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El coronel de La Legión Enrique de Vivero destapa los oscuros y turbios negocios del Gobierno con el Covid-19

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El coronel Enrique de Vivero presidiendo un desfile de La Legión en Melilla.
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Por Enrique de Vivero.- (*)

El Gobierno del PSOE, está consiguiendo convencer a muchos españoles que lo que hizo en la pandemia fue lo mejor, que no hubo ninguna equivocación, que los muertos son efecto colateral de la pandemia, que la crisis económica era inevitable, que las compras de material sanitario se han realizado con una magnífica gestión y que si algo ha salido mal es por culpa de la oposición o de los Gobiernos de las CC.AA.

Ha habido tantos informes y contrainformes, algunos de los cuales se han hecho desaparecer que ya nadie recuerda cual fue el origen. El lavado de cerebro al que el Gobierno ha sometido a los españoles, es de tal magnitud, que lo único que preocupa a las personas hoy es si podremos ir a la playa o no, si mis niños pueden salir a la calle a jugar a cualquier hora y un sinfín de cosas banales comparado con la dimensión de la catástrofe que aún continuamos sufriendo.

Fernando Simón (derecha), director del CCAES y el ministro de Sanidad, Salvador Illa

El mensaje del Gobierno, repetido machaconamente ha sido que no es el momento de criticar, que es el momento de arrimar el hombro. Pues quizá ha llegado el momento de ponerle al Gobierno sus errores al descubierto, sobre todo, los errores que han tenido gravísimas consecuencias sobre las vidas de personas, a las que sus familiares no han podido velar ni enterrar en condiciones dignas, bajo el pretexto de que se tenían que incinerar para evitar contagios.

Pues esto no es cierto. Mientras en Italia ,China y EE.UU se realizaban autopsias para poder ver el origen de las lesiones y proponer fármacos que cortasen esta pandemia, en España el Ministerio de Sanidad había enviado una circular que aconsejaba no realizar autopsias, con lo que se ignoraba el examen forense de los cuerpos.

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La realidad es que, una vez más, nuestra magnífica sanidad no estaba preparada para hacer autopsias en condiciones de seguridad de nivel BSL-3.

Recordemos que el 10 de febrero, el Ministerio de Sanidad con su CCAES, dirigido por el señor Simón, elaboraba un informe en el que admitía tener conocimiento de que en Wuhan (China) existían 27 casos de COVID confirmados. Que el primer caso se había producido el 8 de diciembre de 2019.

– El 30 de enero la OMS declara la emergencia de salud pública.

– El 11 de marzo la OMS, siempre muy remisa con culpar a china de la propagación del virus declara la pandemia del COVID , que ya en el mes de enero había advertido a los Gobiernos de las naciones que tomaran precaución con la propagación de la enfermedad.

– El día 13 de febrero la OMS aconseja hacer acopio de medicamentos al Gobierno español, como ya denunció Alerta Digital sobre la imprevisión del Gobierno en la compra de material sanitario en fecha 12 de abril.

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Tarde y mal, el Ministerio de Sanidad se dispone con una batería de medidas publicadas en el BOE a realizar unas compras millonarias.

Los días 28 y 30 de abril fueron, no los únicos días que se adjudicaron contratos a empresas de material sanitario, pero sí los más llamativos para la cuantía de las adjudicaciones, y sobre todo por las características de la empresas adjudicatarias, que en una gran mayoría de casos no tenían experiencia ni en la fabricación ni en la gestión de las compras; de hecho eran empresas ajenas al ámbito sanitario.

Llama la atención que existiendo empresas españolas con experiencia en este sector y que hicieron sus ofertas al Ministerio de Sanidad, no han sido contratadas y que por el contrario empresas ajenas a este sector se hayan llevado contratos por valor de mil millones de euros.

A mediados de marzo se decretó por parte del ejecutivo el mal llamado estado de alarma, en realidad estado de excepción. Desde esas fechas, el Ministerio de Sanidad ha adjudicado contratos a empresas, los cuales han resultado carísimos o simplemente negocios ruinosos para las arcas públicas.

En el BOE del día 30 de abril se adjudica una compra de 4,3 millones de euros (5,3 millones de euros con IVA) a una empresa denominada MJ Steps, por el procedimiento de urgencia, lo cual supone que se evitan controles y todo tipo de ofertas en la adjudicación a dedo. Esta adjudicación es por la compra de 5 millones de hisopos (bastoncillos para los test rápidos), la empresa que inicialmente no tenía domicilio conocido, posteriormente dio una dirección falsa en Sant Boi de Llobregat. Esta empresa se dedica a la importación de textil y calzados desde China.

El ICEX, organismo español, dependiente del Ministerio de Industria Comercio y Turismo para exportaciones e importaciones, es el que actúa como intermediario para que Sanidad adjudique este contrato. Aunque la gestión con la empresa se realiza a través de su sede en Suiza, el material sanitario viene directamente de China.

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Como observamos, son demasiados intermediarios para la compra de material sanitario, lo que hace que por cada bastoncillo se han pagado más de 5 euros más IVA, cuando su precio máximo en mercado es de 1,2 euros. Esto parece indicar que se han pagado a muchos intermediarios o que presuntamente ha habido un fraude o se han abonado comisiones.

La administradora de esta empresa, Mayra Dagá, fue condenada por la Audiencia de Barcelona el 15 de Febrero de 2015 por un delito continuado de estafa. La habilidad de esta empresaria no termina en este contrato. Posteriormente, y a través de la empresa FCS, ha conseguido la adjudicación de un contrato de 263 millones de euros para proporcionar 488 millones de mascarillas, 10 millones de guantes y 150000 gafas de protección, nuevamente unos precio muy onerosos y que presuntamente lleven encubierto el pago de comisiones.

El Gobierno contrata a una firma condenada por estafa para comprar mascarillas

Esta empresa FCS Product Select tiene como actividad principal el Merchandasing de bebidas Premium, nada que ver con material sanitario

Hans Biomed Skymedic es otra empresa que se ha embolsado 38,7 millones de euros en contratos, en realidad esta empresa actúa como intermediaria de la empresa china que proporciona el material sanitario es Guangzhou Wondfo Biotech.

Nuevamente se utilizan intermediarios que encarecen las compras y presuntamente podrían suponer el pago de comisiones a determinadas personas.

Sedes ‘cutres’ de los grandes pelotazos de mascarillas y test: todas, en Cataluña

Interpharma, una empresa de Santa Coloma de Gramanet, recibe un contrato de de 17,1 millones de euros para la entrega de test de detección del COVID, estos son los test que resultaron fallidos y tuvieron que ser devueltos a China dado que Interpharma era solo intermediaria y la que fabricaba los productos era una empresa china que no tenía licencia para comercializar estos productos.

Pero aún siendo extraños todos estos contratos, que deberían ser investigados por la justicia, el que alcanza los límites de lo presuntamente delictivo es la compra de dispositivos de ventilación mecánica

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vía de urgencia para que no se pueda licitar públicamente dada la urgencia de la compra, a la empresa Tech Pharma Europe, SL. Este se realiza por la compra de 200 dispositivos de ventilación mecánica por valor de 8.200.000 euros sin el IVA.

Cada dispositivo alcanza el precio desorbitante de 41000 euros. Establecido contacto con empresas suministradoras de este material, afirman que es un precio exagerado, nuevamente planea la duda del sobrecoste o presunto pago de comisiones.

La empresa Interpharma presenta otra curiosidad está radicada en Armilla (Granada) y está constituida desde hace un año con un capital social de 3.000 euros, en realidad nuevamente asistimos al empleo de una empresa intermediaria, ya que el material procede de China.

La empresa MJ Seps, que hemos citado anteriormente, recibe el regalo de la adjudicación de un contrato para la compra de 10 dispositivos de ventilación mecánica por el importe de 380.000 euros sin IVA. En este caso vemos que los ventiladores han bajado de precio y sale cada uno a 38.000 euros. Tenemos que recordar que esta empresa se dedica a la importación de textil y calzado, y que solo realiza funciones de intermediación para traer el material de China, presuntamente en esta compra hubo menos comisiones.

Pero la compra de ventiladores y su variedad de precios no termina aquí. La empresa China Sysmed Co., LTD recibe la adjudicación para que proporcione 1.000 dispositivos de ventilación mecánica por un valor de 771.220,10 euros sin IVA, con lo cual el precio de cada dispositivo de ventilación mecánica alcanzaría la cifra de 771,2 euros.

Como vemos, asistimos a un baile de cifras con la compra de dispositivos de ventilación mecánica, no sabemos si estos dispositivos tienen un valor de 41.000 euros de 38.000 euros o de 771 euros .
Estos datos deben ser investigados por la justicia, dada la disparidad de precios y la nula transparencia en la compra de los mismos.

Estos contratos son solo la punta del iceberg, ya que son muchos los realizados por el Ministerio de Sanidad pero en las mismas condiciones de opacidad y sobrecoste.

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Resulta llamativo que todas las empresas adjudicatarias e intermediarias radican en el área metropolitana de Barcelona, cerca de la Roca del Vallés, curiosamente localidad donde el ministro de Sanidad fue alcalde. Se añade a esto que otras empresas catalanas con experiencia en el ámbito del material sanitario que están radicadas en otras zonas de Cataluña no han sido beneficiadas con contratos.

Lo más trágico de todo es que finalmente lo profesionales de la medicina han manifestado que a los enfermos de COVID no les beneficiaba la ventilación mecánica, pero como ya dije al principio, las autoridades sanitarias impidieron la realización de autopsias, desaconsejaron cualquier tipo de tratamiento. Recordamos en este sentido a Fernando Simón cuando sostenía que solo se debía administrar Paracetamol y de ningún modo antiinflamatorios. Pues la realidad y la labor constante de investigación de nuestros facultativos ha conducido a determinar que los antiinflamatorios actúan positivamente y alivian el proceso.

Asistimos a la actuación de un gobierno que dejó morir en Las residencias a nuestros mayores, que no proporcionó la atención adecuada a los enfermos en los hospitales y que termina con las millonarias compras presuntamente bajo sospecha de un material muy costoso realizadas con una gestión desastrosa por parte del Ministerio de Sanidad.

Estas millonarias adjudicaciones deberán ser investigadas por la justicia , dada la nula transparencia de todo el proceso y la posterior adjudicación a empresas con nula relación con la venta de material sanitario.

Los más de 50.000 muertos, que el gobierno no reconoce nos exigen que se investigue, los partidos políticos deberían defender a sus ciudadanos.

 

 

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*Enrique de Vivero fue coronel jefe del Tercio Gran Capitán I de La Legión, con base en Melilla. 

 

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Opinión

No vivimos en la Arcadia Feliz, sino en tiempos de excepción. Por Ernesto Milá.

Ernesto Milá

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Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

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Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

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Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.

 

Ernesto Milá. 

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