Es sin duda, una de las historias más entrañables de la Navidad y aunque parece sacada de un cuento de Charles Dickens, es una historia real que tenido lugar en el Hospital Clínico de Málaga. Los protagonistas son: un turista británico, Peter; una perra, Luna; y trabajadores del hospital Clínico.

La historia, recogida por el Diario Sur, arranca el pasado fin de semana. Peter se encontraba visitando Málaga a bordo de su autocaravana con la única compañía de su inseparable perrita Luna. En un momento dado se sintió indispuesto y acudió al centro sanitario más cercano que resultó ser el Clínico de Málaga. El dolo que padecía Peter parecía ser serio y tuvo que ser ingresado de urgencia y someterse a diversas pruebas para saber la enfermedad que sufría. Finalmente, el diagnóstico reveló que padecía una inflamación en la vesícula y que por lo tanto debía permanecer ingresado.

A pesar de su dolencia, Peter sólo tenía pensamientos para su perrita Luna, que se había quedado sola en la autocaravana y sin ningún tipo de atención. Como buenamente pudo se lo explicó al personal sanitario para que ayudaran al animal. Desde el centro hospitalario contactaron con la Sociedad Protectora de Animales de Málaga para que se hicieran cargo de Luna. Sin embargo, no hizo falta la intervención de la protectora. Los trabajadores del hospital se organizaron para hacer turnos y poder atender ellos mismos a Luna. Entre todos visitaban a Luna periódicamente, la paseaban y le daban de comer. De hecho, los propios trabajadores elaboraban la comida, arroz con pollo, para alimentar a Luna que cuenta con 12 años de edad y es alérgica.

Y como todo buen cuento, tiene un final feliz. Al tercer día de estar ingresado, Peter recibió el alta médica y se pudo reunir con su inseparable Luna para seguir recorriendo el mundo de pueblo en pueblo a bordo de su autocaravana.