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Sucesos

Inmigración y delincuencia

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LTY.- La prensa diaria parece un parte de guerra. La criminalidad llena las páginas de los periódicos con el contínuo relato de sus luctuosos episodios. Una proporción anormalmente alta de los crímenes que se cometen actualmente en España es la obra de inmigrantes. Raro es el día en que un extranjero o una banda de ellos (o varias) no llegan a las páginas de sucesos o al telediario de cualquier cadena de televisión. Magrebíes, sudamericanos, rumanos, africanos, asiáticos… Robos, asaltos, secuestros, asesinatos… Se matan entre ellos, nos matan a nosotros los españoles… En la calle, a domicilio, a la puertas de las discotecas, en cualquier descampado tanto como en las avenidas más concurridas: cualquier sitio parece bueno para matar a alguien, para violarlo, para atracarlo, para secuestrarlo…

Oigo en una emisora de radio cualquiera el enésimo debate sobre la cuestión (en España se llama debate a cualquier tertulia de “sabelotodos”). Uno de los opinantes diserta ex catedra y se pregunta en voz alta por las razones de esa desmesurada proporción de elementos extranjeros entre la población criminal que ejerce sus dotes y habilidades en España. Este cretino integral, sociólogo de profesión (o sea: nunca ha dado un palo en el agua), se responde a sí mismo y suelta la perla siguiente: “Los motivos de esta situación no hay que buscarlos en la etnia o la cultura de origen“. Afirmación sorprendente que se guarda mucho de argumentar y desarrollar. Con pontificar ya ha cumplido la jornada.

Según afirma esta lumbreras, los motivos de los exagerados índices de criminalidad entre los inmigrantes hay que buscarlos en el contexto social en el que se da esta inmigración. Que un sociólogo pretenda explicarnos un fenómeno social prescindiendo de las características más íntimas y significativas de sus protagonistas, es cuanto menos insólito y novedoso. Si descartamos estos datos fundamentales (y no por falta de disponibilidad de información e instrumentos de análisis, sino por acatamiento al prejuicio de lo políticamente correcto), corremos el riesgo de no entender nada del tema que nos ocupa.

Según esa teoría, la razón de los actos del hombre no serían fruto de su naturaleza íntima (etnia, cultura, etc…) sino de las circunstancias (el famoso contexto social). Esta aseveración presupone atribuir al hombre una total subordinación a la dictadura de las circunstancias, al factor externo, al medio ambiente. Esa idea es un tanto terrorífica y grotesca a la vez: el hombre equiparado a la lechuga, organismo primario inerme ante la presión medioambiental, sin capacidad para influir sobre su existencia, carente de voluntad para determinar sus actos, juguete predestinado a padecer pasivamente el dictado de las dichosas circunstancias.

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Las cosas son en realidad de otra manera. Las circunstancias (el mundo que nos rodea), ponen en marcha mecanismos que subyacen en la naturaleza del hombre, que preexisten y sobreviven a aquellas. Los actos de los hombres son respuestas a requerimientos externos, que se expresan en función de su naturaleza, de acuerdo con su temperamento, y modeladas según su cultura y formación. Es por eso que no todos los hombres responden igualmente a los mismos estímulos, aunque estos se den en las mismas condiciones. El contexto externo en el que se da una determinada situación no explica por sí sólo una determinada respuesta en un determinado actor, así como la personalidad del sujeto protagonista tampoco se basta sí misma para explicarla, al margen de las circunstancias ambientales. Ambos datos, hombre y medio, actor y escenario, son referencias complementarias e imprescindibles, y nos dotan de las herramientas apropiadas para responder acertadamente a las preguntas obligadas de: ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿por qué?

Para entender el fenómeno de la criminalidad extranjera y sus peculiaridades, hay que tener en cuenta necesariamente, entre otros antecedentes igualmente ineludibles, la etnia y la cultura de origen de esos extranjeros que delinquen en un país ajeno, el nuestro para más señas. ¿Podríamos entender la criminalidad de origen colombiano en España si ignorásemos la cultura de la violencia que impera en Colombia, esa ferocidad que impregna toda la vida de ese país? ¿Podríamos desentrañar el por qué de la criminalidad rumana en nuestro país si no valorásemos en su justa medida la extrema descomposición social y el universal descalabro moral que padece esa sociedad, ignorando la ley de la selva que impera en Rumanía? ¿Podríamos comprender la existencia de las mafias albanokosovares entre nosotros si no tuviesemos en cuenta que su origen está en el bandolerismo tribal y la brutalidad balcánica que son características culturales de la etnia albanesa desde la noche de los tiempos?

Ciertos grupos de inmigrantes subsaharianos someten a sus hijas a una bárbara mutilación genital. ¿No es la mutilación genital un delito y los que la practican unos delincuentes? ¿Acaso se mutila a las niñas africanas por motivos derivados de la condición de inmigrantes de los que realizan esa aberrante costumbre? ¿Es esta una situación producto de la problemática migratoria? ¿Los que practican esa bestial carnicería en España no la practicaban ya en sus países de origen? ¿Nuestra sociedad les empuja a amputar clítoris y coser vaginas? ¿Cuantos españoles (blancos europeos se entiende) tienen una mujer en casa con los genitales charcutados? ¿La ablación del clítoris y la infibulación no son acaso prácticas que tienen sus raíces en hechos étnicos y culturales definidos e identificados? ¿O son tal vez producto de las circunstancias o de la dieta mediterránea?

La realidad es que la mayoría de los extranjeros no hacen en España otra cosa que no hicieran ya en sus lugares de origen. La mayor parte de los que delinquen en España ya lo hacía antes de llegar aquí. De lo contrario, habría que preguntarse qué misterioso influjo, qué aire maléfico, qué oxigeno viciado lleva a estos buenos inmigrantes a corromperse apenas pisan suelo español y a transformarse en malhechores, cuando en sus casas eran ejemplares hijos de vecina respetuosos de la ley que nunca habían roto un plato antes del malhadado día de su desembardo en un país llamado España cuyo sólo contacto corrompe a los más nobles seres humanos que nos llegan a espuertas por las porosas fronteras de nuestro país (¿he dicho nuestro?).

El hecho de que nuestra legislación sea benigna en términos generales y los representantes del Estado unos imbéciles y unos estúpidos con código de barras casi todos ellos y ellas, es una circunstancia que no basta por sí sola para hacer criminales. Favorece la actividad criminal, la vuelve atractiva para las gentes de mal vivir, pero no crea al criminal; fomenta la multiplicación del delito pero no origina al delincuente; lo premia pero no lo inventa.

Sin embargo existe la extendida opinión, artificialmente creada, de que la delicuencia extranjera es fruto de circunstancias externas al sujeto protagonista de la misma: los inmigrantes son inocentes de sus crímenes, son víctimas de un sistema injusto. Todo lo que se aparta de este obsesivo mantra huele a azufre. Esta pobre gente roba, mata, secuestra, viola, se mete en nuestros domicilios por la ventana y nos degüuella en la cama, trafica con seres humanos, los esclaviza si se presenta, nos inundan de droga y de putas callejeras porque no les queda más remedio, nuestra sociedad sin valores les empuja a ello, nuestra insolidaridad les cierra todos los caminos, nosotros tenemos la culpa: nuestra intrínseca maldad ha quedado al descubierto, somos unos miserables…

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Nos gusta esa idea, que nace de un estúpido paternalismo de nuevos ricos, de un inexplicable sentimiento de culpa por las miserias del mundo y de un severo reblandecimiento de las meninges, y se adecua perfectamente a nuestra mentalidad blanda y lastimera, a esa afición autoflageladora tan extendida, a esa peregrina vocación de culpabilidad a ultranza que es la prueba del algodón de la radical imbecilidad de este rebaño de borregos que no merece otro apelativo a su balante condición. La decadencia de la inteligencia española nos ha llevado a esos extremos de puerilidad y ñoñería, a esta cumbres de inanidad intelectual y a estas simas de catatonia espiritual.

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2 Comentarios

1 Comentario

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    Ramiro

    07/07/2019 at 14:15

    Más de la mitad de los delincuentes que hay en las cárceles españolas SON EXTRANJEROS.
    Cada preso nos cuesta unos 2.000 euros al mes, entre el mantenimiento, funcionarios, seguridad, etc.
    Son daos que dan que pensar, sobre todo teniendo en cuenta que la población extranjero es DE ALREDEDOR DE UN VEINTE POR CIENTO.
    Luego viene muca gentuza, y algo habrá que hacer… Posiblemente la mejor medida SERÍA EXPULSAR A TODOS LOS QUE DELINCAN EN ESPAÑA. Además, sería lo más barato, al no tener que mantenerles en las cárceles, a cuerpo de rey. (Nuestras prisiones son el equivalente a un hotel de tres estrellas, en la mayoría de los países del tercer mundo).

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    Ramiro

    05/10/2018 at 08:46

    Más de la mitad de los delincuentes que hay en las cárceles españolas SON EXTRANJEROS.
    Cada preso nos cuesta unos 2.000 euros al mes, entre el mantenimiento, funcionarios, seguridad, etc.
    Son daos que dan que pensar, sobre todo teniendo en cuenta que la población extranjero es DE ALREDEDOR DE UN VEINTE POR CIENTO.
    Luego viene muca gentuza, y algo habrá que hacer… Posiblemente la mejor medida SERÍA EXPULSAR A TODOS LOS QUE DELINCAN EN ESPAÑA. Además, sería lo más barato, al no tener que mantenerles en las cárceles, a cuerpo de rey. (Nuestras prisiones son el equivalente a un hotel de tres estrellas, en la mayoría de los países del tercer mundo).

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España

Ante el ‘sabotaje’ de Marlaska, Alvise Pérez lanza convocatoria de apoyo a su movimiento

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Alvise Pérez explica que “el Ministerio del Interior del señor Marlaska nos ha prohibido presentarnos con partido político propio a las elecciones europeas. Nos ha saboteado con reclamaciones burocráticas absurdas”.

El camino del nuevo líder político español Alvise Pérez, quien aspira a presentarse a las próximas elecciones del país peninsular, ha vuelto a sumar un nuevo revés político debido a reciente medida del Ministerio del Interior, de prohibirle esa posibilidad con argumentos que define como “reclamaciones burocráticas absurdas”.

En un video recientemente dado a conocer a través de sus redes sociales, Alvise Pérez explica lo acontecido, diciendo que “el Ministerio del Interior del señor Marlaska nos ha prohibido presentarnos con partido político propio a las elecciones europeas. Nos ha saboteado con reclamaciones burocráticas absurdas, dilatando plazos legales o hasta prohibiéndonos que lo llamáramos ‘Alvise’, (aduciendo) que hay una persona pública que ya se llama así y que irónicamente resulta que soy yo mismo”.

En la misma línea, Alvise Pérez sostiene que pese a liderar la mayor comunidad española de lucha contra la corrupción y contra el sistema partitocrático criminal “que lleva décadas sometiendo al pueblo español”, existe un vericueto legal que aún le da una chance de presentarse al proceso electivo.

En este sentido, Alvise Pérez dice que “como siempre lo ganamos todo en los tribunales o en el contencioso administrativo, esta victoria judicial (la posibilidad de reclamar) no llegaría antes del plazo máximo para poder presentarnos a estas elecciones europeas”.

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Fuente: Forbes.

 

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