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Opinión

Del 23-F y su 40 aniversario, por Carlota Sales

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Con retraso a la fecha a conmemorar, me he puesto a analizar el discurso que SM Felipe VI, hizo en el Congreso de los Diputados el pasado 23 de febrero, y del que me gustaría expresar y aclarar mi libre opinión en este tan cacareado sistema de libertades (sobre todo para los enemigos de Dios y de España) en relación con alguna de sus frases:

1.- Habla su Majestad, que el denominado golpe (yo diría autogolpe) “…sirvió para consolidar la transición política…”, yo creo que la transición, ya se encargaron de impulsarla y consolidarla la mayoría de los procuradores en cortes del régimen de Franco que aprobaron la Ley de Reforma Política del año 1976; posteriormente (en 1977) hubo las primeras elecciones “democráticas”; y finalmente en 1978 se aprobó la nefasta Constitución, que actualmente padecemos, por lo tanto, podemos concluir que tras más de 5 años, la transición política desde el régimen de Franco a la nueva “democracia” ya estaba más que consolidada. No nos venga con la excusa que el fracaso del “autogolpe” sirvió para su consolidación.

2.- “…los españoles sintieron la tranquilidad de que el orden constitucional prevalecía…”, que los españoles sintieron finalmente que el orden constitucional prevalecía, no tengo duda, pero que sintieron tranquilidad no tanto, la tranquilidad de que ese orden prevalecía, la tuvieron los enemigos de Dios y España, para poder seguir en su labor de destruir, en todos los órdenes, nuestra Patria. Y la mayor tranquilidad, la tuvieron los criminales de todo tipo, especialmente los integrantes de todas las organizaciones terroristas separatistas y rojas que actuaban alegremente con el beneplácito de los amplios derechos de defensa y protección que les confería la reciente “democracia”, ellos sí que sintieron tranquilidad, el ciudadano honrado, trabajador, cumplidor con sus obligaciones, ese español, en su mayoría se encogió de hombros.

3.- Seguidamente dijo que el autogolpe “…fue un ataque al sistema democrático y a sus derechos y libertades…”, no manipule SM, una parte de los que participaron en el golpe (los que actuaron con honor y de buena fe) no atacaban al sistema democrático en sí, ni sus libertades, ni sus derechos, esos honrados Militares quisieron reconducir el desgobierno que provocaba una catastrófica gestión económica, el auge de la delincuencia (sobre todo de las drogas y el terrorismo), el nacionalismo desleal y traidor, la creciente amoralidad en todos los órdenes, etc llevadas a cabo por una serie de nefastos políticos, que actuaban, desde la cobardía de algunos, a la traición de los que más. No estaba en el empeño de esos valerosos hombres el derrocar la democracia por capricho o por no aceptarla como forma de gobierno, ya que en ese caso hubieran actuado en 1977 antes de celebrarse las primeras elecciones democráticas, o en 1976 impidiendo que se aprobara la ley de la reforma política.

4.- Antes de defender SM al funesto Adolfo Suárez y al mensaje televisado de su padre, el emérito, en la madrugada del 23 al 24-F, le vino un breve ataque de tos, por mi parte significativo, como señal de su mala conciencia de lo manipulado del discurso.

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Majestad, no voy a entrar en analizar lo que pasó en aquellas fechas, ya bastante se ha escrito y estudiado, hablado en tertulias, etc y eso que faltan documentos por desclasificar, yo solo le expongo una reflexión, si los implicados en el 23-F tenían la intención de derrocar la Constitución y el sistema democrático, una de dos, o eran conscientes y sabedores que su padre apoyaba el golpe, o por el contrario, se les puede calificar de retrasados mentales en grado máximo (que me perdonen los que padecen esa enfermedad) ya que en el supuesto de que su padre estuviera contra el golpe o lo ignorara, lo más normal, es que los golpistas, además de tomar el Congreso de los Diputados, hubieran tomado también la Zarzuela con su padre dentro, y no dejar que el Capitán General de las FFAA actuara libremente y pudiera desbaratar el golpe… ¿no le parece?

5.- En un momento dado SM nos habló de lo “…difícil de alcanzar la democracia y la libertad…”, menos lobos Caperucita, sabe de sobra que la democracia y sus consiguientes libertades las trajeron en 1976 las cortes franquistas, engañadas por un grupo de chaqueteros traidores, que posteriormente también engañaron al ingenuo pueblo español, para que ratificara en referéndum lo votado en las citadas cortes.

6.- Citó que la “…democracia es un bien delicado, su erosión pone en peligro los derechos y libertades de sus ciudadanos… preservarla (la democracia) para garantizar el bienestar y progreso…”, lo que tengo claro SM, es que, desde que está vigente la actual democracia los derechos y libertades no han dejado de recortarse, ¿de qué libertades y derechos nos habla? Será las que disfrutan las mafias cada vez más asentadas en nuestra nación, los ciudadanos honrados cada vez estamos más acongojados ante la creciente (y ocultada, por los medios de comunicación) inseguridad ciudadana, aquí los derechos solo los disfrutan los delincuentes profesionales de todo tipo, y como no, los políticos que reiteradamente incumplen las leyes o las tuercen a su conveniencia, por no hablar de los actuales recortes de libertades de toda clase con la excusa de un virus. Y en relación con el bienestar y el progreso, no me haga llorar ¿A que llama bienestar? Creo que confunde bienestar y progreso con el creciente desarrollo natural de la vida en sí y el de las tecnologías. ¿Bienestar de qué?

Cada vez los jóvenes lo tienen más complicado para emanciparse, los insultantes precios de la vivienda, la precariedad laboral, el deterioro de los servicios públicos cada vez más mastodónticos, burocráticos e ineficaces, el infierno fiscal, suma y sigue… ¿y progreso? ¿De que progreso habla? El único progreso es el del mal, el de la cultura de la muerte, el aborto, la eutanasia, el fomento de las diversas alteraciones y comportamientos antinaturales sexuales, la destrucción de la familia tradicional, etc… libertades, derechos, bienestar y progreso no son monopolio de la democracia, también pueden desarrollarse en otros regímenes o estructuras políticas, no es cuestión de sistemas políticos, son producto de un gobierno honrado y sensible con los ciudadanos de bien, da igual que sistema lo ejerza.

7.- “La Constitución significa el reencuentro y entendimiento de los españoles…”, ¡de traca Majestad! En qué mundo vive, ¿reencuentro? Pero si España está más dividida que nunca, si no hay un conflicto bélico es gracias a la unidad de las Fuerzas Armadas, unión lograda por el Caudillo Franco. Véngase a vivir a Cataluña o las Vascongadas, verá SM que reencuentro y entendimiento existe, sobre todo para los que nos consideramos españoles, por no hablar de los conflictos en otras regiones, comarcas o poblaciones.

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Que la Constitución tuviera esa esperanza (la del reencuentro y el entendimiento), no significa que se haya logrado, todo lo contrario. La política en su conjunto, y sobre todo el marco autonómico contemplado en esta Constitución nos ha desunido y enfrentado y lo que nos queda por ver.

Majestad, los españoles en 1975 ya se habían reencontrado y entendido, y ya sabe SM quién fue el artífice de ese reencuentro y entendimiento. No nos engañemos, la Constitución se redactó para contentar a los vencidos de la guerra civil, que en lugar de aprovecharla para consolidar esa reconciliación real ya existente, la han utilizado para fomentar el odio y la revancha contra los vencedores, para muestra un botón, la ley de memoria histórica.

8.- Vino a decir SM qué formamos parte de una generación de jóvenes que “…ha disfrutado de la libertad en una democracia consolidada, la profunda transformación en Europa y su avance colectivo…”, le vuelvo a recordar lo que he manifestado en el punto 6, el que realmente ha disfrutado de esa libertad que SM tanto ensalza ha sido el malhechor, esta democracia ha sido la portadora de los mayores peligros para la juventud; la naciente democracia de 1977 patrocinó el auge de las drogas, la delincuencia, el paro, la frustración, la desorientación, el desorden, etc. Esa juventud cayó en vicios mortales, esos vicios fueron los que tuvieron un gran amparo en aquella democracia, mermando una juventud hasta entonces san, y en la que el Estado, alegando una falsa libertad, desprotegió, quedando los jóvenes a merced de todo tipo de males.

Nos habla de la transformación de España y el avance colectivo durante la democracia, y yo le respondo que esa transformación y avance colectivo ya estaba más que realizado, más bien, la democracia vino a frenar la transformación y el avance de España, para alegría de sus enemigos internos y externos, solo hay que fijarse como mero ejemplo los indicadores económicos anteriores y posteriores a la democracia, un auténtico descalabro.

Nos quiere hacer creer SM que son las bonanzas de nuestro país gracias a la “integración” en Europa, Majestad, nos sobraba esa integración, pregúntele al sector pesquero, industrial, ganadero, agrario, energético, etc de qué sirvió la nefasta entrada de España en la CEE, y posteriormente en esa ficticia UE.

Perdimos toda la independencia, lo que se tradujo en una crisis económica casi endémica. En resumen, una Europa sin esperanzas, desunida, caótica, sin rumbo, sin fe en sí misma.

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9.- Para finalizar, en sus palabras SM quiere involucrar al pueblo español, en la defensa de la libertad, la democracia y la Constitución, en la manifestación que se produjo días después del “autogolpe” del 23-F, no me haga reír Majestad, tan solo hubo una manifestación con una tímida asistencia, magnificada por los medios de comunicación, y eso que estaba patrocinada por casi todos los partidos políticos mayoritarios e instituciones del Estado, el resto del país apenas se movilizó, la inmensa mayoría de españoles estaban ya desengañados de la democracia, sabían que no era ninguna panacea, al contrario, estaban viendo que todo se ponía cada vez más difícil en todos los ámbitos de la vida cotidiana.

Sus habituales discursos simplistas sin profundidad, con palabras buenistas, tono sereno, están dirigidos para la cómoda y burocrática clase política, pero es estéril para los humildes trabajadores españoles.

No se engañe Majestad, los españoles saben ya con mayor o menor detalle que el 23-F no fue lo que la versión oficial nos cuenta, por mucho que nos la machaquen cada 23-F.

Sólo algunos historiadores y expertos en este suceso, ya histórico, pueden aportar más datos relevantes, pero me temo que todas las nuevas informaciones que puedan aparecer, no estarán en la línea de su discurso, y por lo tanto, no serán de su agrado.

Un saludo a todos los españoles de bien.

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Opinión

No vivimos en la Arcadia Feliz, sino en tiempos de excepción. Por Ernesto Milá.

Ernesto Milá

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Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

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Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

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Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.

 

Ernesto Milá. 

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