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Opinión

Globalismo, perspectiva de género y nuevo orden mundial

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No es lo mismo globalismo que globalización. Como tampoco es lo mismo estar jodido que estar jodiendo… Tal como dijo nuestro Nobel, Camilo José Cela.

¿Por qué los “globalistas” -los promotores del Nuevo Orden Mundial- y sus principales representantes en España, los partidos políticos españoles promueven el feminismo “de género”?

Antes de hablar del feminismo de género, es imprescindible hacer una serie de precisiones, si me permiten la digresión:

Con el ascenso del populismo en los países desarrollados, la globalización económica cada día que pasa tiene peor fama, de forma injusta e inmerecida. Cada vez son más las personas que rechazan la globalización con el argumento de que es injusta y que además es la fuente de los males existentes en el mundo. Incluso, algunos afirman que es en la globalización económica donde está el origen de las crisis económicas, de las guerras, de las migraciones, de la pobreza, de la desigualdad y de todo aquello que nadie desea.

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Quienes afirman tales maldades de la globalización económica, ignoran consciente o inconscientemente que la globalización ha aumentado el nivel de vida de la mayoría de los habitantes del planeta tierra.

Una cosa es el globalismo y otra bien distinta la globalización. El globalismo es un concepto político. La globalización es un concepto económico. Confundir ambas cosas es mezclar las churras con las merinas que, aunque son ovejas no son iguales. Globalización económica significa “división del trabajo a escala mundial”.

Se trata de sacarle la mayor rentabilidad a las habilidades y los recursos. Es por ello que la población de cada país se especializa en aquello en que mejor sabe hacer, adquiriendo así una ventaja comparativa en relación a la de otras naciones: hago aquello en lo que soy mejor que los otros y les vendo; y compro de los otros aquello que ellos hacen mejor que yo. Todos esos intercambios, esas transacciones económicas se deberían realizar lo más libremente posible, sin que los gobiernos impongan tarifas proteccionistas y barreras arancelarias.

Allí donde funciona este esquema, siempre se acaba dando un enorme aumento en el nivel de vida de todos los implicados.

En la actualidad es casi imposible que algún lugar del mundo aspire a vivir en una situación de autarquía, de autosuficiencia y aspirando a producir absolutamente todo lo que sus habitantes necesitan para vivir dignamente. Si los dirigentes de algún país intentasen tal cosa, producir todo lo que consumen sus conciudadanos, no solo sería un monumental desperdicio de recursos escasos, sino que elevaría los costes de producción y, como consecuencia los precios de los bienes y servicios acabarían siendo increíblemente altos, afectando de forma negativa al bienestar de la población.

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¿Cómo es posible que, actualmente, un trabajador corriente tenga a su alcance una amplia variedad de bienes y servicios, cuya producción requiere los esfuerzos coordinadores de millones de trabajadores?

La respuesta es que cada uno de esos trabajadores forma parte de un mercado de tal magnitud, tan amplio que, facilita que muchos emprendedores e inversores de todo el mundo organicen actividades de producción altamente especializadas, que les resultan enormemente rentables debido a que el mercado para sus productos es a escala global.

Esta especialización tanto de trabajo como de producción, a lo largo de diferentes sectores industriales en todo el mundo, es la característica fundamental de la globalización económica.

La globalización económica, acompañada del libre comercio (conditio sine qua non para que se pueda dar la globalización económica) aumenta la productividad de todas las partes implicadas. Y por lo tanto el nivel de vida de todos. Sin la globalización económica, hubiera sido imposible que la pobreza se redujera con la intensidad con que lo ha hecho en las últimas décadas, en todo el mundo.

A pesar de la mala fama –inmerecida- de la globalización, cualquier persona que elijamos al azar, aunque no lo sepa es un entusiasta defensor de la globalización económica, Raro es quien no madruga, se levanta temprano y va a trabajar con la intención de ganar la mayor cantidad de dinero posible y, con él, poder consumir lo que desee. Las personas trabajan y producen para poder consumir productos buenos y baratos, independientemente de su lugar de origen. Les trae al fresco la parte del mundo de dónde vengan; lo que les interesa es que sean buenos y baratos. En eso consiste la globalización económica.

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Aunque sean muchos los que lo ignoren, globalización y globalismo son fenómenos contrapuestos, antagónicos. Globalización económica significa libre comercio y libre mercado (en ello subyace la idea de que el mejor gobierno es el que menos interviene y el que se dedica a gobernar, es decir: garantizar que se cumplan los pactos entre particulares, perseguir a los delincuentes, y defendernos de potenciales agresiones del extranjero). La globalización económica no necesita la intervención de los gobiernos y de sus burócratas, funciona mucho mejor sin ellos. El libre mercado, el libre comercio funcionan cuando no hay políticos y burócratas que se entrometen e imponen obstáculos a los pactos e intercambios entre particulares.

El globalismo es exactamente lo contrario de la globalización económica: Es un pacto de políticos y burócratas, para que exista el globalismo es imprescindible que haya políticos y burócratas.

El globalismo es una política internacionalista, creada, puesta en marcha, dirigida por burócratas, que ven el mundo entero como una esfera en la cual pueden influir y de la cual pueden parasitar. El objetivo del globalismo es dirigir y controlar todas las relaciones ente los ciudadanos de los diversos países del mundo, de los habitantes de todos los continentes creando organizaciones internacionales y legislando de manera autoritaria, para poder finalmente actuar, también, de manera autoritaria.

He aquí el principal pretexto del globalismo: Buscar soluciones y ponerlas en prácticas para abordar los problemas cada vez más complejos de este mundo y de quienes en él habitamos (crisis económica, “calentamiento global”, refugiados, lucha contra la “desigualdad”, y cuantas nobles causas a usted se le ocurra nombrar), para lograr esa bondad extrema se requiere tomar decisiones de forma centralizada, un gobierno mundial que actúe a escala mundial.

Los políticos y burócratas globalistas promueven leyes sociales, laborales, reglamentaciones económicas y toda clase, con la pretensión de hacerlas extensivas a todos los habitantes del planeta, para lo cual es necesario un cuerpo burocrático supranacional, que las imponga de manera uniforme en cada país.

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Como consecuencia de lo que vengo exponiendo, para los globalistas, el estado-nación como representante del pueblo soberano es considerado obsoleto y es necesario sustituirlo por un poder político transnacional, globalmente activo y alejado por completo de los deseos de la gente. Por supuesto, en esta forma de pensar está implícita una mentalidad claramente colectivista, socialista, intervencionista. Desde este esquema está organizada, estructurada la Unión Europea, su objetivo es crear un super-estado europeo, en que las naciones-estado se irán diluyendo como el azúcar en un vaso de café. Es por ello que los británicos han acabado diciendo que con ellos que no cuenten.

Son muchos ya los europeos que piensan que ese sueño burocrático monstruoso tiene fin y no está demasiado lejano… Tras la decisión de los británicos de salir de la UE es posible que el sueño de los burócratas de Bruselas acabe entrando en estado de “schop”, e incluso más prontos que tarde acabe colapsando dependiendo de los resultados electorales que vayan sucediéndose en algunos importantes países europeos: Francia, Holanda, Alemania, Italia…

La globalización es Steve Jobs; el globalismo es George Soros, es el Club Bilderberg, es la Comisión Trilateral, los Rockefeller, los Rothschilds y la ONU.

El globalismo representa el autoritarismo y la centralización del poder político a escala mundial, la globalización económica – que no es más que la división del trabajo y el libre comercio – representa la descentralización y la libertad, promoviendo una productiva y, aún más importante, pacifica cooperación más allá de las fronteras.

Bien, una vez aclarados algunos conceptos, volvamos al feminismo de género:

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Si buscamos antecedentes de lo que algunos tuvieron la feliz ocurrencia de llamar “perspectiva de género,” posiblemente los encontremos ya en la antropóloga Margaret Mead cuando terminaba el primer tercio del siglo XX, pero no será hasta 1963 cuando Robert Stoller hable de “identidad de género” e “identidad sexual” y añada que lo que él denomina “género” (que bien traducido al español habría que denominarlo “sexo psicosocial” o algo parecido) es una “construcción”, resultado de la educación y del entorno, y que apenas en nada o casi nada está determinado por la herencia, por los rasgos anatómicos, biológicos con los que el común de los mortales aparece por este mundo.

Entre otras muchas cuestiones, la “perspectiva de género” niega que los humanos seamos parte de la Naturaleza, e inspirándose, también, en el libro de Federico Engels, “La familia, la propiedad y el estado” afirma que la familia tradicional es el lugar en el que se maleduca a las personas y se les inculca lo que sus partidarios llaman “el patriarcalismo” y la idea de que los hombres son superiores a las mujeres y merecedores de trato de favor y más y mejores derechos que las mujeres, o el tres por ciento de la población que es más o menos el número de personas homosexuales; por descontado, añaden (contradiciéndose a sí mismos y sus peculiares teorías) que los varones tienden por naturaleza “y cultura” a establecer relaciones de dominación, vejatorias, desiguales, intrínsecamente o explícitamente violentas con las mujeres… y rematan la faena afirmando sin ruborizarse que las únicas relaciones “igualitarias” posibles son las que se dan entre personas del mismo sexo.

Por supuesto, todas estas ideas disparatadas, y algunas más son la base, los principios, los argumentos en los que se apoyan quienes abogan por una nueva sociedad, “un nuevo ser humano”, una nueva moral colectiva que en lo político se traduciría en una especie de dictadura, un régimen de apartheid por razón de sexo, en el que estaríamos gobernados por un grupo de sabias lesbianas y homosexuales; un régimen de apartheid en el que, tal cual ya se viene ensayando en lugares como España, los varones son ciudadanos de segunda categoría, privados de los más elementales derechos constitucionales, tales como la presunción de inocencia.

Lo que en principio fue considerado estúpido, extravagante, en aquellos años, acabó destruyendo el feminismo hasta entonces existente, aquel que surgió a partir de las sufragistas de finales del siglo XIX, que simplemente pretendía un trato justo y ausencia de discriminación para las mujeres.

Sirvan como muestra las palabras que siguen, de la feminista Shulamith Firestone: «… asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente -a diferencia del primer movimiento feminista- no simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente».

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Pero ¿Por qué acabo sucediendo esto, cuál es la razón de que el primitivo, o genuino feminismo haya desaparecido o apenas quede nada de él?

El feminismo de género echó a andar de la mano de las fundaciones Ford y Rockefeller, es decir, lo que ahora se denomina “globalismo”.

En 1995, la ONU celebró la primera Conferencia de Pekín (Cumbre de Beijing 95) para abordar la situación de las mujeres en el mundo, su problemática, todo lo concerniente a las mujeres y, no es casualidad que ambas fundaciones se hicieran notar especialmente.

En España el Gobierno del Partido Popular, presidido por José María Aznar, siguiendo los pasos del gobierno “socialista” de Felipe González (que pasará a la Historia por haber importado el engendro, y ser el principal promotor de la ideología de género en España, creando el Instituto de la Mujer…) y plagiando al Partido Republicano estadounidense, actuó siguiendo las directrices de la ya mencionada conferencia de la ONU, y profundizó en el camino emprendido por el socialista Felipe González y su partido.

Todo ello pese a las voces en contra que fueron surgiendo en el mundo occidental judeocristiano que alertaban de las terribles consecuencias que la divulgación de la perversa ideología neomarxista podría acarrear.

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Todo ello pese a que fueron muchos los que se acercaron con atención a la doctrina totalitaria y liberticida de la que vengo hablando, e inevitablemente acabaron vaticinando los peligrosos alcances que podrían llegar con su aplicación.

El “popular” Aznar amplió el camino iniciado por el gobierno de Felipe González y lo convirtió en una autopista, que por supuesto publicitó luego con bombo y platillo. Fue su gobierno el que creó y consolidó los diversos Institutos de la Mujer en las diversas regiones (léase “comunidades autónomas”). También fue el gobierno del PP, presidido por Aznar el que sentó las bases para la futura “ley integral contra la violencia de género” y demás leyes de apartheid y de discriminación “positiva” contra los varones.

Por entonces comenzó a ponerse en marcha un enorme tinglado, mafioso y fraudulento –a costa de nuestros impuestos, y con subvenciones de la Unión Europea- una gran ubre, de megasubvenciones para grupos “de mujeres” que fueron surgiendo “ad hoc” por doquier, como setas, y cuyo último objetivo es la financiación fraudulenta de los partidos, sindicatos, y ONG-lobbies que están detrás de los mencionados grupos de mujeres.

Algunas de las consecuencias de la implantación del feminismo de género, en Europa y en el Tercer Mundo, están siendo entre otras la desestructuración de las familias, el control de la población y la desestabilización de las sociedades, enfrentadas en guerras de sexos, así como la erradicación de las culturas locales de los países pobres, en especial los de África y Asia.

El feminismo de género considera a un 50% de la población –las mujeres- “minoría discriminada”, y por tanto merecedora de cuantiosas subvenciones y ayudas; “deudas históricas” y cosas similares, lo denominan los neo-marxistas e izquierdistas políticamente correctos.

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Desde el año 2000 se vienen poniendo en funcionamiento en España de manera acelerada las Políticas de Género basadas en la agenda de la Unión Europea. Desde entonces tres de los cuatro principales cargos en el Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional fueron ocupados por tres españoles, con la aprobación y complacencia de quienes controlan y financian tan importantes instituciones promotoras de las Políticas de Género.

España se ha convertido en el líder mundial de referencia en la aplicación de Políticas de Género, con la aprobación el 28 de diciembre de 2004 –día de los Santos Inocentes en el santoral católico- de la denominada “Ley Integral contra la Violencia de Género”.

Dicha Ley, que viene aplicándose desde hace más de una década –casi tres lustros- y cuyo resultado ha sido el procesamiento de alrededor de 2.000.000 hombres, consagra el Derecho Penal de Autor, es decir discrimina entre hombre y mujer estableciendo diferentes tipos de sanciones para un mismo delito, en función del sexo del autor y de la víctima.

No existe precedente mundial de una ley similar.

Mientras se condena a hombres por haber expelido un pedo, o por decirles a las madres de sus hijos que son unas “malas madres”… ellos y ellas –quienes viven de los suculentos beneficios del tinglado mafioso, de la industria del maltrato- dicen que las denuncias falsas no existen, y que hay que endurecer -¿más?- las leyes.

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La actual legislación considera que es suficiente una simple denuncia, o el certificado de los servicios sociales de cualquier ayuntamiento, o de una de las miles de asociaciones “de mujeres”, como documento acreditativo de la condición de “Mujer Maltratada”, para abrir la puerta a la recepción de ayudas sociales y recibir trato de favor en multitud de ámbitos, y es ya una realidad legal consolidada en los distintos Boletines Oficiales de España.

Pero, volvamos al asunto que nos ocupa: Existen algo más que sospechas, suficientes indicios que indican que quienes promueven el “globalismo”, los promotores del “nuevo orden mundial”, han manipulado el feminismo con el claro objetivo de suplantar las tensiones sociales (lo que algunos llaman “lucha de clases”) por una lucha de sexos inducida. De esa manera la gente acaba poniendo más atención, en el hecho de que se haya producido la muerte de cincuenta y tantas mujeres por violencia intrafamiliar durante el último año (todo queda en familia y se echa la culpa “a la violencia masculina/machista”, es decir, a los trabajadores varones) y le pasa desapercibido que se produzcan más de 1.500 muertos durante el año en accidentes laborales o en accidentes de tráfico, en los que también mayoritariamente fallecen hombres.

Por idénticos motivos, nadie habla del millar de hombres separados que se suicidan anualmente en España tras el divorcio.

Se desactiva de esa manera el conflicto social, para evitar que las grandes empresas –del entramado globalista- salgan perjudicadas; se divide a los trabajadores y a los ciudadanos en general, creando un ambiente contencioso entre sexos; se acaba con la familia nuclear para pasar a unidades mini-familiares atomizadas en las que, todos son consumidores individuales, cada vez más desarraigados, infantilizados y manipulables, dando entrada a consumidores adolescentes y niños.

¡Negocio redondo!

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Por otro lado, las iniciativas de todo tipo, encaminadas a destruir lo que siempre se ha llamado “la familia”, fomentando el divorcio, familias “monoparentales”, uniones homosexuales, etc. origina una mayor descohesión social y una sociedad muchísimo más fácil de manipular. Se está creando de esta manera una sociedad acéfala.

Otro asunto especialmente importante, es que las mujeres suelen ser más conservadoras y más “pasivas” políticamente que los hombres. Es por ello que se les van otorgando cada vez más derechos, a la vez que se va privando de ellos a los hombres, lo cual conduce cada día a una mayor desmovilización social y un mayor conformismo.

Estoy hablando de una política consistente en buscar “un problema” –lo haya o no, eso es lo de menos-, “encontrarlo” a fin de aplicar lo que les interese a determinados políticos, diagnosticar erróneamente, decretar soluciones duras e injustas y luego aplicarlas a medias.

Hemos llegado a una situación tal que, es urgente, imprescindible necesario mirar con lupa las consecuencias de la progresiva implantación de las políticas “de género” en el mundo, es imprescindible denunciar la política de apartheid por razón de sexo, los intentos megalómanos de imponer y crear «el hombre (mujer) nuevo»,… teorías de semejante calibre siempre han producido enormes desastres, basta con leer un buen libro de Historia del Siglo XX para saber hasta dónde puedan llegar las maldades de la bondad extrema.

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Opinión

Hipótesis sobre los resultados de las elecciones catalanas. Por Ernesto Milá

Ernesto Milá

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No está muy claro cuál va a ser la repercusión de las elecciones catalanas, ni siquiera los resultados. Se ignora, por el momento, el efecto que pueden tener medidas como la amnistía, los casos de corrupción y cómo reaccionará el electorado nacionalista. Ni siquiera en la derecha están claros los resultados. Todo empezará a verse más claro cuando se sepa el resultado de las elecciones vascas (que albergan menos incertidumbres) y cuando se deshinchen los globos mediáticos sobre el “Caso PSOE” y la respuesta socialista activando el ventilador de la corrupción (esto es, cuando se vayan conociendo los alcances jurídicos y penales de ambos casos). Al mismo tiempo, ni siquiera están claros algunos candidatos que se presentarán (empezando por Puigdemont), ni mucho menos son creíbles los sondeos publicados. Así pues, vamos a intentar contemplar distintas hipótesis.

ILLA: ¿SUBIRÁ O BAJARÁ? YA NADA DEPENDE DE ÉL NI DE SU CAMPAÑA

En nuestra opinión Illa es un candidato “tocado” por sus propios errores durante la pandemia (él mismo dijo que al ser nombrado “ministro de sanidad”, no tenía ni idea de sanidad y nadie esperaba que se produjera la llamada “pandemia”) que no afectan solamente al manejo alegre de fondos del ministerio que se perdieron en mascarillas inservibles, tests igualmente falsos y material caro, malo y que se destruyó sin exigir devoluciones. Lo peor no es esto: esto sería, en el peor de los casos, incapacidad para gestionar un ministerio (algo previsible en un tipo que carecía por completo de experiencia en gestión y cuyo modesto título de “licenciado en filosofía” no le ayudaba en nada). Lo peor es que durante la gestión de Illa murió gente. Entonces, cuando el miedo atenazaba a la sociedad española, estábamos poco dispuestos a creer que la mayoría de las muertes se debían a la “mala praxis médica” recomendada por la Organización Mundial de la Salud, pero, desde entonces, las voces que ya lo advirtieron en aquel momento, se han convertido en un clamor. Y no, no somos negacionistas: existió pandemia y existió el virus… pero el mayor crimen fue recomendar unos protocolos que, en lugar de erradicar el virus cuando aún se podía, tendían a “hundirlo” en los pulmones de donde ya era imposible erradicarlo. Esa es la tesis que cada día gana más fuerza y que, en su momento, pocos médicos se atrevieron a denunciar.

Aquella mala gestión, presentada por Sánchez como un “gran éxito”, fue suficiente para desplazar a Illa al frente del PSC catalán en donde sigue. Ahora queda saber, si en los dos meses y medio que quedan hasta las elecciones, surgirán nuevas informaciones, tanto sobre el descontrol que existía en el ministerio de sanidad durante su gestión, como el error de aplicar protocolos contraproducentes en el trato de la enfermedad. El futuro de Illa dependerá, en gran medida, de esto, pero, además se le junta otro problema.

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EL PRECIO DE LA AMNISTÍA QUE PAGARÁN LOS SOCIALISTAS

El electorado socialista que permanezca fiel al PSC deberá de aceptar la versión oficial pedrosanchista sobre la oportunidad de conceder la amnistía: que se trató de una medida para poner el contador a cero, limpiar los errores del pasado, perdonar delitos de todo tipo a cambio de garantizar la convivencia. Pero este razonamiento es débil por dos motivos: el primero de todos, que el contador no está a cero. En realidad, los independentistas, ahora, están más fuertes que antes: consideran que no hicieron nada ilegal y, han repetido, por activo y por pasiva, que volverían a hacerlo. Así pues, los propios independentistas se encargan de desmentir y desmontar el razonamiento de quien les ha indultado. El segundo motivo es que resulta demasiado evidente que Sánchez sigue en el poder gracias a los 7 votos de Junts y que los ha obtenido para alcanzar una escuálida mayoría, obteniendo a cambio, solamente, la seguridad de mantenerse unos meses más en el poder.

La maniobra ha sido urdida por Sánchez, pero su virrey en Cataluña es el que tendrá que dar la cara ante su electorado. La duda es si una cuarta parte de los votos que obtuvo el PSC en las elecciones generales, seguirá pensando que el PSC era el muro más seguro contra el independentismo, seguirá fiel a la sigla o se habrá convencido de que el PSC no solamente no es el “muro”, sino que es el ariete: esto es, el muñeco que, manejado por el independentismo, consigue abatir, mucho mejor que ellos mismos, las resistencias de la unidad del Estado. Porque esto es lo que viene produciéndose desde Pascual Maragall, el hombre, con el cerebro ya desbaratado por la enfermedad, que se obstinó en la reforma del Estatuto (cuando no existía demanda social alguna), pacto con ERC y dio origen al problema que actualmente sigue vivo (y no lo estaba a principios del milenio, salvo en minorías juveniles muy radicalizadas).

LO IMPORTANTE ES QUIEN SUPERARÁ A QUIEN: ERC A JUNTS O VICEVERSA

El espacio independentista es, literalmente, caótico: ni siquiera dentro de las dos grandes formaciones (ERC y Junts) se está de acuerdo en lo que se pretende y mucho menos en cómo conseguirlo. Una nebulosa se percibe en ambos partidos en sus propuestas. Agitan todavía el tema de la independencia, pero da la sensación de que lo único que les interesa es liquidar el asunto, consiguiendo un “referéndum de autodeterminación” (“no vinculante” para unos y “vinculante” para otros). A diferencia de en 2007, los más lúcidos, dan por sentado que ese referéndum daría un resultado negativo… pero, al menos, podrán ´decir a su electorado, “lo hemos intentado”. Pocos son -pocos de los que tienen neuronas y las utilizan- los que piensan que la independencia de Cataluña es posible en las actuales circunstancias. El fracaso del “procés”, les ha hecho meditar… aunque no tengan el valor de afirmarlo públicamente, porque, como se sabe, el fin de un partido nacionalista/independentista es la independencia y, si esta no se puede conseguir, ¿para qué existe la sigla?

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No vamos a presenciar un debate entre dos programas políticos realistas, sino entre un programa “posibilista” (el de ERC) que quiere seguir detentando las riendas de la gencat, y un programa “agresivo” (el de Junts) que quiere restituir en la presidencia a Puigdemont. Los dos se declaran “indepes” y quieren convencer a su electorado de que lo siguen siendo, pero, en realidad, los dos, lo que quieren es tener las más amplias parcelas de poder para alimentar a sus cuadros. Eso es todo. La duda de si se producirá el sorpasso de Junts a ERC o si ERC mantendrá la hegemonía en el jardín indepe, es lo único que está en juego. ¿Referéndum? Ambos partidos han llegado a la conclusión de que lo mejor es… “jugar y perder”.

 

LAS FUERZAS NO INDEPENDENTISTAS

Teniendo en cuenta que el PSC juega la carta del equívoco desde la misma fusión de las distintas ramas del socialismo catalán en la transición, y su postura “federalista” es tan inviable como la “independentista”, el electorado que todavía conserva cierto sentido de la realidad nacional e internacional, está ubicado fuera de los márgenes del ambiguo socialismo catalán. En efecto, nos estamos refiriendo al PP, a Vox y a los restos de Ciudadanos. El electorado no independentista y “españolista” o “estatalista”, desearía que estas formaciones se presentaran bajo una misma etiqueta. De hecho, la lógica política implica que así debiera ser y que el poder de atracción de un polo así concebido sería el tercer actor político en Cataluña (tras el bloque independentista y tras el PSC). ¿O hay que recordar que Ciutadans, fue el partido más votado en las elecciones regionales de 2017? Y su programa se reducía a un solo punto: “no al nacionalismo – no al independentismo”.

Por otra parte, la derecha no ha extraído conclusiones de su derrota en las elecciones generales de 2023 que se debió a presentarse dividida en dos opciones, lo que permitió que se perdieran “restos” en beneficio del PSOE y en aplicación de la Ley d’Hondt. Cada uno de los dos partidos cree que podrá quedar “por delante” del otro en Cataluña. Pero, lo que está demasiado claro, es que la división de las fuerzas “estatalistas” seguirá siendo el factor que las suma en la irrelevancia en la política regional.

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Si el PP queda por delante de Vox, su dirección podrá alardear de “éxito electoral” (lo más probable es que aumente el número de votos, lo que no está tan claro es de dónde procederán esos votos, si de Vox o de sectores decepcionados con el PSC) y reforzar el previsible avance que obtenga en las elecciones vascas, en donde las últimas encuestas dan una pérdida notable de votos al PSOE (en beneficio, por una parte, de Bildu y, por otra, del PP). Para Vox, quedar por delante del PP supondría mantenerse como una opción tentadora para los votantes de este último partido que cada vez más quieren posiciones más claras y menos contemporizadoras.

De todas formas, el gran error y lo que limitará las posibilidades y los resultados “estatalistas” es su persistencia en desconocer que solamente un “programa único” podría llevarlos a competir con los dos otros bloques de la política catalana.

LO QUE SERÍA DESEABLE PARA EL ESTADO

Cataluña es la única reserva importante de votos que le queda a Pedro Sánchez. Sean cuales sean sus resultados en el País Vasco, aquella comunidad no puede aportar numéricamente gran cosa al PSOE. Si Sánchez consigue detener la sangría de votos socialistas catalanes, corre el riesgo de estabilizar su situación (hoy extremadamente precaria). Pero, para eso, haría falta que Illa obtuviera un buen resultado y que esto le permitiera entrar en el gobierno de la gencat, junto a ERC (en caso de que este último, como es seguro, no obtuviera una mayoría suficiente para gobernar en solitario).

Desde el punto de vista del “interés nacional” y de la “gobernabilidad del Estado”, una derrota socialista en Cataluña o, al menos, un descenso significativo de votos (al que se uniría en apenas un mes, una derrota previsible y sin paliativos de toda la izquierda europea en las elecciones de la Unión Europea), es deseable, necesaria y supondría otro golpe de piqueta para la existencia de la sigla “PSOE”.

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Desde que se inició el “procés”, siempre hemos sostenido que la independencia de Cataluña era completamente imposible, además de inviable. Cada vez estamos más convencidos de esta afirmación. La situación catalana está tan degradada, especialmente en materia de orden público y seguridad ciudadana que, aunque la temática no ocupa el primer plano en los programas de los partidos, está ahí para quien verla: un tercio de la población catalana ha nacido fuera de España o son hijos de extranjeros; ya existen zonas en Cataluña en donde la policía ha sido expulsada y diariamente se repiten incidentes cuando la policía entra en barrios de Salou, de Tarrasa o incluso en zonas de la propia Ciudad Condal, las prisiones catalanas están descontroladas (el asesinato de una cocinera y las protestas de los funcionarios han exteriorizado la situación de control que ejercen los presos procedentes del Magreb), Barcelona ya es considerada como una de las ciudades más peligrosas del mundo… Y todo esto con la policía nacional y la Guardia Civil, literalmente expulsadas del territorio catalán y con una policía autonómica desbordada y sin posibilidades de combatir a la delincuencia. A esto se suman los problemas de desindustrialización, gentrificación, la concentración de la mitad de la población catalana en torno a la ciudad de Barcelona, con un campo abandonado a su suerte y un gobierno de la gencat, consciente de todos estos problemas, pero ansioso de comprar la paz étnico-social mediante subsidios y seguir creyendo que con un certificado de catalán, los casi dos millones de inmigrantes e hijos de inmigrantes ya están integrados.

Sin olvidar que Cataluña tiene la tasa de natalidad más baja de todo el Estado (y el Estado Español una de las más bajas de todo el mundo)… ¿Quién iba a decir que después de 45 años de “Generalitat de Catalunya” la propia identidad catalana estaría en trance de desaparecer? Por que ese es el problema real y de fondo al que se enfrenta la sociedad catalana. Por mucho que se empeñe la gencat en llamar al engendro creado “Cataluña multicultural”, lo cierto es que, si es “multicultural” no es “catalana”. Ni siquiera europea. Por eso, siempre hemos sostenido que una Cataluña independiente tendría muchas más posibilidades de integrarse en la Liga Árabe que en la UE… Lo dijimos y lo mantenemos.

 

Ernesto Milá.

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