Connect with us

Opinión

La L.O.M.L.O.E (Ley Celáa) debe ser depuesta. Por Ernesto Ladrón de Guevara

Avatar

Published

on

¡Comparte esta publicación!

Que estamos en un proceso en el que todo está cambiando es una evidencia, no hace falta argumentar ni demostrar nada. Está a la vista.

Que la llamada Agenda 2030, o su nuevo instrumento que es el Foro de Davos, es el mecanismo articulador de esa nueva gobernanza -como gustan llamar- mundial, ya nadie lo duda. Las propias declaraciones del líder chino, director de orquesta del Foro Davos. no dejan lugar a dudas. Es un proceso en el que los individuos dejan de tener entidad propia para sumirse en las masas comunitaristas, mejor llamado comunistas.

 El objetivo es claro: que las personas dejen de ser personas para convertirse en engranajes.  La dignidad de las personas carece de interés e importancia. La naturaleza de los grupos humanos no interesa. La religión, las costumbres, las formas de vida, la antropología cultural, la cosmovisión heredada, la identidad colectiva de cada grupo humano…; todo eso carece de interés para lograr el gran designio pretendido, es decir la conquista de un nuevo orden donde todo lo anterior deja de ser presente para pasar al olvido.

Ciudadano: si aceptas esto, tu carta de derechos y deberes pasará a convertirse en estatuto de obligaciones, pero sin derechos. Te convertirás en una simple huella dentro del caminar de una humanidad convertida en un ente amorfo que marcha al son de lo que le diga quién manda, ya conocimos este fenómeno en las distopías comunistas del siglo XX. Todo tu esquema de valores así como tu marco de conducta, tus recuerdos, tus elementos configurantes insertos en un colectivo con el que compartes una herencia y un destino, habrán pasado a la nada, borrada hasta de tu genética.

Advertisement

Tus propiedades materiales y las que quedan del bagaje inmaterial que constituyen tu patrimonio tangible e intangible pasarán a ser regidos por voluntades que no tienen que ver con tus intenciones ni con tu voluntad. Te han ido preparando durante décadas para que te vayas digiriendo hacia este nuevo horizonte. Tu y yo no nos habíamos dado cuenta de ello, porque se ha desarrollado mediante pequeños cambios que se han ido asumiendo por ósmosis social. Tu pertenencia, tu sentido de la vida, tus principios ordenadores de tu comportamiento social, transmitidos de generación en generación, ya no tendrán interés, porque insertarán en tu cabeza nuevas formas de ver el mundo y las cosas. Tus pertenencias, tus propiedades logradas con mucho esfuerzo, con mucho sacrificio, con ahorro y trabajo, quedarán a merced de esa nueva entelequia.

Cómplices de ese proceso son quienes deberían representar el sentir colectivo, pero que se han sometido ovejuna y sumisamente, rindiendo culto al nuevo amo chino y a sus adláteres financieros internacionales, buenos agentes oportunistas que engordan sus patrimonios y adquieren un poder del que se han apropiado ilegítimamente.

Esos miserables, que deberían proteger, representar y transmitir los valores tradicionales, que son los de Occidente, verdadera civilización creadora del sentido humanístico de nuestras sociedades, están traicionándonos.

Para llegar a este punto los pasos son más que evidentes para quienes quieran ver sin los anteojos que nos imponen: destruir las religiones, para configurar un panteísmo donde la cúpula de ese sistema establezca el nuevo sistema de creencias y de percibir las realidades físicas y espirituales. Modificando nuestra personalidad individual controlando nuestras mentes.  Para eso es necesario tomar la escuela, establecer, mediante la ideología y la propaganda, una configuración de unas masas llevadas a paso militar hacia la aceptación de ese nuevo orden cognitivo. A la vez, para ello, se necesita configurar la nueva política. Con elementos que ponen en estado catatónico lo hasta ahora conocido, mediante fórmulas políticamente correctas según el nuevo paradigma.

En orden a todo esto se necesita una legislación que hemos visto con ocasión de esta pandemia: controlar la educación, subvertirla y convertirla en adoctrinamiento. Utilizar a los niños como elemento del Estado substrayéndolos de la voluntad anulada de sus padres, legítimos poseedores de la decisión en torno a su educación y al modelo que ha de guiar los pasos de la formación escolar. Introducir en el molde cognitivo de las masas la relativización del valor de la vida. Poniendo también en manos del Estado la decisión sobre nuestras convicciones y nuestras creencias. Tratar de imponer nuevas formas de comportamiento social, rompiendo la identidad de cada individuo, que corresponde al orden natural de las cosas y no a la  voluntad de quienes tratan de sustituirla por designios arbitrarios que contravienen el derecho natural,  creyéndose dioses.  Conformando nuevas formas de sexualidad ajenas al orden natural y nuestra civilización, y convirtiendo la escuela en un elemento donde todo ese modo de ver quede en una percepción relativista en la que nos establece como hemos de regirnos en los comportamientos individuales y colectivos.

Advertisement

Me sumo a esta Declaración de “Más Plurales” aclarando que lo antedicho pertenece a mi valoración personal de los hechos que rigen hoy los sucesos políticos, cuyo pretexto y velo que oculta la realidad de estas dinámicas es la Pandemia:

“Más PLurales expone a la Comisión Europea las razones por las que considera que la LOMLOE vulnera y conculca dichos derechos fundamentales, destacando: • La Libertad de Enseñanza establecida en el art. 27 de la Constitución Española al convertir a la enseñanza concertada en subsidiaria de la pública. • La libertad de creación de centros al limitar la posibilidad de apertura de nuevos centros con ideario propio y con ello el pluralismo en el sistema educativo. (Arts. 14.3 y 16 de la Carta Europea de Derechos Fundamentales) • El derecho de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos conforme a sus convicciones que se ve limitado al eliminarse el concepto de “demanda social” como criterio a tener en cuenta en la programación de la oferta de plazas escolares sostenidas con fondos públicos. A partir de ahora, dicha programación será decidida por la administración pública sin tener en cuenta la voluntad de las familias. (Art. 14.3 de la Carta Europea de Derechos Fundamentales) Más Plurales solicita a la Comisión Europea que admita esta denuncia e inicie el recurso de incumplimiento en el que la Plataforma pide ser considerado parte interesada”.

Defiendo a ultranza esta demanda de la plataforma en razón a lo contenido en la Carta Europea de los Derechos Fundamentales. Y en concreto, además de lo expuesto por Más Plurales, los siguientes principios generales:

Artículo 1º.- La dignidad humana es inviolable. Debe ser protegida y respetada.

Todo apunta de que vamos en dirección opuesta a este principio, bajo el signo del comunismo.

Advertisement

Artículo 10.- Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Este derecho implica la libertad de cambiar de religión o de convicciones, así como la libertad de manifestar su religión o sus convicciones individual o colectivamente, en público o en privado, a través del culto, la enseñanza, las prácticas y la observancia de los ritos.

No vale la vuelta al pasado, cuando en la II República se persiguió a los centros de enseñanza de signo cristiano.

Artículo 14,3.- 3. Se respetan, de acuerdo con las leyes nacionales que regulen su ejercicio, la libertad de creación de centros docentes dentro del respeto de los principios democráticos, así como el derecho de los padres a garantizar la educación y la enseñanza de sus hijos conforme a sus convicciones religiosas, filosóficas y pedagógicas.

No es admisible que se considere a la enseñanza concertada subsidiaria de la pública. La educación es atribución de los padres, no del Estado.

Artículo 24.2.- En todos los actos relativos a los niños llevados a cabo por autoridades públicas o instituciones privadas, el interés superior del niño constituirá una consideración primordial.

Advertisement

No parece ser ese el principio que regule las políticas de los nacionalismos separatistas y de la izquierda radical que nos gobierna.

Artículo 33.1.- Se garantiza la protección de la familia en los planos jurídico, económico y social.

Toda la acción de gobierno va en dirección opuesta en España.

Artículo 41.1.- Toda persona tiene derecho a que las instituciones, órganos y organismos de la Unión traten sus asuntos imparcial y equitativamente y dentro de un plazo razonable.

La forma de gobernar de la izquierda actual es panfletaria, no hay ninguna deferencia hacia los ciudadanos.

Advertisement

El abuso de derecho siempre es autoritario, y es el punto opuesto a un sentido justo del concepto de la democracia.

Advertisement
Click para comentar

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Opinión

No vivimos en la Arcadia Feliz, sino en tiempos de excepción. Por Ernesto Milá.

Ernesto Milá

Published

on

¡Comparte esta publicación!

Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

Advertisement

Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

Advertisement

Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.

 

Ernesto Milá. 

Advertisement

Continuar leyendo
Advertisement
Advertisement Enter ad code here