace forzoso ante la “imposibilidad” de llegar a acuerdos de gobierno en los plazos que marca la Constitución, dejan sorpresas como la “improvisada” entrevista en tono electoralista que el cerebro de Atresmedia, Antonio Ferreras, le tenía preparada al día siguiente al candidato socialista o el concurso público que convocó RTVE en Agosto para redecorar platós ante previsibles debates y el malestar generalizado en Prado del Rey por el fichaje como jefe de informativos del ente público del que era director del diario nacionalista El Periódico, Enrique Hernández, algo que se interpreta también con marcado tinte pre y postelectoral. En fin, todo “inesperado” y por la cerrazón del “socio preferente”, que “no se conformaba con nada” y España no se podía permitir “un gobierno dentro del gobierno”, como “apesadumbradamente” vendía el farsante en funciones.

Y Atresmedia sigue “sodomizada” -contra natura- por su absorbida La SeCta -no es error esa ‘C’-. Uno de sus programas estrella, Espejo Público -confieso mi ‘pecado’ de tenerlo como fondo muchas mañanas-, cada vez más parecido a aquél antiguo periódico de sucesos, El Caso, presenta su nuevo fichaje, Afra Blanco, a la que no tenía el disgusto de conocer, que hace buena en todos los sentidos a otra joya de sus tertulias, Elisa Beni, “especialista en Derecho” como ella se define -su matrimonio temporal con el que iba a enviar “caminito de Jerez” a los autores del 11M le aportó un “máster”-. Este nuevo fichaje, sindicalista de UGT que se hizo famosa en 2015 por protestar en top less ante la Tesorería General de la Seguridad Social de Barcelona, defiende ahora también a los CDR detenidos mientras critica que los mozos pretendieran usar gas pimienta ante las posibles manifestaciones que se preparan para el citado aniversario del 1-O. Otra derivada más de aquel despropósito agosteño de Soraya Sáenz de Santamaría de salvar La Sexta quebrada de Jaime Roures endosándosela a A-3.

Decía Antonio Naranjo en esa tertulia que “En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”, apostillando después que “parece que en política están las que embisten”, a lo que escuchando a estas colaboradoras y a su directora habría que añadir, “y en la prensa, amigo Antonio, y en la prensa”, porque no se explica si no que Susana Grisó intente hacer “personas” a desechos sociales como la vegana de “los gallos violan a las gallinas”, a la que otra vez dio quince minutos de pantalla para contar su “pasado asesino” (sic) como trabajadora de una sala de despiece porcino porque “aquello era un lugar en el que se hace que alguien pase a algo” (sic), justo lo contrario de lo que con estas intervenciones pretende hacer el programa de Susana Grisó, convertir algo -muy cutre- en alguien, que recrea su propio lenguaje llevando la “inclusividad” al extremo: “les conejes, utilizades, exclavizades, todes juntes…” y otra serie de barbaridades como dirigirse al veterinario de un matadero con “¿quién eres tú para decidir por la vida de las demás?”. Y nos extrañamos de tener en política lo que tenemos, cuando no son más que el extracto proporcional de una sociedad cada día más demente.

Lamentable su forma de hacer “grande” un medio, Sra. Grisó. ¿Cómo se puede dar esa relevancia a una representación infinitesimal de la sociedad?

Volviendo a las encuestas preelectorales, que como siempre “dicen” lo que el medio que la encarga piensa desde su “incuestionable objetividad”, coinciden bastantes en que el PSOE puede no subir tanto como espera el Dr. Plagio cum Fraude y que el PP sube bastante, aunque seguramente no lo suficiente como para ser alternativa con el apoyo de Ciudadanos y VOX, ambos penalizados a priori, y dudas sobre el efecto del nuevo actor que salta al ámbito nacional tras su fracaso autonómico, Íñigo Errejón, que se dice que está dirigido desde la Moncloa, algo que se refuerza al saberse que la nueva formación que saldrá del Mas Madrid, suyo y de su madrina Manuela Carmena -“Carmenitas descalzos” los ha bautizado acertadamente mi amigo Julián Pavón en su artículo de Linkedin-, celebra su primera reunión en la sede de la UGT. Se consuma así la separación iniciada el 26-M de dos de los cerebros de aquel Movimiento 15-M de 2011, que evolucionó en Podemos y sus franquicias tres años después y que tras casi fagocitar a Izquierda Unida, algunas de ellas quieren tener vida propia en regiones como Galicia, Valencia, Cataluña, Andalucía y, ahora, Madrid.

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Tiempo habrá para seguir analizando las andanzas de los diferentes actores en los treinta y cinco días que faltan para el “inicio” de la campaña que empezó realmente el pasado 29 de Abril con los viernes electorales del ya citado “desgobierno en disfunciones”, los abusos de Instituciones como el Centro de Invenciones Sánchez y demás recursos que “pone” a disposición del candidato socialista la infraestructura del Estado y que Mr. Falconeti utiliza sin reparo ni rubor algunos, porque “yo soy el presidente y lo valgo”, pensará mientras descansa en su flamante colchón.

De momento, S. M. Don Felipe VI firmó el Decreto de Disolución de las Cortes Generales que da paso a la convocatoria formal de nuevas elecciones generales -las cuartas en menos de cuatro años, récord absoluto en países civilizados, creo- el próximo 10-N, es decir, la fecha que filtró el “déspota desilustrado” allá por el mes de Julio, un acto más del esperpento en que se convirtió la política y al que parece prestarse la máxima autoridad del Estado, como una especie de “artista invitado” en la escasa representación que le deja la Constitución y con estos mimbres en las altas magistraturas del Estado e Instituciones, España tiene poco remedio. Quizás, como reza el dicho, “las cosas se tienen que destrozar del todo para empezar a arreglarse”. Muy triste, pero parece lo que algunos buscan. Yo sigo recomendando a Pablo Casado que intente que España sume pero recuperando al electorado descontento y desengañado con los nuevos, más que con los partidos que ya demostraron lo que son y querían, el naranja reforzar su ego desde la veleidad de ideas que le duran menos que las parejas y el verde vengarse de quienes lo dejaron en la calle desde su ambición de seguir viviendo de la política a lo que se acostumbró en las filas de los que ahora quiere destronar.

Mientras Cayetana Álvarez de Toledo “cede” el primer puesto a Inés Arrimadas por esa España Suma, la catalana de Ciudadanos Lorena Roldán, con barretina independentista en 2013, dice: “España suma pero la corrupción resta”, o “Hay que sumar al estilo de Andalucía pero no de la Gürtel. Buscando sumar diputados, no imputados”. Con amigos así el PP no necesita enemigos. En fin una suma imposible con dos sumandos heterogéneos que sólo se soluciona con la unión de españoles en torno al único partido que puede ser alternativa, que deberá cuidar mejor la composición de listas, y a los que se les quiera premiar o reconocer algún sufrimiento pasado o cualquier otra cosa que no sea mérito y experiencia de verdad, ya habrá carguillos o “asesorías” en su momento, pero para gobernar y decidir, los mejores, que no son los que ocuparon los primeros puestos en muchas de las listas anteriores.

No me resisto a una pequeña reflexión sobre lo que también ha sido noticia esta semana y que era objetivo principal y primera “promesa” del que llegó con una moción de censura, tal vez legal pero no legítima en mi opinión, apoyada por los enemigos de España que ahora estarán encantadísimos con la decisión del Tribunal Supremo. Evidentemente me refiero a la tan ansiada exhumación de los restos del Generalísimo Franco que se le resistió al “desgobierno” quince meses por el momento y ya veremos lo que falta todavía, si se produce, pero ellos siguen poniendo fecha mes a mes. A propósito de esta decisión, el viajero incansable decía el martes desde Nueva York que “hoy 24 de Septiembre hemos cerrado un círculo oscuro de la democracia” y añado yo, ahora: “A ver si el próximo 10 de noviembre cerramos un círculo negro de la reciente Historia de España y echamos a este individuo de la Moncloa”.

No he leído la sentencia del TS, ni tendría conocimientos para discutir los argumentos jurídicos que se aduzcan, pero sí dejo una duda al respecto ¿hasta qué punto puede una institución, movida o no por una decisión política, decidir sobre el hasta ahora inviolable derecho de una familia a enterrar a sus muertos donde les apetezca dentro de la ley? Pero hay partido.

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No vivimos en la Arcadia Feliz, sino en tiempos de excepción. Por Ernesto Milá.

Ernesto Milá

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Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

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Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

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Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.

 

Ernesto Milá. 

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