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Sociedad

Contra el útero de alquiler

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Imagen de Raman Oza en Pixabay
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Diego Fusaro. Eligieron llamarlo “subrogación”, porque se aprovecharon de la lección de Orwell.

En “1984” Orwell explica que el poder recurre a una neolengua acuñada ad hoc para mantener a los sujetos en condiciones de cautiverio simbólico y real: para que amen sus cadenas, porque no son capaces de percibirlas como tales, y estén siempre dispuestos a luchar contra cualquier eventual libertador.

La neolingua sirve precisamente a este propósito: asegurar que los esclavos no puedan llegar a la conciencia de su esclavitud y vivirla con alegría y entusiasmo, lobotomizados por el poder y sus prácticas manipuladoras.

Por eso el sintagma neo-orwelliano con el que elegimos llamar “maternidad subrogada” es la práctica obscena del útero alquilado, con el que una mujer, a cambio de una cuota, pone a su disposición – ¡un alquiler! – el útero a aquellas personas que no pueden o no quieren tener hijos con los suyos.

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Hace menos de veinte años parecía imposible. Hoy en día, sin embargo, parece imposible que haya quienes se opongan a esta práctica: quien lo haga es inmediatamente atacado por el virtuoso coro del bienpensantes como retrógrado, extremista, antimoderno y, por supuesto, “homofóbico”, la etiqueta más en boga en la época de los neolingüistas y de la policía de usos costumbres.

Gramsci dijo que el gesto revolucionario por excelencia es llamar a las cosas por su nombre. Así que intentémoslo, incluso a costa de ir en contra de la corriente del pensamiento único políticamente correcto que, gestionado unívocamente por el poder, establece lo que está bien y lo que está mal, lo que se puede decir y lo que no se puede decir.

El pensamiento único es, de hecho, la superestructura ideológica que glorifica la relación de poder dominante y todas las prácticas que fortalecen el poder mismo.

Digámoslo, entonces, abiertamente. El útero alquilado es una práctica criminal, execrable y horrible. Y lo es porque utiliza a las mujeres pobres como bienes disponibles, como material humano a partir del cual obtener valor añadido. El imperativo categórico de Kant, que prescribe tratar al otro siempre como un fin, nunca sólo como un medio, es aquí totalmente contravenido.

El útero alquilado debe considerarse, pues, sin reservas, una práctica obscena y criminal porque considera a los niños como objetos-mercancía, como artículos de comercio, como productos bajo demanda que dependen únicamente del capricho del portador individual de la voluntad del poder consumista.

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El niño ocupa el segundo lugar: en primer plano está el deseo egoísta de poder soberano del consumidor individual, que puede hacer cualquier cosa, siempre que tenga el equivalente monetario correspondiente. Todo lo puede, incluso comprar a un niño: la lista de precios – verifique usted para creer – varía increíblemente de un país a otro.

El útero alquilado es un gesto vulgarmente clasista: es el gesto que permite a los ricos comprar niños a expensas de los pobres, o mejor dicho, de las mujeres pobres obligadas a alquilar su vientre para llegar a fin de mes. Es el triunfo del clasismo planetario, lo que es coesencial a la lógica del desarrollo capitalista del fanatismo de la economía.

Dejémoslo claro sin miedo a la refutación: no hay nada emancipatorio en la práctica criminal del útero alquilado, que marca el triunfo del capital sobre la vida humana, de la economía sobre la dignidad, de la plusvalía sobre el derecho a la vida.

Es una batalla de civilización, una vez más: es necesario oponerse, sin más, a esta enésima práctica obscena que surge del clasismo y la reificación, es decir, de las patologías que son co-originales con respecto al capitalismo.

Quien acepta, practica o defiende el útero de alquiler -es bueno saberlo- está defendiendo un crimen contra la humanidad, reducida ésta a bienes para la venta.

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Sin restricciones, sin límites, sin religión: puedes hacer con ella, con la humanidad, lo que quieras. Eres libre de Dios y de la vieja moral burguesa.

Pero el “puedes” en cuestión es siempre el de la sociedad de mercado: “poder”, en realidad, significa “tendrás que hacerlo”. “Puedes, porque nadie te lo impone ni te lo prohíbe. “Tendrás que hacerlo”, porque será tu condición socioeconómica la que lo importe para sobrevivir, para llegar a fin de mes.

Las mujeres pobres se convertirán -no es difícil de predecir- en los futuros lugares de maternidad, de esa práctica que requiere demasiada responsabilidad y esfuerzo para la sociedad de mercado, para sus ritmos y sus carreras como managers desenfrenadas. Vivirán alquilando sus cuerpos. La lógica del capital es, después de todo, ésta: romper todos los límites éticos, morales y religiosos e imponer en todas partes, sin barreras residuales que puedan frenarla, la ley del omnimercado y el valor del intercambio.

Todo se convierte en mercancía, advirtió Marx en 1847, en La Miseria de la Filosofía.

Incluso el útero, debemos toparnos con esa verdad, para nuestro horror.

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(La Tribuna del País Vasco)

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España

Ante el ‘sabotaje’ de Marlaska, Alvise Pérez lanza convocatoria de apoyo a su movimiento

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SeAcaboLaFiesta

 

 

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Alvise Pérez explica que “el Ministerio del Interior del señor Marlaska nos ha prohibido presentarnos con partido político propio a las elecciones europeas. Nos ha saboteado con reclamaciones burocráticas absurdas”.

El camino del nuevo líder político español Alvise Pérez, quien aspira a presentarse a las próximas elecciones del país peninsular, ha vuelto a sumar un nuevo revés político debido a reciente medida del Ministerio del Interior, de prohibirle esa posibilidad con argumentos que define como “reclamaciones burocráticas absurdas”.

En un video recientemente dado a conocer a través de sus redes sociales, Alvise Pérez explica lo acontecido, diciendo que “el Ministerio del Interior del señor Marlaska nos ha prohibido presentarnos con partido político propio a las elecciones europeas. Nos ha saboteado con reclamaciones burocráticas absurdas, dilatando plazos legales o hasta prohibiéndonos que lo llamáramos ‘Alvise’, (aduciendo) que hay una persona pública que ya se llama así y que irónicamente resulta que soy yo mismo”.

En la misma línea, Alvise Pérez sostiene que pese a liderar la mayor comunidad española de lucha contra la corrupción y contra el sistema partitocrático criminal “que lleva décadas sometiendo al pueblo español”, existe un vericueto legal que aún le da una chance de presentarse al proceso electivo.

En este sentido, Alvise Pérez dice que “como siempre lo ganamos todo en los tribunales o en el contencioso administrativo, esta victoria judicial (la posibilidad de reclamar) no llegaría antes del plazo máximo para poder presentarnos a estas elecciones europeas”.

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Fuente: Forbes.

 

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