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La Generalidad Valenciana acosa vilmente a nuestra corresponsal Carlota Sales usando al mamporrero de PODEMOS, Joan Cantarero

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Señoras y señores, de analfabetos va la cosa.

Excepto la insigne compañera que firma este artículo, Carlota Sales, mujer valiente, patriota y con un cerebro bien amueblado es -además de rubia e inteligente- un raro caso de mujer que interviene en la política con valores, honor y capacidad de sacrificio.

El resto, la morralla, la canalla roja que la acosa, la persigue e incluso la agrede -ya ha sido agredida en más de una ocasión- son una caterva de acémilas analfabetas y ejemplo vivo de semovientes herbívoros y mansos como toros castrados. Empecemos por cualquiera de ellos; mismamente el ejemplar inefable que atiende al nombre de Joan (en realidad es JUAN CANTARERO SANZ) Cantarero. Un  individuo que fue DESPEDIDO como JEFE DE PRENSA de la Asociación de Clubes de Alterne (ANELA) por -y citamos textualmente- INCOMPETENTE.

No alcanzamos a imaginar –mentira, sí lo imaginamos– que tiene que hacer uno que se llama así mismo periodista para ser despedido como jefe de prensa de una asociación en la que se relajan y solazan miles de españoles y que, sin duda, cumple una evidente función social. Si este presunto –en portugués también le cuadra el adjetivo– periodista no supo cantar las bondades de ANELA, no nos explicamos que clase de actividad pueda haber ejercido en un panfleto como PUBLICO…

… Panfleto del cual ha saltado, con la elegancia del mono chato de Birmania, hacia otro aún peor -si cabe- que no es otro que el pasquín de Dina Bousselham, la malquerida del Chepas, otrora Vicepresidente del Gobierno Rojo de Pedro Sánchez. Tal cual. Y ya es caer, ya.

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.. Despido avalado y certificado como PROCEDENTE por parte del Juzgado 6 de lo Social del Reino de Valencia. Por si quedaban dudas.

Juan Canterero. Ese "hombre"

Juan Canterero. Ese “hombre”

Bien: pues este caballero (sí, es sarcasmo) ha tenido a bien deponer un articulito haciendo copia y pega de varias páginas de ultraizquierdistas criminales y demás fauna, exponiendo el terrible delito, criminal e inenarrable, de nuestra compañera, la señora Sales, que no se trata de otra cosa que la de portar, en la calle, en pleno y legal ejercicio de la libertad de expresión, una bandera española, tan legal hoy como ayer y desde hace muchos años, que no es otra que aquella que consta de dos franjas rojas que encierran una franja gualda de doble ancho. Adornada, eso sí, con el Águila de San Juan, que cualquier persona medianamente leída sabe, conoce y entiende que es un símbolo español que proviene de los REYES CATÓLICOS, por más que algunos inveterados analfabetos e ignorantes pertinaces insistan en vincularla a fantásticas fantasías de lamentables energúmenos sin cerebro ni conocimiento.

Que ciertamente es una bandera portada por una española de raza y clase, que reivindica las bondades del Régimen de 1936, del Glorioso Alzamiento Nacional y del sin par Caudillo y Generalísimo de los Ejércitos Francisco Franco Bahamonde.

Por desgracia, no ha sido Carlota Sales la única mujer que ha sido víctima de este ataque orquestado por la extrema izquierda. Otra mujer, que no tiene perfil público, también ha sido denunciada y su familia, expuesta. Por respeto a su provecta edad y delicado estado de salud, nosotros no la nombraremos.

En este caso específico, ha sido Cantarero el mamporrero de otro elemento de cuidado, que atiende por Joaquín Francisco Puig Ferrer, y es actualmente el Presidente de la Generalidad Valenciana. Y allá donde Cantarero apunta, la Generalidad dispara. Aunque tenga que disparar llevándose por delante la Constitución Española, que consagra el derecho a la Libertad de Expresión.

Lo mejor de todo este dislate es la demostración efectiva, pertinaz e insistente del analfabetismo e ignorancia de toda esta patulea izquierdista: pues usan de forma torticera y retorcida una extraña y peculiar Ley Autonómica -que suponemos que equivale a un tercera regional en fútbol- que prohibe la exhibición de símbolos franquistas (los Reyes Católicos, ¿Franquistas?) en las FACHADAS.

Infame comunicación de la Generalidad

Infame comunicación de la Generalidad

Señores de la izquierda paleta: estimadas acémilas progresistas; queridos ignorantes y gañanes patizambos rojos: Doña Carlota Sales es facha, vive Dios, pero NO FACHADA.

(PULSEN PARA AMPLIAR)

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Como ven, todo esto es un sainete que no tendrá recorrido judicial, pero sirve para que el personal brame contra los fascistas mientras los políticos nos mantienen embozados y detenidos de forma eminentemente ILEGAL. Pero les funciona.

Gracias a Nuestro Señor, Carlota Sales es una mujer, como hemos dicho, valiente y luchadora. Ha peregrinado por varios partidos supuestamente -o no- patriotas, y en todos ellos ha sido apartada, señalada, castigada e incluso regañada públicamente -pagando las consecuencias de irritar a una mujer española de raza- por su constante exhibición de la bandera con el escudo en cuestión. Una mujer de principios inquebrantables. Una mujer que rompió el carné de PxC en las -habitualmente rojas- narices de José Anglada, cuando la enviaron una cartita afeándole que portase una bandera española en una manifestación a la que acudió ella sola, pues fue la única que tuvo valor para hacerlo, y de la que tuvo que ser salvada “in extremis” por miembros de España 2000 que la reconocieron por TV y que acudieron como un solo hombre a sacarla de un entorno en el que había sido rodeada por magrebíes con intenciones poco amistosas.

Una mujer a la que determinados personajillos de cuarta fila de VOX prohibieron la asistencia a las Carpas Informativas porque su presencia, ojo, “alteraba a la canalla roja que los rodeaba”. Tal cual. Claro. Es que era la única que les mantenía la mirada.

Una mujer, en fin, que ha tenido la suerte de encontrar en su camino a Don Jose Luis Roberto, presidente de España 2000, partido en el que ella ni siquiera milita, y que está haciendo todo lo que puede para protegerla, defenderla y ayudarla ante una clamorosa injusticia, como todas las que emprende esta piara de gentuza de mal vivir y de baja cuna.

Quede aquí significado nuestro ánimo y apoyo inquebrantables a Carlota Sales, y nuestro agradecimiento a todos los miembros de España 2000 y en especial a D. Jose Luis Roberto.

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Sea todo ello dicho en términos de estricta defensa,

ALERTA NACIONAL. 

Carlota Sales es corresponsal de Alerta Nacional en Cataluña y enviada especial a grandes eventos políticos. 

 

 

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No vivimos en la Arcadia Feliz, sino en tiempos de excepción. Por Ernesto Milá.

Ernesto Milá

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Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

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Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

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Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.

 

Ernesto Milá. 

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