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Análisis: La conspiración WITCH: El feminismo de género en el sistema NOM

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Por Laureano Benítez Grande-Caballero (R).- En la madrugada del 1 de mayo de 1776, en un bosque de Baviera próximo a Ingolstadt, el exjesuita judío Adam Weishaupt fundó ?junto con un grupo de cinco de sus discípulos? la «Orden Illuminati», también llamada de los «Perfectibilistas», a quien se debe la primera mención del Nuevo Orden Mundial. Se trataba de una secta iniciática de carácter gnóstico, cuyos rituales tenían como hontanar los cultos mistéricos de la Antigüedad, pero cuyo programa era derrocar a los gobiernos y reinos del mundo, destruyendo todas las religiones y creencias para gobernar a las naciones bajo un Nuevo Orden Mundial, basado en un sistema totalitario próximo al comunismo.

Junto a la búsqueda e incitación de los conflictos bélicos, el programa mundialista illuminati también contenía una estrategia diseñada para manipular y controlar a las sociedades, socavando sus valores y principios para desmoronarlas desde dentro mismo del sistema, fomentando su corrupción y depravación, porque, como decía Weishaupt, «una vez que la sociedad esté depravada con lo superficial, los humanos perderán toda su fe».
Como dijo un destacado miembro del mundialismo perteneciente al Club Bilderberg, «La destrucción creativa es nuestro segundo nombre, tanto en nuestra propia sociedad como en el exterior. Destruimos el viejo orden todos los días, desde los negocios hasta la ciencia, la literatura, el arte, la arquitectura, el cine, la política y el derecho […] Deben atacarnos para sobrevivir, del mismo modo que nosotros debemos destruirlos para desarrollar nuestra misión histórica».

Esta «destrucción creativa», basada en la creación de conflictos en el seno de la sociedad para minarla interiormente, tiene como clave de bóveda el fomento de un «espíritu de belicosidad», estrategia diseñada por Edward Bernays, sobrino de Freud, considerado como el padre de la actual Ingeniería Social utilizada como herramienta por el NOM, ¿eufemísticamente llamada «Relaciones Públicas», para disminuir su carga totalitaria?.

Este espíritu belicoso está en el eje de todos los movimientos antisistema incluidos el lobby LGTBI?: «La belicosidad con su emoción concomitante de rabia es una constante humana. El asesor en Relaciones Públicas la usa continuamente al organizar toda suerte de eventos que la ponen en juego. Debido a ello, a menudo se ve forzado a representar combates y crear temas de debate».

(…) «El asesor en Relaciones Públicas tiene en el instinto de belicosidad una poderosa arma para hacerse con el apoyo o la oposición del público a un punto de vista en el que está interesado. Con este propósito, siempre que sea posible, formulará su caso en forma de tema de debate y recabará el apoyo de todas las fuerzas disponibles».

(…) «Cuando no se cuenta con la belicosidad, a aquéllos que no están directamente implicados en el tema les resulta muy difícil mantener el interés. Los que si están implicados mantendrán el interés a pesar de la ausencia de debate. La actividad les proporciona suficiente interés a pesar de la ausencia de rivalidad. Pero para aquellos para quienes el problema es ajeno y distante, debe existir un factor de interés adicional. Para que el asunto tenga significado para ellos, se les debe proporcionar un factor de lucha, suspense y victoria».

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Uno de los puntos fundamentales del programa conspirativo urdido por los illuminati en su búsqueda del Gobierno Mundial era la abolición del concepto de la familia tradicional y clásica. Por consiguiente, hacia la consecución de ese objetivo se orientó preferentemente ese espíritu de belicosidad de la ingeniería social del NOM.

Adam Weishaupt

Adam Weishaupt

Fue así como, al aplicar este espíritu belicoso al feminismo histórico reivindicativo de la igualdad de derechos para las mujeres, surgió una rama espúrea de él, un movimiento bastardo, una ideología feminista que no es sino la degradación del feminismo verdadero: el feminismo de género, conocido con las siglas FG.

El FG es una ideología básica surgida en la Universidad de San Diego (California) en septiembre de 1969, diseñada y financiada por la Fundación Ford, bajo cuyo patrocinio se desarrolló el primer curso de una disciplina de nuevo cuño, denominada Women´s Studies, la cual se extendió a comienzos de los años 70 ?junto con otras nuevas disciplinas como las “Divinity Schools” y los “Afroamerican Studies”?, contando todas ellas con el apoyo financiero de la «Filantropía Americana», especialmente de la fundación Ford y la fundación Rockefeller.

Miembros de la Escuela de Frankfurt

Miembros de la Escuela de Frankfurt

El feminismo de género salió de la política radical de los 60, y estuvo marcado por la filosofía marxista de la «Escuela de Frankfurt», en especial por las aportaciones de Marcuse, Frantz Fanon y Michel Foucault. Así pues, podemos incluirlo dentro del marxismo cultural que devasta hoy la civilización occidental, por lo cual el FG se ha impregnado de la ideología izquierdista, incluso antisistema, con la que el NOM controla las sociedades más avanzadas.

En cuanto sus estrategias de activismo, las que desarrollan ahora los colectivos «Femens» tienen su origen en las prácticas empleadas por la «Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno» ?del inglés «Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell», que se acortó a las iniciales «WITCH», en inglés, bruja?, nombre que tomaron muchos grupos feministas, relacionados entre sí pero independientes, que se formaron en los Estados Unidosdurante 1968 y 1969 y que fueron importantes en el desarrollo del feminismo socialista y el movimiento de liberación de las mujeres de finales de los años 60.

Su activismo se realizó principalmente en forma de «zapping», una forma de teatro de guerrilla que mezclaba el teatro de la calle y la protesta. Con ellas llamaban la atención generando humor, poniendo de relieve acciones públicas, denuncias políticas y económicas contra empresas y agencias gubernamentales.

Esta ideología feminista radical adoptó como símbolo central a la bruja, a la cual consideraban como la primera combatiente y guerrillera contra la opresión. Según aporta la estudiosa Cynthia Eller, «Al elegirlo las feministas se identificaban con todo lo que se les enseñaba a las mujeres que no debían ser: feas, agresivas, independientes y malignas. Las feministas tomaron este símbolo y lo transformaron, no en la “bruja buena”, sino en un símbolo de poder femenino, conocimiento, independencia y martirio». Partiendo de esta iconografía brujeril, este movimiento feminista llegó a abrazar el «dianismo», una forma de neopaganismo moderno que rendía culto a Diana como divinidad.

Este feminismo de género es una ideología cuyo objetivo es, según afirma Eugenio Dorao , «la deconstrucción de las estructuras “patriarcales” (familia, religión, ciencia, lenguaje), que son interpretadas como meras “construcciones sociales”». Su matriz consiste en atribuir a la mujer una «superioridad moral» sobre el hombre, y en adjudicarse obsesivamente el papel de «víctima», oprimida y reprimida por la opresión del patriarcado, al cual quieren destruir, al igual que al capitalismo que lo sustenta.

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Respondiendo al programa del «espíritu de belicosidad» y la «destrucción creativa», el FG como ideología forma parte del pensamiento globalista que busca su implantación generando conflictos y enfrentamientos dentro de las sociedades, para dinamitarlas desde su interior, uno de los cuales consistiría en enfrentar a las mujeres contra los hombres, y a los homos contra los heteros.

Para el FG, sexo es una mera diferenciación morfológica, ya que lo que realmente cuenta a la hora de definir los roles masculino y femenino es la palabra «género». Según Robert Webb, «el feminismo no se basa en odiar al hombre, es luchar contra la absurda distinción entre géneros». Y Simone de Beauvoir dijo algo tan tremendo como que «la mujer no nace: se hace».

Naomí Wolf llegó a afirmara que la relación heterosexual es una violación, y que el lesbianismo es la condición natural de la mujer

Naomí Wolf llegó a afirmara que la relación heterosexual es una violación, y que el lesbianismo es la condición natural de la mujer

Las figuras más señeras del FG llegan incluso a afirmar que la relación heterosexual es una violación, y que el lesbianismo es la condición natural de la mujer ?una tal Naomí Wolf llegó a decir que la belleza de la mujer es una imposición del patriarcado para desviarla de su desarrollo personal?.

Si a esta artificial guerra de sexos se añade el aborto y la promoción de la ideología de género LGTBI, se consiguen también dos objetivos fundamentales del globalismo: la reducción de la población mundial, y la destrucción de la familia, claves para la construcción del Gobierno Mundial.

Naomí Wolf llegó a afirmara que la relación heterosexual es una violación, y que el lesbianismo es la condición natural de la mujer

Desde este punto de vista, no es de extrañar que una de sus reivindicaciones más obsesivas sea la del aborto libre, ya que éste lo consideran como el “Derecho de la Mujer a la Salud Reproductiva”, en relación con las políticas eugenésicas. Así es como para el FG y gran parte del movimiento feminista actual, la maternidad no es sino una enfermedad de las mujeres, algo que limita su autorrealización como personas, incluso algo impuesto por el heteropatriarcado capitalista.

Por cierto, la fundadora en 1915 de la primera clínica abortista en Estados Unidos fue Margaret Sanger, una de las precursoras del FG, y fundadora de la Liga Americana de la Planificación Familiar, germen de lo que sería la “Internacional Planeed Parenthood Federation” (IPPF), de la que sería su primera presidenta. Actualmente, la IPPF es una pieza clave del “Lobby de Mujeres”, de gran influencia en Naciones Unidas, la Unión Europea, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Ford Foundation

Ford Foundation

La Ford Foundation impulsora de los Women’s Studies es una de las principales plataformas del NOM, en estrecha colaboración con instituciones afines, como la Rockefeller Foundation, la Carnegie Foundation, la Turner Foundation, la McArthur Foundation, la Bill y Melinda Gates Foundation y George Soros Foundation, el CFR (“Conseil of Foreing

Relations”) el USAID (Cooperación Exterior) y el NED (Nacional Endowemt for Democracy), todas ellas vinculadas a la cultura hipercapitalista americana.

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Más de la mitad de los proyectos que financia la Fundación Ford se destinan a promocionar movimientos feministas de género.

Una de las más influyentes «portavozas» del FG es la periodista judía Gloria Steinem ?que perteneció en los años 60 al ala más radical de la CIA en su lucha contra el comunismo (The CIA Old Boys)? quien ha difundido esta ideología en los más importantes medios de comunicación de todo el mundo, la mayoría estrechamente vinculados a USA. Esta feminista radical llegó a decir que «una mujer sin hombre es como un pez sin bicicleta».

Los países en los que se han promovido más las políticas de género han sido precisamente aquellos más comprometidos con el atlantismo, especialmente a través de la OTAN.

El FG no es sino la perversión globalista del feminismo histórico, entendido como lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, movimiento que logró un gran avance en el papel de mujer en las sociedades actuales.
Esta corrupción de la lucha feminista por la equidad ha sido denunciada por autoras feministas de gran renombre, como la francesa Elisabet Badinter ?en su obra «Por mal camino» (La fause route 2005) ?inesperado best seller?, y Camille Anna Paglia?, profesora de Humanidades en la Universidad de las Artes de Filadelfia, autora de tres libros de enorme impacto en la cultura norteamericana: «Sexual personæ» (1990), «Sexo, arte y cultura americana» (1992) y «Vamps & tramps: más allá del feminismo» (2001). Esta autora afirma que «es de una ingenuidad total, que esto de echarles la culpa de todos los males del universo a los hombres blancos imperialistas es bastante elemental. No hay humor, todo son sermones, y en el feminismo académico o intelectual lo que se ve es una actitud absolutamente dictatorial».

La norteamericana Christina Hoff Sommer en su obra «¿Quién nos robó el Feminismo?», afirma que «Siempre ha habido cierta fobia a los hombres en algunas mujeres del movimiento, eso es innegable. Pero eran marginales. Pero hoy, al menos en las universidades, están siendo las protagonistas del debate. La masculinidad se trata de manera rutinaria como una patología que necesita una cura. Casi todos los libros de los estudios de género culpan de la mayoría de los males de la sociedad a los hombres y al patriarcado. La tercera ola del feminismo se construye con mentiras e hipérboles. Por ejemplo, la desigualdad salarial. Sí, las mujeres ganan menos que los hombres pero es porque estudian distintas carreras, trabajan en distintos campos y menos horas. Cuando controlas todos estos factores, la diferencia casi desaparece. Pero eso no se dice en los libros de los estudios de género».

Ministras feministas suecas en Irán.

Ministras feministas suecas en Irán.

 

 

 

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Según Sommers, el verdadero feminismo es el que debería ayudar a mujeres «que están luchando contra las muertes por honor, las ablaciones genitales, los matrimonios forzados, los ataques con ácido y los castigos con látigo», en vez de quejarse por sentirse imaginarias víctimas de opresiones prácticamente inexistentes en las sociedades occidentales, donde disfrutan de unos privilegios totalmente desconocidos en muchas partes del mundo.

Ése debería ser el verdadero feminismo, el de «la cuarta ola». Pero ¡oh, mis amigas!: eso supondría criticar el Islam. Es más fácil ser WITCH-NOM, ¿verdad?

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No vivimos en la Arcadia Feliz, sino en tiempos de excepción. Por Ernesto Milá.

Ernesto Milá

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Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

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Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

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Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.

 

Ernesto Milá. 

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